23 de diciembre de 2008

Feliz Navidad.

No, no me han abducido los marcianos ni me he tragado una alcantarilla... sigo vivita y coleando, aunque con unos niveles de estrés que pensé jamás podría alcanzar ningún ser humano. Encerrada en la cocina de mi nueva casa, con dos carpinteros llenándome la sala de polvo (tienen la excusa perfecta: ¡¡ponerme una puerta blindada nueva!!) y a falta de comprar un par de regalos de Navidad, he decidido dar señales de vida (que ya era hora, lo sé) para felicitaros a todos la Navidad y deciros que, aunque no sé muy bien cuándo, prometo reanimar el blog, que ya sé que lo tengo bastante abandonado... pero que conste que es por razones de fuerza mayor, ¿eh?
Desde aquí os mando todos mis buenos deseos y esas cosas típicas navideñas y, sobre todo, fuerzas para la cena de navidad, para comer hasta reventar, para abrir muchos regalitos, aguantar el chaparrón familiar y... ¡¡ser capaces de comeros un kilo de langostinos del tirón!!
Lo dicho:
¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!

25 de noviembre de 2008

Demasiada información.

Menudo chasco me he llevado. Bueno, chasco y cabreo. Os cuento lo que me ha pasado, a ver si es que me he vuelto loca y lo estoy exagerando.
No sé si conocéis la margarina Artua, uno de esos pringues que se usan para desayunar untados en una tostada o para hacer croquetas de jamón que están super ricas... Yo siempre he usado esa, al menos desde que tengo uso de razón (de hecho, casi me hecho a llorar cuando me mudé a Canarias y descubrí que también la vendían allí... ¡¡qué ilusión!!), así que hace un par de meses, cuando ví la última promoción que han sacado pensé "esta es la mía". En teoría era sencillo: enviando tres tapas de aluminio te regalaban un exprimidor (aparato que me viene bastante bien porque el mío está en estado comatoso y al borde de la muerte). De modo que me empapucé a Artua, hice croquetas, brownies y todo lo que se me pasó por la imaginación para poder juntar las tres tapas, y cuando ya las tengo y estoy a punto de mandarlo leo la letra pequeña y pone que hay que enviar "las tres tapas y el tiquet de compra"... ¿¿¡cómo!??
¿Para qué co** quieren el tiquet?, ¿están insinuando que lo he robado?, ¿no se fían de mi honestidad y suponen que la crisis me ha llevado al extremo de arrancar las tapas de alumino en el super y devolver el bote de Artua a la estantería?, ¿o acaso creen que he obligado a una pobre viejecilla a comprármelos, en cuyo caso debería darles igual porque la cuestión es que consiga las tres tapas y no cómo las consiga?
Peor aún, ¿por qué tengo que darles tanta información? No creo que nadie vaya al super a comprar sólo eso, así que si les doy el tiquet podrán saber qué compro, en qué cantidades, cada cuanto tiempo, cómo pago, a qué hora voy al super, en qué día... ¿para qué necesitan tanta información?, ¿pretenden utilizarme como objeto de estudio sin darme nada a cambio? (un triste exprimidor no me parece suficiente pago para tantos datos, la verdad), ¿en qué clase de mundo vivimos? A este paso vamos a tener que mandar un análisis de sangre completo para poder participar en cualquier sorteo... ¡¡no me parece justo!!

18 de noviembre de 2008

2 años ya...

El tiempo pasa rápido y, aunque hoy parezca un día cualquiera, hace exactamente dos años fue, sin duda, el más feliz de mi vida.
Gracias por hacerlo realidad y, sobre todo, por darme el mejor regalo de aniversario que jamás soñé poder tener: nuestra pequeña Ixone creciendo en mi interior.
Te quiero cariño. En lo bueno. En lo malo. Con lluvia. Con sol. Y, sobre todo, en cualquier lugar del mundo. Para siempre.

16 de noviembre de 2008

Reformar o no reformar... he ahí la cuestión.

Finalmente... ¡me compré la casa! Así que ya soy propietaria, ¡cómo mola! El día que firmas las escrituras, te arruinas y te dan las llaves te sientes como raro... al menos a mí me pasó. Vas a tu casa, que aún tiene una pequeña parte de los inquilinos anteriores (en mi caso esa pequeña parte eran pelusas del tamaño de un diplodocus) mirando cada rincón y tratando de imaginar tu vida allí dentro... pero primero hay que pasar por la temida fase de ¡¡¡las reformas!!!
Miedo, mucho miedo. Pero de perdidos al río, qué carajo.
Después de tantear un par de empresas y decidirme por una en concreto (conocidos de mi aita... si es que la confianza da asco... ¡el electricista me conoce desde que era cría!), llega el momento de ponerse serios, poner cara de poquer y, con una mano sobre la tripa y la otra estrujando el ciático a ver si deja de molestar un ratito, hacerles saber que no tienes tiempo para tonterías y que, al menos en tu caso, es estrictamente necesaria una fecha de fin inamovible. Y es que a nadie le gusta cabrear a una embarazada, eso está claro.
Así que te compras la casa, tu casa... y pagas a alguien para que te la destroce... también son ganas la verdad. Si es que parezco masoca. En estas dos últimas semanas me han tirado dos tabiques, han hecho agujeros en las paredes y me han llenado los marcos de las puertas de chorretones de cemento... ¡¡y encima me cobran!! Y ahora "sólo" falta que me levanten el suelo completamente para ponerlo nuevo... vamos, que los vecinos tienen que estar encantados con los nuevos inquilinos... jejejejeje...
Aparte de eso (y de haber visto medio desnudo a uno de los obreros... ¡pero fue sin querer!), todo va bien. Estamos dentro de fechas y, con suerte, en dos semanitas ya estará todo terminado... ¡prometo seguir informando!

27 de octubre de 2008

Buscando casa (capítulo 5).

* Casa 12: "¿dónde está el truco?".

Segundo piso con ascensor. Cocina y baño reformados. Ventanas nuevas. Calefacción de bajo consumo. Buen barrio. Al lado de dos parques. Precio sorprendente (lo que no significa que sea bajo, ¿eh? Aunque para lo que se ve por ahí...). Cuando me llamaron de la inmobiliaria, obviamente pensé que había gato encerrado y fui a verlo en actitud bastante escéptica... hasta que entré y vi que era todo cierto. Una cocina enorme, nueva y totalmente equipada (¡¡con lavavajillas!!). Un baño no muy grande pero reformado, con ducha y grifos tan fashion que voy a tener que hacer un master para saber utilizarlos. Sala y dos dormitorios. ¿El truco? Los dueños tienen que vender el piso por narices y lo acaban de bajar un 20%. En definitiva: piden por él lo que les costó a ellos... hace cinco años.
Veredicto: ¡¡¡me lo quedooooooo!!!
Continuará...

¡¡Mi cocheeee!!

Ha llegado el coche. Después de tanto rollo con los dichosos papeles para poder ir a recogerlo al puerto (se han tirado más de una semana intentando encontrar maneras para cobrarnos más de lo que ya habíamos pagado para traerlo), el otro día fui a buscarlo. Después de recorrer el puerto con cara de despistada, pararme detrás de una fila de camiones, dar un par de vueltas a lo tonto y decidirme, finalmente, por preguntar dónde era, encontré el almacén donde tenían el container. Y no fue fácil hablar con el encargado, un espécimen digno de ser llamado “el eslabón perdido”, con olor a chimichurri, una camiseta naranja fosforita llena de mierda, cara de llevar de resaca desde el año pasado y un único brazo. Me daban escalofríos sólo de mriarlo... y después casi me da algo cuando se puso a rascarse la espalda y me enseñó la raja del culo... una visión que mucho me temo ha quedado grabada a fuego en mi cerebro por siempre jamás.
Después de comprobar que tenía todos los papeles y hacerme preguntas del tipo “si no eres capaz de decirme exactamente el número del container que tengo que abrir no te doy el coche”, tuve que esperar a que viniese un guardia civil a abrirlo y controlar lo que había dentro (ni que haya metido el arca de noé en el maletero), para dar el visto bueno y sacarlo. Esta operación, aparentemente sencilla, duró aproximadamente una hora porque luego tuve que esperar a que viniese alguien a quitarle los “arneses” y luego a que viniese alguien a sacarlo, cosa que también podía hacer hecho yo, pero bueno.
Y así, hora y media después de mi entrada en el puerto y tras saludar a los de la aduana con cara de buena para que no me parasen (que no tenía nada que esconder, ¿eh? Pero tampoco me apetecía tirarme allí toda la mañana), salimos mi coche y yo triunfantes, dispuestos a perdernos por estas nuevas carreteras y aterrorizados pensando que si nos descuidamos podemos acabar en Cuenca.
Próximo objetivo: ser capaz de ir de excursión sin perdernos.

Buscando casa (capítulo 4).

* Casa 9: "mira lo que no te puedes comprar".

No sé qué tipo de táctica comercial será, pero me parece de lo más cruel enseñarte casas que no entran para nada dentro de tu presupuesto. Y esto fue lo que pasó en este caso: una casa grande, muy bien situada, en perfecto estado... y que superaba en unos 10 millones mis posibilidades... y es que los de las inmobiliarias deben de pensar que pedir una hipoteca es como comprarse unos zapatos nuevos... vamos, nada que te vaya a acompañar durante los próximos 40 años.
Veredicto: si pudiera... pero no es el caso. Siguiente casa, por favor.

* Casa 10: "la extraña distribución".

Para llegar hasta esta tuve que subir unas 100 escaleras empinadas... pero no me dejaron quejarme, a pesar de la pedazo de tripa que tengo a estas alturas, porque como soy joven unas “escaleritas de nada” no son impedimento suficiente para negarme a comprar una casa... ¡faltaría más! Lo cierto es que no recuerdo demasiado bien la casa (salvo que a uno de los dormitorios se entraba a través de la cocina... ¿?), pero si llego a escuchar una vez más que “el barrio es muy tranquilo” mato a alguien... eso no era tranquilidad, eso era como vivir en mitad de la nada, con la única compañía de un bar y 6 viejos sentados en un banco... ¡¡qué lata!!
Veredicto: demasiadas escaleras, gracias. Siguiente casa por favor.

* Casa 11: "¡¡el muro ni tocar!!".

Esta estaba al lado de la anterior, de modo que el tema de las escaleras y la dichosa tranquilidad seguían presente... mal rollo. Pero lo mejor de todo era la oposición del dueño a cualquier tipo de reforma. Vamos a ver... si tú vendes una casa deja de ser tuya y, por lo tanto, dejas de tener poder decisivo sobre las futuras reformas, ¿no? Pues no... el chico en cuestión se indignaba de manera sorprendente si insinuabas que “tirando esta pared podría quedar bien”, “habrçia que arreglar el suelo” o “esta persiana está estropeada, ¿verdad?”. Su respuesta, acompañada de una mirada amenazante, siempre era la misma: “ah no no, esta casa no se toca, que yo he vivido aquí toda mi vida y está perfecta”. Pues quédate tú, campeón.
Veredicto: directamente, no me interesa. Siguiente casa, por favor.

* Casa 13: "¿qué hace esta niña merendando aquí?".

La zona seguía siendo la misma: misma tranquilidad (o cantidad suficiente de aburrimiento como para cortarte las venas cualquier domingo por la tarde), mismas escaleras y mismos viejos vigilándote desde un banco. Una casa bastante vieja, hecha polvo, a reformar casi por completo... ¡¡¡y con una niña merendando dentro!! Casi me da un infarto cuando entré en la habitación de una casa deshabitada y encontré a una cría de unos 5 años comiéndose un trozo de bocata y un yogur apoyada en una banqueta y mirándome con cara de “¿qué haces tú en mi territorio?”.
Veredicto: la casa no me mola y la niña me da mucho miedo. Siguiente casa, por favor.

Buscando casa (capítulo 3).

* Casa 6: "los vecinos me dan miedo".

Segundo piso sin ascensor... uuuffff... Pero vamos a darle una oportunidad, que no están las cosas para ponerse tontos. La casa era enorme: cocina gigantesca, dormitorios muy grandes, una pequeña despensa, un baño grande... sólo tenía dos inconvenientes: la zona (excesivamente cercana a una de las peores calles de Bilbao) y el desconcertante cartel que había en el portal y las escaleras: “prohibido tirar basura por la ventana o dejarla en los pasillos”... malo, muy malo. Porque sé por experiencia que, para cuando pones ese tipo de cartel, es que estás hasta las narices de que lo hagan.
Veredicto: si no fuera por los vecinos... Siguiente casa, por favor.

* Casa 7: "¿el gato entra en el precio?".

Ver una casa sin luz es complicado, por mucho que lleves una linterna... y más cuando uno de los dormitorios no tiene ventana (según el subnormal de la inmobiliaria, en una habitación de bebé no es necesaria la ventilación... ¿qué clase de padre es este tío?). Y si a eso le sumas que dentro vive, abandonado, un pobre gato al que llevan unos 3 meses sin cambiarle las piedras, todo empeora. Casi no recuerdo la casa y soy totalmente incapaz de hablar de la distribución, pero recuerdo claramente que estaba llena de mierda hasta límites insospechados y que se me partía el alma al ver al pobre animal, tratando de llamar nuestra atención de todas las maneras habidas y por haber, siguiéndonos y ronroneando como si le fuese la vida en ello. Le puse agua fría, para que al menos no se deshidratase... y estuve a puntito de dejarle una ventana abierta, para que pudiese escaparse. No se le puede hacer eso a un animal. Si no llega a ser porque ahora mismo no puedo tener gato, me lo llevo. Me da igual que en teoría tenga dueño. Tenía que haber llamado a la asociación protectora de animales para que lo rescaten.
Veredicto: “sin palabras... sólo algunas lágrimas por el pobre animal”. Siguiente casa, por favor.

* Casa 8: "la cienciología".

Desconcertante. Creo que es el mejor adjetivo aplicable... a la dueña. Una casa reformada, pequeña, sin ascensor (¡qué raro!) y en un barrio un poco “especial”. Pero lo mejor de todo, sin duda alguna, era la señora que estaba esperándonos. Supuestamente utilizaban la casa como oficina, lo que explica que no le importase que los dormitorios fuesen la cosa más pequeña que te puedas imaginar. Según el de la inmobiliaria (el mismo capullo que dijo lo de que un dormitorio de bebé no necesita ventilación) la entrada era el sitio ideal “para que jueguen los niños”. Desde luego, en el cuarto no entraba ni una caja de legos... pero de ahí a meter a mi niña en un hall como si fuese un paragüero... en fin. La casa estaba llena de libros sobre la cienciología (estuve buscando a Tom Cruise dentro de los cajones... pero no estaba) y la señora, que no paraba de vigilarnos, nos explicó claramente por qué tenía una alarma instalada y cajas fuertes repartidas por toda la casa “tengo un negocio de ropa y lo llevamos desde aquí, de ahí lo de la seguridad... no vayáis a pensar que es un barrio peligroso, ¿eh? Que los vecinos son muy legales... vamos, ¡que son todos vascos!” Toma castaña. No sabía si llorar o echarme a reír. Impresionante.
Veredicto: va a ser que no. Siguiente casa, por favor.

Buscando casa (capítulo 2).

* Casa número 2: "para reformarla así, mejor no hagas nada".

No tenía mala pinta: sexto piso con ascensor, reformada, zona céntrica (cerca de donde he vivido toda mi vida) y cerca del metro. Vamos a ello. El dueño (bueno, el padre del dueño) estaba esperándonos en el portal, como si no se fiase del de la inmobiliaria. Era el típico edificio del año tres antes de cristo al que le han plantado un ascensor en lo que antiguamente era un patio: cumple su función, pero es diminutísimo. El piso resultó ser... indescriptible. La primera impresión (antes de atravesar la puerta de entrada) no era mala: paredes enlucidas pintadas de azul clarito y suelo de madera. Pero repito, eso era sólo la primera impresión. Al entrar descubrías que la cocina estaba en el pasillo, prácticamente no tenía encimera y el fregadero sobresalía de una manera sospechosa... no tardamos demasiado en descubrir la razón... cumplía doble función: también era el lavabo del baño. Y no, no estoy de broma. En pleno siglo XXI, hay gente que tiene la poca vergüenza de pedir una barbaridad por un piso que no tiene lavabo en el baño. Y es que eso no era todo: para entrar en la ducha (por llamarla del alguna manera) había que subirse a la taza del water. Y repito que no estoy de broma. El señor tuvo el detalle de decirme que la anterior dueña, “era “más grande que tú” y cabía perfectamente”... sutíl manera de llamar gorda a una supuesta posible compradora. A parte de eso, el piso tenía unos 25 metros cuadrados, era abuhardillado (algunas ventanas estaban a 5 centímetros del suelo) y, aunque el pobre hombre de la inmobiliaria trató de razonar con él y decirle que si pretendía venderlo tená que bajarle el precio en unos 8 millones (mínimo), el se indignó e insinuó que de 3.000 euros no lo bajaba, y eso si le pillábamos en un buen día.
Veredicto: me tienen que estar vacilando. Siguiente casa, por favor.

* Casas 3 y 4: "las hermanas de la escalera cutre".

Segundo y cuarto piso del mismo edificio... sin ascensor. Las escaleras eran... madre de dios del amor hermoso, qué miedo. Fuera aparte de que eran bastante incómodas de subir (mucho escalón bajo) estaban hechas un cuadro. Los pisos no estaban mal del todo, y menos después de lo que habíamos visto... pero tenían un “yo que sé” que no nos convencía.
Veredicto: Se quedan en la reserva, para un caso de emergencia. Siguiente casa, por favor.

* Casa 5: "el buen feeling".

La casa te tiene que gustar, fuera aparte de las condiciones en las que esté. Y con esta pasó eso exactamente. Un edificio antiguo, el piso hecho polvo (a reformar totalmente)... pero me inspiraba, y mucho. Tenía todas las posibilidades del mundo... si conseguíamos que la dueña entrase en razón y negociase el precio (en teoría estaba dispuesta). Incluso llegué a ir con gente para que me calculase lo que me podía costar reformarlo (una pasta, cómo no). Pero la vieja amargada no entró en razón... y se pasaba de mi presupuesto. Una pena, un chasco... ojalá se le queme y se quede sin poder venderlo.
Veredicto: qué se le va a hacer. Siguiente casa, por favor.

Buscando casa (capítulo 1).

Había oído muchas leyendas sobre la búsqueda de casas... pero no te lo crees hasta que lo vives. Todos los tópicos imaginables sobre el tema se quedan pequeños cuando te pones a ello, es impresionante. Y es que a lo largo de este mes he visto casas (por llamarlas de alguna manera) dignas de ser el telón de fondo de películas de terror con zombies, criaturas salvajes y asesinos en serie que usan la motosierra como cepillo de dientes.
Aquí va un pequeño resumen de las mejores, sin entrar en detalles escabrosos como la cantidad ingente de dinero que piden por ellas, para que os hagáis una idea:

* Casa número 1: "¡¡no quepo!!".

Segundo piso sin ascensor. Mal empezamos. Y más cuando descubro que mis pedazo de pies (un 43, ni más ni menos) no caben en los escalones del portal... y no es broma. El baño... en fin, mi tripa y yo no cabíamos por la puerta (y tampoco es broma), inconveniente que se agravará en los próximos 3 meses, por descontado. La cocina estaba reformada... me parto. Cierto es que los muebles eran nuevos y que había hasta lavavajillas, pero alguna mente enferma había decidido quitarle como medio metro al baño para ampliar la cocina... lo que no sería un mal plan si el baño fuese grande y no hubiesen metido en ese medio metro una encimera con el fregadero... ¡¡¡era imposible acceder hasta él!!! Al menos si tienes carne sobre los huesos, y yo de eso tengo un poco. El dormitorio tenía terraza... buen detalle... si pudieses acceder a ella, claro. El espacio entre la cama y la pared era, nuevamente, demasiado pequeño para que cupiesen mis pies (estoy empezando a plantearme seriamente cortarme los dedos), de modo que tenías que pasar con el culo pegado a la pared y los tobillos girados unos 45 grados, postura de lo más cómoda y práctica, sobre todo si tienes prisa. Pero mi detalle favorito fue, sin duda alguna... ¡¡que para colgar la ropa había que mover el sofá!! Y hablo de un sofá de 2 plazas, de esos que tiene todo le mundo en casa y que, aunque no pesan tonelada y media, tampoco son precisamente ligeros.
Veredicto: se han vuelto todos locos. Siguiente casa, por favor.

10 de octubre de 2008

La vecina.

Todos tenemos vecinos a los que nos gustaría asesinar de la manera más cruel imaginada por la mente del hombre más psicópata del mundo... y a pesar de estar exiliada no me he librado de ella.
Imaginaos que tenéis una casa grande, preciosa, luminosa, con terraza, garaje, trastero y todo lo que pudieseis desear... menos sitio para colgar la ropa. ¿Por qué? Porque tu vecina, esa a la que te gustaría arrancarle los dedos para hacer pinzas para la ropa con ellos y dejarle las dos manos en plan muñón, decidió en algún momento de su vida que quería fastidiarte a ti personalmente y te impidió poner más cuerdas (de esas que van de ventana a ventana).
La razón la desconozco, pero supongo que será algún trauma de la infancia relacionado con que su madre la colgase patas abajo de un árbol.
Así que cada vez que pones una lavadora tienes que colgarlo todo hecho una pasa para que las pobres cuerdas den de sí... y a pesar de todo siempre queda por ahí algún pobre calcetín, triste porque lo has alejado de su familia, y que se vengará de ti poniéndose rígido y raspándote toda la suela del pie, para que sepas lo que es sufrir.
Y esta mañana la he visto. He abierto la ventana y ahí estaba ella recogiendo la ropa de sus dos solitarias cuerdas. Juro que me han dado ganas de tirarle la cesta de las pinzas a la cabeza y decir que ha sido un accidente. Pero como puedo llegar a ser más falsa que Judas he puesto la mejor de mis sonrisas (confiando en tener algún diente manchado de cola-cao para que pensase que soy una bruja mala malísima que crea pócimas de esas super chungas de mal de ojo... o algo peor) y la he saludado cortesmente... lo que no impide que haya tenido todo tipo de pensamientos malvados y que mi plan de hacer que su ropa se caiga al patio misteriosamente siga adelante. Porque yo soy buena (en general), pero mis calcetines tienen derecho a poder secarse con tranquilidad... ¡¡lucharé para defenderles ya que ellos no pueden!!

9 de octubre de 2008

Desde el exilio.

Después de sobrevivir a la mudanza (no sé cómo, porque todavía tengo pesadillas en las que se confunden y me meten a mí dentro de una de las cajas) y a pesar de estar en mitad de la búsqueda de una casa (tema del que prometo hablaros porque no tiene desperdicio), he decidido que ya era hora de volver, retomar el blog y, aunque sea desde el portátil y sentada en la cocina, seguiros contando pequeñas partes de mi vida, bastante ajetreada últimamente.
Espero que sigáis ahí y que no os hayáis aburrido de esperar... ¡¡he vuelto!!

28 de septiembre de 2008

Cerrado por mudanza.


Muchos de vosotros ya sabéis que la semana que viene nos mudamos a Bilbo (¡¡¡vuelvo a mi tierra!!!)... y creo que una de las consecuencias más inmediatas es que voy a estar desaparecida un tiempo.
Mañana vienen a ayudarnos a empaquetar las cosas (madre de dios del amor hermoso... ¿cómo es posible tener tantas "porquerías" en casa?) y a embalar los muebles... ¡va ser muy divertido! Esperemos que salga todo bien y no rompan nada... ¡les estaré vigilando!
Y dicho esto... sed buenos, pasadlo bien y ¡no os olvidéis de mí!
Volveré en cuanto pueda.

25 de septiembre de 2008

¿Podrías contar tu vida en 6 palabras?

Curioseando por el menéame (¡qué raro!), he encontrado esta entrada y me ha gustado tanto que os animo a participar. La idea es sencilla: "describe tu vida en 6 palabras". Las que he visto hasta ahora son frases de seis palabras, pero supongo que también pueden ser sueltas.
Yo estoy pensando en la mía... prometo ponerla en cuanto la medite.
¿Te animas?

El diluvio universal.

Está lloviendo. Poco, al menos a mí me parece poco, pero llueve. Y vivo en Canarias, lo que hace que sea un acontecimiento bastante más especial... y catastrófico.
A pesar de llevar más de cinco años viviendo aquí no me acostumbro a que la gente se encierre en su casa como si las gotas que caen del cielo fuesen ácido sulfúrico y te griten como posesos para que te metas en algún lugar "a salvo" al verte andar por la calle como si nada... ¡¡no voy a encoger por mojarme!! Es posible que me mate, porque el suelo resbala que te mueres en condiciones normales y si está mojado ya es el colmo, pero no me da miedo entrar en contacto directo con la lluvia... aún a riesgo de desteñir.
Pero lo que más me desconcierta de todo es que la gente se abriga. Hace un bochorno de esos pegajosos que hacen que se te meta el calor hasta el tuétano y no te deje respirar, pero como el día está gris (¡me encanta!) la gente se pone camisetas de manga larga y jerseys, como si el hecho de que llueva fuese motivo más que suficiente para vestirse como para ir al Polo Norte y no tiritar ni una vez.
Así que claro, me ven a mí en manga corta, andando como si nada por la acera, con cara de felicidad y piensan que me he vuelto loca... eso, o que soy rara, cosa que no les voy a discutir.
Tampoco pretendo que los paraguas dejen de existir o que nos importe un carajo mojarnos pero, ¿de verdad hay que ponerse así de catastrófico por cuatro gotas? ¡¡¡Sólo es agua!!

11 de septiembre de 2008

Las bolsas del super.

Hay cosas en esta vida que me inquietan y para las que no encuentro explicación: como el amor que sienten algunas personas por las bolsas del supermercado... y es que he visto gente que se abalanza sobre ellas como si en ello les fuese la vida.
Vale, yo también las uso como bolsa de basura (como casi todo el mundo), pero eso no justifica que me lleve 150 bolsas cada vez que compro algo. Hace un par de horas he ido al Mercadona a comprar, literalmente, pan de molde, una barra de pan, un paquete de lomo y un litro de leche... ¡¡¡y he vuelto con 4 bolsas!!!, ¿nos hemos vuelto todos locos?
No he sido yo la causante de semejante aberración ecológica (a ver cuándo empezamos a pensar en las pobres focas que se están quedando sin hielo en el que vivir), sino la dulce cajera que ha visto una embarazada con una cicatriz espantosa en el brazo y se ha ofrecido muy amablemente a meterme las cosas en las bolsa... todo un detalle por su parte, no se lo voy a negar pero... ¿¡¡cuatro bolsas!!?
Puedo entender que separen, por ejemplo, el pescado y los congelados del resto de la compra porque, como todos los humanos sabemos, si un langostino congelado entra en contacto con una naranja, esta última estalla y eso trae consigo una catástrofe nuclear de dimensiones inimaginables, es pura lógica... pero, ¿y el pan Bimbo y la barra de pan?, ¿acaso no son compatibles?, ¿no son familiares cercanos?, ¿por qué hay que separalos entonces?
Separamos las cosas de limpieza de la comida como si en el maletero de nuestro coche se fuese a llevar a cabo una batalla campal entre los objetos de una misma bolsa y nos diese miedo acabar comiéndonos la pasta de dientes y usando el starlux como exfoliante para la cara.
Y es que hay unos supermercados que se jactan de ser ecológicos y que, para demostrarlo, han creado bolsas de plástico transparentes (bastante desagradables para suarlas como bolsa de basura, la verdad... y es que, a mí al menos, no me apetece que mi vecino sepa si chupo bien los huesos del pollo o qué marca de yogur prefiero... pero igual es que yo soy rara)... pero sus amables cajeras meten las cosas de UNA EN UNA en ellas... vamos, que llegas a casa con tantas bolsas que necesitas un armario entero para guardarlas... y eso sin contar con las que hayas ido acumulando hasta el momento.
Quizá la solución sería empezar a cobrarlas (recuerdo que cuando era pequeña, en la panadería, tenías que pagar 3 pesetas por cada una)... o, sencillamente, que la gente nos concienciásemos de que, aunque sean gratis... ¡¡¡no hace falta que nos llevemos todas!!!

3 de septiembre de 2008

Tipos de recuerdos.

Comencemos esta entrada diciendo que el otro día me quedé pasmada ante dos descubrimientos: 1) he estado en la plaza de toros de Bilbo (esa que no sé ni situar en el mapa) y 2) ¡¡he estado en un concierto de Mecano!! Actividades que parece ser llevé a cabo al unísono... vamos, que les vi en concierto en la plaza de toros.
No es que me avergüence de este último hecho, para nada, siempre he considerado que es un gran grupo y ahora entiendo por qué en su momento pedí que me regalaran una cinta (que seguro que todavía está en algún rincón de la casa de mi ama); pero resulta desconcertante que alguien te hable de cosas que has vivido y a las que eres totalmente ajeno... vamos, que te las crees porque no te quema más remedio y porque quien te lo cuenta es de confianza.
Y todo ello (eso y que tengo mucho tiempo libre) me ha hecho reflexionar sobre el tipo de recuerdos que existen en el mundo (independientemente de que sean buenos o malos).

* TIPO 1: Los de verdad.

Son esos recuerdos reales de los que nos acordamos sin tener que recurrir a terapias intensivas con psicólogos en potencian que tratan de desbloquear algún tipo de trauma para creer que se han ganado su sueldo.

* TIPO 2: Los de mentira.

También conocidos como películas mentales. Son más recurrentes durante la infancia ("el año pasado, estando de vacaciones, vi un dragón bañándose en la playa y nos hicimos amigos") y la adolescencia ("que sí tía, que el año pasado me lié con el tío super bueno de clase... osea te lo juro por Snoopy...").

* TIPO 3: Los de "¿¿¡¡¡pero cómo no te vas a acordar!!!??".

En estos mi ama tiene un master. Creo que lo más sencillo es recurrir a un ejemplo para explicar en qué consisten.

- Ama: ¿Te acuerdas de cuando estuvimos en Granada?
- Yo: ... eeeehhhhhh... No.
- Ama: Que sí mujer, que lo pasaste muy bien.
- Yo: Ya, ¿ eso en qué año fue?
- Ama: Déjame pensar... pues en el verano del 81.
- Yo: Ama, nací en el 80... estuve en Granada con año y medio...
- Ama: ¡¡¡Pero cómo no te vas a acordar con la buena memoria que tú tienes!!!

En estos casos lo mejor es recurrir al siempre útil "oye, pues ahora que lo dices sí que me acuerdo", porque si lo niegas te bombardean con más datos que por supuesto tienes que tener grabados a fuego vivo en tu cerebro... aunque pasaran cuando todavía ibas dentro del cochecito de capota.

* TIPO 4 (los peores de todos): Los que son reales pero como sólo tú los recuerdas, se empeñan en decirte que son mentira.

Estos me tienen totalmente traumatizada. Yo tengo buena memoria (a veces me doy miedo a mí misma de lo precisa que puedo llegar a ser), así que cuando sé que algo pasó y me lo niegan... ¡¡¡me cabreo mucho!!! Una vez más, recurramos a un ejemplo (un trauma infantil que me acompañó hasta los 17 años).
Resulta que cuando era pequeña me quedé encerrada con una amiga en la habitación de mi hermano. Posiblemente no fue nada grabe, pero yo lo recuerdo con todo lujo de detalles: la puerta blanca, a mi amiga y a mí sentadas en la cama esperando que alguien la tirase abajo y a la gente al otro lado diciéndonos que no pasaba nada y que en poco tiempo nos iban a sacar.
Bueno, pues eso, QUE ES ABSOLUTAMENTE CIERTO, me lo estuvieron negando hasta los 17 años. Siempre me decían que no lo recordaban y, por tanto, que no había pasado (¡cómo no!); hasta que un día, el año que cumplí 16+1 (no me preguntéis por qué, pero no me gustaba decir 17... tonterías adolescentes), me reencontré con la amiga que había estado conmigo en esa situación... ¡¡¡y ella también se acordaba!!! Siempre le habían dicho que no... ¡¡¡pero por fin teníamos la prueba definitiva!!! De modo que me armé de paciencia y, sentada frente a mi madre, la interrogué hasta que lo reconoció. Fue como ganar una gran batalla, me sentí la reina del mundo. No me había vuelto loca. No me inventaba cosas (parece ser que era la habitación de mi hermano pero en una casa de veraneo... detalles insignificantes). Los que tenían mala memoria eran ellos.
Como este ejemplo, hay muchos más. Y es que los adultos (yo no seré uno de ellos hasta que cumpla... no sé, 120 años) son malos y tratan de borrar los recuerdos ajenos intentando ocultar que su memoria falla.
Por eso quiero hacer un llamamiento desde aquí a todos los recuerdos frustrados, semiolvidados y negados del mundo... ¡¡uníos y mostraos al mundo!!

2 de septiembre de 2008

Hoy soy un poquito más feliz...

... ¡¡¡porque ya tengo el nuevo catálogo de Ikea!!!
Es como en Navidad, cuando abres los regalitos, comes bombones Ferrero como un animal y engordas 7 kilos de golpe a base de langostinos, jamón y Suchard... ¡¡pero sin tener que ponerte a dieta después!!
Y es un catálogo más especial aún (si cabe) porque es mi último catálogo canario... ¡a partir de ahora tendré uno de Bilbo! (por cierto, querré mucho muchísimo al primero que me lo consiga... y más aún si me lo lleva al aeropuerto el día 1, para que nos vayamos conociendo).
Todavía no lo he abierto, tan sólo lo tengo a mi lado, junto al teclado, mientras trato de prepararme psicológicamente para todas las novedades que descubriré dentro y que, por supuesto, querré comprar... ¡¡qué emoción!!
Y es que sólo hay una revista equiparable a esta: el catálogo navideño de juguetes de "El Corte Inglés"... ¡y para ese todavía falta tiempo!
A disfrutar se ha dicho :)

25 de agosto de 2008

Esos momentos.

Todos padecemos más de lo que nos gustaría esos momentos en los que la situación es tan violenta que te quieres morir o por lo menos que te abduzcan los marcianos y te devuelvan a la tierra 50 años más tarde (aunque creo que caerte al suelo de bruces, a un charco, en un día lluvioso, delante del chico que tú consideras más guapo del mundo y que por supuesto te gusta y no sabe que tú existes sólo me pasa a mí, ¿verdad?) y yo pensaba hasta hace un par de años que subir en el ascensor con el vecino al que no entiendes cuando te habla y al que siempre respondes con monosílabos y movimientos de cejas suplicando dar la respuesta acertada era una de las peores situaciones... hasta que vine a a vivir a un segundo piso sin ascensor... y con una señora mayor de vecina.
Cabe decir que desde que se ha echado novio parece que ha rejuvenecido unos 20 años y que a veces me parece tener más vitalidad que yo, pero aún así cuando llegamos a casa al mismo tiempo siempre te dice "sube tú primero, que vas más rápido"... ya...
Puedes tener los pies llenos ampollas, llevar 7 horas fuera de casa y desear que venga un perro rabioso para que te los devore o incluso venir cargada del súper con 800 bolsas que pesan unos 2.000 kilos cada una... pero ella supone que vas a ser más rápida. Cómo no.
Y claro, eso no es lo peor... nooooo... lo peor es que, como va detrás de ti, eres plenamente consciente de que te está mirando el culo. Es lógico, es lo que tiene ir delante, pero no resulta nada agradable saberlo. Entonces empiezas a intentar ir más rápido sin resoplar (no vaya a parecer que no puedes ni respirar), al tiempo que tienes que contestar a frases chorras del tipo "estas escaleras cada día cuestan más, ¿eh?" y sonreír, porque aunque vaya tras de ti, como buena viejecilla que es, te está viendo la cara (debe de ser un poder que se adquiere con la edad) y vigila cada uno de tus gestos para contárselos a las vecinas.
Y hoy, para no variar, lo he sufrido con 30 grados en la calle, una tripa de 5 meses, dos bolsas del súper... y la vieja detrás, metiendo prisa y midiendo mentalmente mi culo... ¡qué horror!!

24 de agosto de 2008

Busco casa adoptiva.

No, no es para mí. Y no, tampoco me he vuelto loca. Lo cierto es que la casa adoptiva es... para mis peces.
Dentro de poco más de un mes me mudo (ya os contaré... ¡¡cuando se acerque más la fecha!!) y no me los puedo llevar conmigo porque, aunque me gustaría, dudo mucho que aguanten 3 horas metidos en un avión (más el tiempo que pasas en el aeropuerto en este tipo de viajes, claro).
Así que busco soluciones. Se me ha ocurrido echarlos en un diminuto estanque que hay en un parque relativamente cercano a casa porque allí hay Guppies y supongo que los míos sobrevivirían, al menos la inmensa mayoría pero... ¿qué hago con los dos arlequines?, ¿y con mi querido comepiedras? No los puedo soltar allí porque se morirían fijo (sobre todo el comepiedras, que se asusta con nada y lo mismo le da un infarto en cuanto se cruce con una rana 10 veces más grande que él)... me da dolor de corazón sólo de pensarlo.
Así que pasé por la tienda de peces a la que solemos ir habitualmente y les propuse una adopción... la chica me miró muy raro y yo creo que no me echó de la tienda porque al verme embarazada pensó que serían las hormonas... sea como sea, y cuando se lo expliqué todo, no le pareció una idea demasiado descabellada acogerlos en la tienda y meterlos en los acuarios enormes en los que tienen las plantas que venden. De todos modos, me dijo que tenía que hablar con la encargada... cosa que no he hecho aún.
Y es que, aunque no me parece una mala solución (es mejor que tirarlos a la taza del water, eso seguro), me da como cosa que se queden allí... pobrecillos... es como cuando un señor mayor dejaba a su gata en el veterinario cuando se iba de vacaciones... vale que no parecía pasárselo demasiado mal (le hago eso a la mía y no me habla nunca más por maltrato gatuno... y razón no le faltaría), pero dejarla con la persona que la "torturaba" con cierta asiduidad no me parecía demasiado humano... pero bueno, volvamos al tema.
Mis peces no han visto "Buscando a Nemo" (gran película, todo sea dicho), no vaya a ser que cojan ideas y bastante tengo con que uno de los Guppies siempre se meta en el tubo cuando le cambio el agua, pero creo que puede ser duro para ellos ver a su alrededor un montón de peceras llenas de parientes lejanos apiñados y que desaparecen en bolsitas... ¿y si recuerdan la traumática infancia que tuvieron hasta que los adopté y les di un hogar?, ¿y si se deprimen por no tenerme ahí para incordiarles de vez en cuando?, ¿y si se vuelven locos y saltan del acuario a las 4 de la mañana y como la tienda está cerrada nadie se entera y se mueren ahí solitos, en el suelo, dando saltitos desesperados por volver al agua?
Por eso busco una casa adoptiva que los quiera y los cuide; son pequeñitos, casi no comen (con un par de escamas para todos llega de sobra) y los Guppies tienen crías... ¿alguien que viva en Las Palmas les quiere dar un hogar?

19 de agosto de 2008

Pagando la deuda.

No sé si lo recordaréis, porque ha pasado tanto tiempo que a poco más y se une con el siguiente aniversario, pero cuando mi blog cumplió un añito hice un sorteo entre todos los que pusisteis comentarios y ganó Valkiria.
Y ayer, por fin, después de muchos meses de correos electrónicos y tras envolver su regalo, nos conocimos.
Fue un auténtico placer Ana, de verdad. Un millón y medio de disculpas por haberte hecho esperar más de media hora (¿te puedes creer que aún no me he recuperado del sofocón?... jejejeje...), espero que pienses que mereció la pena no fugarte del restaurante y dejarme en la estacada... ¡aunque casi me lo merecía!
Prometo que nos veremos muchas veces de aquí a octubre porque, entre otras... ¡¡te debo un batido de helado!!
Espero que disfrutes el regalo :)

13 de agosto de 2008

El dedo que no se cura.

Tengo un dedo que no se me cura. Yo no sé si es que el pobre es gafe o es que es la prueba viviente de que soy un poco torpe... pero creo que va a ser la segunda opción...
Es el dedo corazón de la mano derecha... vamos, que más en medio no puede estar. Creo recordar que lo primero que le pasó fue que me lo corté con una tijera (o un cuchillo, no estoy muy segura) y estuvo una temporada cubierto por un tirita. Cuando decidí descubrirlo y enseñarle mundo aún estaba sensible y yo, que soy más bruta que un arado y no me acordaba, me puse a lijar una caja de madera y conseguí una ampolla preciosa justo en la yema del dedo, en la parte que estaba en periodo de recuperación.
Tras muchos días con la bendita ampolla incordiando, y cuando parecía que empezaba a curarse del todo, me lo quemé sacando la bandeja del horno... y vuelta a empezar...
Y por si eso fuera poco, el otro día me corté de nuevo al limarme las uñas... ¡¡¡pero qué me pasaaaaaaa!!!, ¿por qué lo torturo de semejante manera?
Ahora mismo tiene la piel tiesa, como las caras de las viejecillas ricas que salen en los programas sobre familias con pasta de Beverly Hills. A simple vista puede parecer un dedo normal pero yo, que vivo con él, sé que está psicológicamente trastornado y que tiene tendencias suicidas (hace cinco minutos estaba preparando la comida y ha saltado como un loco al filo del cuchillo... eso no es sensato hombre...).
Sé que lo normal sería asumir mi culpa y reconocer que la causante de todos sus males soy yo pero... ¿y si en realidad es un dedo mártir?, ¿y si su meta vital es suicidarse en pro de la evolución para que mis hijos nazcan sólo con 4 dedos, funden una fábrica de guantes con 4 dedos y se hagan multimillonarios?, ¿y si yo, al intentar protegerlo de su instinto amputador, estoy guiando a mi familia a la pobreza más absoluta... y encima con un dedo más que alimentar?, ¿y si soy el eslabón perdido entre los humanos y los Simpsons?
Dios, cuanta responsabilidad...

10 de agosto de 2008

¡Por fin conozco a Wall-e!


Hace tiempo os hablé de Wall-e, incluso puse el trailer en el blog... y hoy vuelvo a hablaros de él porque... ¡¡¡es una ricura!!!
Ayer fui al cine a ver la peli (dos entradas, palomitas, un litro de agua y gominolas... soy un poco más pobre, pero no importa) y sólo puedo decir una cosa... ¡¡¡me encantaaaaaaa!!!
No es sólo altamente recomendable, sino que creo que todos deberíamos estar obligados a verla... un par de veces, mínimo.
Soy fan incondicional de Disney y, por extensión, de Pixar... y creo que puedo asegurar que Wall-e es uno de los personajes más entrañables y adorables que han creado hasta el momento... ¡¡yo quiero uno!!!
Un último consejo: intentad ir al cine sin saber el argumento de la peli, así se disfruta más... ¡¡LARGA VIDA A WALL-E!!

6 de agosto de 2008

He visto uno...

Todavía no me he recuperado de la impresión, pero puedo afirmar que... ¡¡los billetes de 200 euros existen!! He visto uno en el supermercado esta mañana... ooooohhhhh...
He ido ha comprar una barra de pan y algo para comer y, en la cola, delante de mí, había una pareja de unos 70 años (aunque a saber qué edad tendrían en realidad, porque siempre he sido malísima calculando años) con un carro repleto de cosas. Después de pasar todo por la caja y de tirarse como siete años y medio metiéndolo en bolsas, la cajera les ha dicho que eran 17o euros (algo más, creo), con lo que la señora se ha puesto a rebuscar en su cartera y monedero, tratando de reunir toda esa pasta y, como está visto que no lo lograba, le ha dicho a su marido (o lo que fuese): "¿tienes 20 euros?".
El señor se ha quedado mirándolo en plan "creo que no voy a tener, pero voy a mirar por si acaso" y, bajo la atenta mirada de la cajera (y la mía, que soy un poco cotilla y necesito nutrirme de historias que alimenten este blog)... ¡¡¡ha sacado un billete de 200 euros!!! Qué fuerte. Yo pensaba que su existencia era parte de una historia urbana.
Me he quedado atónita, sin poder apartar la visión del amarillo billete y el hombrecillo poseedor del tesoro me ha sonreído, así que supongo que la sensación de tener la mandíbula desencajada y de estar sudando a mares por la sorpresa era real...
La cajera ha disimulado mejor que yo, todo hay que decirlo, pero la he visto un poco apurada intentando localizar el sitio correcto donde meterlo en la caja registradora (que como mucho tenía billetes de 50 euros)... tanto que al final lo ha doblado y lo ha escondido debajo de un fajo, a buen recaudo.
Han pagado, se han ido... y me han dejado a mí, con el corazón en un puño y pagando los 3´51 euros con la tarjeta de crédito... ¡es lo que tiene ser pobre!

31 de julio de 2008

¿Qué pasaría si fuese rica?

Ayer por la tarde estábamos dando una vuelta cuando al pasar por delante de una administración de lotería vimos un cartel en el que ponía: "bote: 17 millones de euros"... ¡¡eso son muchos millones!! Entonces, como es habitual en los humanos, nos pusimos a divagar sobre qué haríamos con ese dinero.
Fuera aparte de lo típico de "me compraría una casa enorme con piscina" (¿una?, con esa pasta me compro tres o cuatro), intentamos ir más allá: ¿cambiaríamos?, ¿seguiríamos teniendo los mismos gustos?, ¿o nos convertiríamos en esa gente rica que sale en la tele y que tiene hasta los tapones de la bañera de oro?
Yo sé que me montaría un taller de manualidades del copón (no descarto contratar a alguien para que lije las cosas... ¡¡es una lata!!) y que les compraría una casita a mis peluches donde estuviesen protegidos del polvo y no existiesen esos carteles estúpidos que hay en las jugueterías en los que pone "prohibido tocar" (¿cómo se puede comprar alguien un peluche sin achucharlo primero? es absurdo...). Pero la duda es, ¿seguiría buscando tiendas baratas de pegatinas?, ¿me compraría todos los peluches que me gusten sin tener que sacrificar darles un hogar por falta de sitio y dinero, que es lo que me pasa ahora?, ¿seguiría comprando los DVD de Disney en el "Media Market" porque son más baratos que en la "Disney Store"? Hacer todas esas cosas son parte de mí, al igual que tener un Clio que no puede correr mucho (nunca he superado los 100 km/h y no necesito más... aunque quizá me gustaría uno con aire acondicionado), un reloj de pulsera sin diamantes rosas incrustados en las manillas, y un móvil que no puede viajar al espacio él solo, contactar con los marcianos y volver a contarnos qué le han dicho.
Es fácil decir "yo seguiría siendo como ahora" pero... ¿de verdad nos gustaría seguir siendo pobres... pudiendo ser ricos?

30 de julio de 2008

Confesión.

Ayer me salté un semáforo en rojo. Sin querer, por supuesto.
Iba toda feliz conduciendo por una carretera relativamente conocida (hacía tiempo que no pasaba por allí) y, al salir de la rotonda vi el paso de cebra... pero no vi el semáforo. Cuando estaba atravesándolo descubrí la luz roja por el rabillo del ojo, mirándome inquisitiva, y escuche un "te acabas de saltar un semáforo"... ¡¡¡¡¡¡lo sientooooooooo!!!!!!
Hacía tiempo que no me sentía tan mal, de verdad. Creo que hubiese sido capaz de dar marcha atrás para pararme allí a esperar que se pusiese en verde... pero hubiese sido peor el remedio que la enfermedad.
Cierto es que no hubo ninguno peligro porque no regulaba ningún cruce, era uno de esos que "sólo" sirven para que los peatones crucen (y no había nadie, eso puedo asegurarlo)... ¡¡¡¡pero me lo salté!!!! Me auto-impuse un castigo (no me comí el helado italiano rico que íbamos a tomar con unos amigos) y pasé los siguientes 5 minutos diciendo en alto "perdón, perdón, perdón"... pero desde aquí reconozco mi error y prometo fustigarme con un látigo de cuero rosa y echarme vinagre con sal sobre la herida, para aprender la lección.
¡MEA CULPAAAAAAAAA!

25 de julio de 2008

Buscando el sol... que más quema.

Empecemos haciendo dos aclaraciones:
1ª A pesar de ser de Bilbo, y tal y como muchos de vosotros sabéis, vivo en Canarias.
2ª ¡¡No es verdad que no me gusta la playa!!
Ahora es cuando me explico.
Soy blanca... muy blanca. De hecho, me atrevería a decir que soy transparente (tanto que brillo en la oscuridad, como las pegatinas con forma de estrellita que tenía en el techo de mi antigua habitación). Y me quemo con nada. Da igual que me eche cremas de alta protección (incluso extrema), me esconda en las sombras de las palmeras o me entierre en la arena; la primera vez que estuve en esta isla acabé como un langostino a la parrilla... ¡¡y sólo por dar un paseo en la playa!! Y eso explica, entre otras razones, que la gente piense que no me gusta la playa... ¡¡porque nunca estoy dispuesta a ir a las horas que quieren ir!!
Mi marido y yo solemos ir al sur, a eso de las 5 de la tarde y a una playa enorme en la que no hay un paseo cerca donde se ponga la gente a mirar cómo se te marca el michelín (¿por qué nos da vergüenza que nos vean en ropa interior y tenemos que estar a gusto en bañador?, ¡¡¡pero si son más indiscretos todavía!!). Las cosas como son: para cuando llegamos la gente está levantando el campamento y ya no sientes que el sol te arranca la piel a tiras, pero es la única manera de no acabar como un camarón cocido. Si por mí fuera, me tiraría la vida metida en el agua o haciendo castillos de arena, en contra de lo que cualquier persona que me conoce diría. ¿Y la piscina? La última vez que estuve en un hotel con piscina salía del agua porque Antonio me "obligaba" para echarme crema, que sino podía estar todo el día dentro... y no estoy exagerando.
Así que no entiendo cómo la gente va a achicharrarse al sol a las 2 de la tarde y luego te ponen carita de pena cuando se abrasan... ¡yo se lo advertí! Una amiga mía, que según ella no se había quemado nunca, acabó con un bote de aftersun como mejor aliado... ¡pero sigue "enfadándose" conmigo porque no voy con ella a la playa a esas horas!
Hay cosas incomprensibles, y esta es una de ellas.
Así que, que quede claro: me gusta la playa, me encanta la piscina, mi capacidad para estar tumbada al sol sin hacer nada ronda los 15 minutos (como máximo)... ¡¡¡y nunca iré con vosotros a la playa!!! Mis michelines me lo prohíben.

16 de julio de 2008

Uno de esos días.

Hay días en los que te despiertas y cuando sacas un pie de la cama quisieras poder desaparecer. Sin embargo hay otros días en los que lo ves todo diferente; posiblemente no haya cambiado nada, ni tan siquiera el tiempo, pero la forma de ver las cosas pasa de ser negro azabache a gris... oscuro, pero gris.
Y hoy es uno de esos días. ¿Por qué? No lo sé. Quizá por la fuerza que me da mi pequeña Ixone o porque la gente que me quiere me demuestra que podré conseguirlo, sea como sea. Hace algo más de 5 años me aventuré en el mayor viaje de mi vida y fue un riesgo. Sabía que iba a salir bien. Lo sentía. Y así fue.
5 años más tarde voy a cometer una locura aún mayor... pero sé que va a salir bien. ¿Por qué? Por la gente que me quiere. Por la gente que me necesita (y a la que necesito). Por el futuro de mi niña. Y porque hay cosas que se saben. Sin razón aparente. Sin motivo alguno.
Mi vida va a cambiar. Y va a cambiar a mejor. Eso seguro.
Eskerrik asko, desde lo más profundo de mi corazón, a todos los que me estáis a ayudando a dar este paso. No podría hacerlo sin vosotros.

12 de julio de 2008

Sigo viva.

No me he ido de vacaciones.
No me han abducido los marcianos.
No me han secuestrados los carritos del supermercado.
Si estoy desaparecida es porque me están pasando muchas cosas a nivel personal y, tristemente, no son precisamente la alegría de la huerta.
Sé que los que leéis este blog lo hacéis para estar un rato entretenidos y, como hay situaciones a las que no se les puede buscar el lado cómico, últimamente no me siento con fuerzas (ni ganas) de ponerme frente al teclado y contaros nada.
Pero volveré. Prometido. No os olvidéis de mi, ¿vale?

29 de junio de 2008

La rebelión de los carritos.

Ayer comenzó el principio del fin. Lo que todos los humanos sabíamos que llegaría en algún momento y rezábamos porque no ocurriese en nuestra presencia... se hizo realidad. Y es que, delante de mis propios ojos, los carritos del supermercado comenzaron a apoderarse del mundo. Lo descubrí en el parking de un centro comercial al que acudo con bastante regularidad y en el que, en contra de lo habitual, había carritos por todas partes. No estaban en fila como siempre (atados con cadenas como si fuesen esclavos), sino ocupando plazas de aparcamiento, impidiendo la entrada a determinados carriles y alguno que otro desperdigado, como si fuese el vigía de la zona.
Y tuve miedo, mucho miedo porque, ¿qué pasaría si finalmente se revelasen contra nosotros? Razones no les faltan, desde luego. Están ahí, ansiosos porque alguno de nosotros lo adopte y le dé un hogar calentito y cariñoso... y nosotros sólo los utilizamos como mulas de carga, los abandonamos de nuevo a su cruel destino y, lo peor de todo, si están tullidos no los queremos; los apartamos cuando tienen el manillar roto, están demasiado mugrientos o se les tuerce alguna rueda hacia un lado... ¿pero por qué somos tan crueles?, ¿acaso pensamos que por ser de metal no tienen corazoncito?, ¿que por parecer cárceles con ruedas no tienen derecho a que se les quiera?, ¿que por ser un híbrido satánico entre cuna y cochecito de paseo no se merecen una vida digna?
Una vez escuché que ellos son el segundo vehículo de cuatro ruedas mas utilizado en el mundo... ¿qué vamos a hacer si desaparecen?, ¿por qué no somos capaces de apreciar su trabajo y su sacrificio? Porque nadie quiere pensar que el carrito al que están unidos por la cadena y que nosotros soltamos con un euro igual es su mamá, a la que no volverá a ver nunca más por nuestra culpa y que quizá por eso está triste, no va recto y se empotra contra las baldas...
Y es que los humanos no tenemos corazón.

19 de junio de 2008

¡¡¡¡Los encontré!!!

El los últimos años me he dedicado a recopilar las "series de nuestra infancia" y en las últimas Navidades di por terminado el trabajo... con una espinita clavada. A pesar de haber logrado unos 500 vídeos de series, dibujos animados, anuncios y programas míticos con los que crecimos los de mi generación (y alrededores) y, aún sabiendo que no estaban todas (mi memoria no da para más), siempre tuve la sensación de que , sin estos pequeños bichitos mi particular colección no estaba completa... y hoy, de manera absolutamente accidental... ¡¡los he localizado!!
Os presento a los "Nabucodonorcitos" (está en inglés, pero es que no consigo localizarlos en castellano), los diminutos habitantes de las macetas de Epi y Blas. Gracias a ellos las plantas de la casa de mi amama estaban llenas de casas hechas de "lego" y de "Pin&Pon"s.
¡¡Qué recuerdos!!

El tiempo de espera.

Desde que tengo este blog he descubierto que me molestan muchas más cosas de las que pensaba porque muchas de las entradas comienzan con un "hay cosas que me cabrean"... y esta es una de ellas.
Ayer fuimos al dentista a que torturasen un poquito a mi marido (¡¡pooooobre!!) y pasó lo de siempre: llegamos puntuales, incluso me atrevería a decir que con 5 minutos de antelación... ¡¡y no entramos en la consulta hasta 50 minutos después!! No lo entiendo: o estamos todos todos tontos o es que la gente no sabe interpretar los relojes (debieron de perderse ese capítulo de "Barrio Sésamo").
Por supuesto, tú no puedes llegar tarde; si lo haces te miran como si hubieses matado a alguien de la manera más cruel del mundo y te dicen que ya han pasado a alguien en tu hora y que tienes que esperar... ya... yo llego tarde la única vez en la vida en la que van puntuales... ¡¡qué causalidad!! Y es que es imposible ir al médico (de cualquier tipo) y entrar a la hora. Yo llegué a estar esperando a mi doctora 50 minutos porque llegué 3 minutos tarde... ¿pero qué tipo de venganza es esa?, ¿te graban con cámara oculta mientras te vas cabreando por segundos y la ven mientras se toman un café?, ¿tienen algún tipo de concurso en plan "vamos a ver a cuántos pacientes podemos cabrear hoy: el vencedor se lleva un crucero por el mediterráneo"). Sé que hay gente que pensará: la culpa no es de ellos, es de los que les dan citas cada 5 minutos... ¡¡¡pues que despidan a ese inepto!! Porque en 5 minutos no te da tiempo de sentarte en la silla, decirle al médico que te duele la garganta, que te la mire y que te dé un receta... ¡¡normal que vayan siempre tarde!!!

El gen machote.

Existe un gen en el cuerpo de los chicos: el gen machote. Llevaba tiempo sospechándolo pero esta semana he podido corroborar mi teoría gracias a la Eurocopa (o lo que sea eso que hace que haya fútbol en la tele día sí, día también).
Normalmente cuesta apreciarlo porque al 99% de los tíos les gusta el fútbol.. es una realidad indiscutible. Pero siempre hay excepciones y, en esos casos, es cuando actúa el gen: da igual que el individuo en cuestión nunca vea fútbol, que no se entere de si el equipo de su ciudad está en primera o en segunda (¿por qué hay segunda A y segunda B en vez de tercera y cuarta?), que se la traiga bastante floja los fichajes al comienzo de la Liga o que no le traumatice que un jugador se cambie de equipo... siempre que haya un partido en al tele te mirará y te dirá "déjalo un momento, a ver cómo van". Es altamente probable que no sepa quién está jugando, si el partido es amistoso o la final de algo o si ha oído hablar alguna vez de los equipos, la cuestión es que el gen machote se activará y le dejará pegado a la pantalla durante, como mínimo, 10 segundo.
Y todo esto me lleva a pensar... ¿existirá una versión femenina de ese gen?, ¿estaré yo también afectada por ella?, ¿será por eso que siempre que pillo patinaje artístico en la tele lo dejo?
Qué miedo.

15 de junio de 2008

Jajajajajajaja...

Curioseando (qué raro) por el "Menéame" he encontrado esta entrada que me ha hecho morirme de risa. Quizá a algunas personas pueda resultarles demasiado salvaje pero... ¡¡a mí me ha parecido buenísima!!
Sólo espero que cuando nazca mi ñajito nadie tenga que recurrir a ninguna de estas frases...

8 de junio de 2008

Mi cara de buena.

Creo recordar que alguna vez os he hablado de que soy como una especie de imán andante para los testigos de Jehová, las señoras que te quieren salvar del demonio ("¡la juventud de hoy en día es la reencarnación de Satanás!") y todo tipo de personajes que "atacan" a la gente por la calle... y es curioso, porque es algo que no termino de comprender.
Por lo general estoy en mi mundo: soy capaz de ir por la calle totalmente abstraída, pensando en mis cosas y no enterarme de nada de lo que ocurre a mi alrededor (todavía no sé por qué nunca me ha atropellado en un coche); es herencia paterna, porque mi aita es igualito. Una vez bajó a buscarme en unos Carnavales porque me había "perdido"; bueno, pues se cruzó conmigo (y vuelvo a repetir que me estaba buscando) y no me vio (¿te acuerdas de ese día, aita?).
Y el otro día me volvió a pasar... al salir del médico. Iba cargada con una caja bastante grande, un libro de 600 páginas, una bolsa llena de cosas de la farmacia (lugar donde me confundieron con un comercial de cremas para el cuerpo... pero esa es otra historia) y un montón de papeles más. Todo esto lo llevaba en el brazo bueno claro, porque el malo es bastante inútil y más a la hora de cargar pesos. La cuestión es que, frente a mi, había un taxi parado con una señora de unos 800 años delante de él. Estaba hecha un cromo, la verdad. Parecía a punto de sufrir un infarto o algo peor. Y, por supuesto, a pesar de que había gente a mi alrededor y que estábamos a la puerta de un ambulatorio lleno de celadores... ¿a quién se le quedó mirando? ¡¡¡a mí!!, ¡¡cómo no!! Empezó a balbucear contra la seguridad social porque no le ponían una ambulancia para ir al médico y, aprovechando que estaba bastante apabullada por la situación... ahí que se me colgó del brazo malo para que la ayudase a subir unas 30 escaleras.
Y no, no fue un gran plan. Porque cargar con un sólo brazo unos 8 kilos de cosas ya es una tarea bastante poco agradable, pero que además una viejecilla se cuelgue de mi brazo malo y haga fuerza en él cada vez que subía un escalón, fue de todo menos divertido.
Pero ahí estaba yo, a modo de bastón humano, esquivando a la gente que bajaba a toda velocidad para que no empujasen a mi nueva "amiga" (y a mí con ella, que tonta no soy) y dándole las gracias a una celador que me abrió al puerta... ¡¡manda huevos!!
Conseguí dejarla sentada en una silla (y sentarla fue complicado, muy complicado) y, tras explicarle en 300 idiomas que tenía que irme y que no podía quedarme con ella toda la mañana, salí despavorida, no sin antes tener que aguantar que el celador que "tan amablemente" me había abierto la puerta me dijera "¡pensé que venía con ella!, sino la hubiese ayudado a subir!".
Y es que estas cosas sólo me pasan a mí, porque estoy convencida de que si pongo un circo no sólo me crecen los enanos, sino que las pulgas se fugan con los elefantes, los acróbatas se parten la crisma y los payasos pillan una depresión.

4 de junio de 2008

La maldición de la tostada.

Todos conocemos leyendas urbanas y mitos difíciles de creer... pero en mi vida, al menos desde que tengo uso de razón, ha existido una maldición: la de la tostada. Pero hoy es un gran día, porque he sido valiente, he reunido todas las fuerzas que tenía por ahí escondidas (incluso la que se ocultaba en la punta del calcetín) y he sido capaz de hacerle frente... ¡¡y vencer!!
Pero vayamos al principio. La maldición de la tostada comenzó muchos años atrás, la primera vez que mi ama hizo tostadas de carnaval (en carnaval, lógicamente). Aunque mi hermano y yo éramos un poco repelentes (en lo que a alimentación se refiere, por supuesto) y sólo nos comíamos los bordes (y las zonas donde se apretujaba la canela, que es lo más rico de todo), las tostadas desaparecían a la velocidad del rayo, casi sin tiempo para dejarlas enfriar y meterlas a la nevera... menos una.
Siempre quedaba una en el plato. Triste. Solitaria. Acomplejada pensando que la culpa era de no tener suficiente canela o demasiado azúcar. Traumatizada por no comprender por qué devorábamos a sus hermanas y sin embargo no nos acercábamos a ella. Nunca encontré una explicación razonable: quizá era vergüenza por comernos la última, vagancia por tener que llevar el plato (ya vacío) hasta la fregadera o, sencillamente, una vertiente más del instinto natural que me impide tomarme el último sorbito del cola-cao. Finalmente, con el paso del tiempo, desaparecía (siempre fue un misterio su destino final).
Con los años he comprobado que la maldición, lejos de desaparecer, ha ido conquistando nuevos terrenos: la última rebanada del pan Bimbo, el último trozo de bizcocho de limón (esto sólo pasa si mi kuñau no anda cerca), la última galleta "príncipe de Beukelaer"... y el último morenito.
Por si alguien no sabe qué es un morenito (cosa que espero no pase, porque son una de las delicias de la tierra... junto a los gusanitos Rufinos), explicaré que se trata de una especie de galleta cubierta de chocolate (está mucho más rico de lo que suena) que fue alimento básico durante mi infancia y que deberían probar todos los seres humanos.
En Canarias, por algún motivo maquiavélico que no alcanzo a comprender, no venden, así que cuando voy a Bilbo me traigo un cargamento completo que distribuyo en el congelador, en los armarios de la cocina... y en la mesilla de noche, por si me entra la neura a las 4 de la mañana.
Bueno, pues de todos los que traje en Navidad... sólo quedaba uno, como no podía ser de otra manera. Estaba en la balda superior del congelador, expectante cada vez que se abría la puerta y mandándome mensajes telepáticos a todas horas.
Y hoy, guiada por el ñajito y por la acuciante necesidad de comer chocolate... me lo he comido. He sido capaz de comerme el último morenito... aún sabiendo que no puedo conseguir ninguno más, que aquí no venden, que tendré que esperar a que algún alma caritativa me mande un cargamento (¡¡¡amatxuuuuu!!!)... pero me siento poderosa, porque me he enfrentado a la maldición yo solita y he salido vencedora... ¡¡ahora sólo falta que llegue Carnaval para hacer tostadas y comerme la última!!

31 de mayo de 2008

Un monólogo para llorar... de risa, claro.

Hace tiempo tuve la oportunidad de escuchar un monólogo sobre la seguridad en los aeropuertos y puedo asegurar (con permiso de Piedrahita) que jamás había llorado tanto de risa en tan poco tiempo.
Lo busqué... y no conseguí encontrarlo... hasta anoche.
Aquí os dejo un fragmento (lo siento, es todo lo que he encontrado)... ¡espero que os guste!

23 de mayo de 2008

Mi lavadora...

... tiene voluntad propia... ¡¡y es muy terca!!
Yo no sé qué le pasa últimamente, pero es como si estuviese atravesando una adolescencia rebelde y le diese por llevar lo contraria... ¡¡necesito una psicólogo de lavadoras!!
La verdad es que no me complico demasiado la vida y siempre lavo la ropa igual (agua fría y un programa de hora y media, más o menos), pero desde hace un par de meses, ¡mi lavadora hace un prelavado! Así, sin más. Sin preguntar. Sin avisar (que te vas tú toda feliz a hacer un recado y cuando vuelves descubres que la ropa está sin lavar... ¡qué bien!). Sin dar explicaciones a nadie. Y, por si todo eso fuese poco se pone en plan borde y, por no dejar, no me deja ni abrir la puerta.
No había hecho nada así desde que mató la mantita y yo pensé que se había formalizado, que era una lavadora buena y bondadosa y que trataba a todas las cosas igual... pero está visto que no. Porque encima es selectiva: casi nunca hace prelavado con las sábanas, sólo se ceba con el resto de la ropa... ¿será que tiene envidia porque ella no usa calcetines ni camisetas?
¿Qué puedo ofrecerle para que se comporte como un electrodoméstico normal y no me traicione?, ¿existe algún tipo de chantaje emocional aplicable a una lavadora?, ¿le intimidaría si le amenazo con usar jabón cutre del "todo a cien"?

13 de mayo de 2008

La (extraña) visita al dentista.

Hoy he ido al dentista a una revisión... y ha empezado raro el asunto, porque la semana pasada fui a una limpieza y, aunque la lógica dice que sería más normal hacerlo al revés (primero revisión, después limpieza) se empeñaron en hacerlo así. Pues vale.
Detalles sobre la limpieza aparte (a la chica debieron caerle mal mis encías porque se cebó con ellas a gusto, sobre todo con la zona de las paletas superiores), lo de esta tarde ha sido como una especie de película de ciencia ficción.
He entrado en la consulta, he mirado con respeto a la camilla esa que tienen y que acojona sí o sí (casi tanto como la del ginecólogo), me he sentado y me he preparado para el foco en la cara y para ser interrogada por un ser extraño que sólo tiene dos ojos y una mascarilla en la cara.
"Me recuerdas a mi prima" (esa ha sido la primera frase que he oído)... "bueno, quizá te pareces más a mi tía... pero en joven, claro" (¿es cosa mía o me está haciendo la pelota?)... "¿cuántos años tienes?, ¡¡28!! pues pareces más joven" (definitivamente , me está haciendo la pelota).
Después de eso me ha metido un espejo en la boca, me ha sobado los labios, ha estado a punto de desencajarme la mandíbula y me ha empezado a echar aire a través de un tubito... ¿para qué? Es un misterio para mí. Entonces se ha apartado, se ha quitado la mascarilla (todo esto lo supongo porque entre que estaba sin gafas y tenía la luz en la cara no veía demasiado bien, la verdad) y ha dicho "con bocas como esta, los dentistas nos arruinaríamos".
¡¡Mola!!
Parece ser que tengo la boca genial, sin una caries, ni una mínima inflamación; me ha pedido que no haga propaganda del cepillo y la pasta de dientes que uso (el cepillo de es "Vitis" y la pasta de "Lacer"... jejeje...) y que siga así... todo precioso, ¿verdad? Pues ahora ha venido lo mejor de todo... cuando estaba a punto de levantarme, se ha inclinado sobre mí, me ha metido no sé qué cosa metálica en la boca y me dice... ¡¡¡que tengo bruxismo!!! ¿Qué? Me he quedado a cuadros. Claro, yo seguía ahí, salivando más que el perro de Paulov (o como se escriba)... ¡¡y sin poder defenderme!!
Resulta que hace unos 20 años (que se dice pronto), estaba en el parque con mi aita, mi hermano y la bici y decidí tirarme en plancha contra una barra metálica que había en el suelo... el resultado fue que me hice un agujero en la rodilla, me destrocé el labio y me hice una especie de fisura en la paleta... que lleva conmigo desde entonces y que, aparte de no haberme dado ningún problema, es mi seña de identidad.
Claro, ella ha visto un diente "roto" y se ha montado la película mental de que necesitaba una especie de prótesis (que cuesta 150 euros, ahí es nada) y de que poco menos que se me iban a caer todos los dientes si no me la ponía... y cuando he conseguido contarle la historia, ha intentado buscar otra manera de convencerme:
"¿Te duele la cabeza cuando te despiertas?" No.
"¿Duermes con la boca cerrada? No (de hecho, la babilla mañanera demuestra lo contrario).
"¿Te duele el cuello?" No.
"¿Haces ruidos raros al dormir?" No.
"¿Te duele la mandíbula?" ¡¡¡¡Que nooooo!!!!
"De todas maneras yo creo que vas a tener bruxismo, ¿eh? Aunque no tengas ningún síntoma y no haya nada que me haga pensar que es verdad... salvo los 150 euros que cuesta el remedio..." vale, eso último no lo ha dicho, pero seguro que lo ha pensado.
Así que he salido convencida de que me estaba intentando vender la moto... teoría que se ha confirmado cuando le ha dicho exactamente lo mismo a mi marido... y que se tiene que hacer un reconstrucción... ¡¡por una simple caries!! No sé... en mi pueblo para las caries te ponen empastes, no un andamio.
Conclusión: buscaremos otro dentista del que nos fiemos... ¡¡porque esto huele a podrido!!

9 de mayo de 2008

Disculpas.

Siento estar desaparecida...
Siento no escribir desde hace tiempo...
Prometo volver pronto...
Demasiados cambios en poco tiempo abruman a cualquiera...

5 de mayo de 2008

La basura.

¿Por qué cuesta tanto bajar la basura? Es una duda que me reconcome las entrañas y me quita el sueño cada noche. Quizá en parte sea por culpa de las 800 bolsas con las que nos juntamos a cuenta de lo del reciclaje: la del papel, la de los residuos orgánicos, la de los envases, la de las pilas (he llegado a reunir suficientes pilas como para poner en funcionamiento todos los mandos de la tele del planeta al mismo tiempo)... y lo que eso conlleva, porque entre ir a un contenedor y otro pueden pasar tranquilamente 15 minutos desde que has salido de casa.
Pero la que más cuesta (junto con las garrafas de agua, que son otra historia) es la basura de toda la vida, esa maloliente y pegajosa bolsa que se llena a diario y a la que nadie quiere hacerle el nudo: puedes seguir metiendo cosas en ella incluso a sabiendas de que va a ser imposible cerrar la tapa del cubo... pero siempre crees que la persona que viene detrás lo hará por ti... y nunca pasa, claro.
Así que para cuando te decides la bolsa pesa tonelada y media, huele a muerto y gotea, que es lo peor del mundo, porque para no mancharte estiras tanto el brazo que acabas con una agujetas en el hombro de las que hacen historia.
Eso mismo pasa con las garrafas de agua de 5 (u 8) litros... pero más exagerado porque el contenedor de la basura normal (al menos en mi casa) está al lado del portal y, de lo malo malo, te pilla a mano tirarla, pero el de los envases... ese está lejos (en realidad está a medio minuto de casa, pero da una pereza que te mueres ir hasta allí sólo para eso y más si luego tienes que volver hacia atrás para montarte en el coche), así que decides que no vas a ir hasta allí sólo con una garrafa... claro, eso te lo dices a ti mismo durante una semana... y acabas bajando con 10 garrafas repartidas en las dos manos (en mi caso, 9 en la derecha y 1 en la izquierda) que te impiden abrir la puerta del portal (por no mencionar que no puedes cerrar la de casa sin soltarlas), siempre se te caen cuando alguien te está mirando y hace que la gente se fije en tí y ponga cara de, "¿pero desde cuando no bajas la basura?".
Pero es ley de vida, a todos nos pasa (¿o soy yo la única rara?)... siempre y cuando no tengas visita en casa, porque entonces te da vergüenza y la bajas religiosamente todos los días, no vaya a pensar que tienes el síndrome de Diógenes o algo por el estilo.

3 de mayo de 2008

No sé guardar secretos...

... al menos no uno de semejante dimensión...

¡¡¡ESTOY EMBARAZADA!!!

Sé que muchos ya lo sabíais (ventajas de ser familiares cercanos... jejejeje...) y que otros tantos me habéis recomendado que espere hasta el terecer mes pero... ¡¡¡no puedo seguir callándomelo!!!
Y después de mucho meditarlo he decidido crear un blog paralelo para que éste mantenga su identidad propia y poder despotricar a gusto sobre dolores, miedos, ropitas de bebé y paranoias relacionadas con el embarazo de un primeriza algo histérica... osea yo :)
Bienvenidos a mi nuevo mundo interior.

2 de mayo de 2008

Mil perdones.

Mil perdones por el tiempo que llevo desaparecida, prometo que no me olvido de mi blog y mucho menos de vosotros (de hecho, cada noche sueño que el blog se convierte en un dragón feo y malvado que me persigue por el pasillo hasta que me encierra en el congelador, hace un polo conmigo y me come... ¡¡aaaahhhhh!!), pero es que todavía no me he recuperado de la resaca de mi cumpleaños (en breve entenderéis por qué) y tengo la cabeza en otra parte (allá por Plutón, ese pobre planeta al que ya nadie quiere y que las futuras generaciones considerarán una simple piedra en el espacio exterior).
Prometo volver cargada de energías y contaros más historias (¿por qué cuesta tanto tirar la basura?... creo que esa es la próxima duda existencial a tratar), entre ellas que mi adoradísima amiga Marta me ha dado otro premio y que todavía ni siquiera se lo he agradecido... ¡¡estoy hecha un desatre!!
Pero en serio, no os olvidéis de mí... ¡¡¡sigo estando aquí!!!

26 de abril de 2008

¡¡Los regalitos!!

Después de odiar mucho a las personas crueles que me impidieron abrir los regalitos a las 6:30 de la mañana (que es cuando me desperté el día de mi cumple... lo sé, estoy como una cabra), por fin pude destrozar los papeles de regalo y descubrir... ¡¡¡mi tesoro!!!
Han sido muchos regalitos (y son todos míos... jejejeje...) y un millón de llamadas, mensajitos al móvil y felicitaciones vía Internet.
Gracias a todos los que os acordásteis de mi ese día tan especial (el mejor de mi vida, sin duda alguna).

24 de abril de 2008

Mis 28 años.


¡¡Es mi cumple!!, ¡¡es mi cumple!!, ¡¡es mi cumple!!, ¡¡es mi cumple!!, ¡¡es mi cumple!!, ¡¡es mi cumple!!, ¡¡es mi cumple!!, ¡¡es mi cumple!!, ¡¡es mi cumple!!, ¡¡es mi cumple!!

Y tengo un montón de paquetes preciosos que no puedo abrir hasta las 17:00 horas... ¡¡¡esto es una tortura!!!

22 de abril de 2008

Pagar o no pagar, esa es la cuestión.

En este caso concreto (la multa), la opción es, sin duda alguna, pagar (y más sabiendo que me hacían un descuento si dejaba de ser morosa rápido)... pero no pensaba que iba a ser algo tan... "sorprendente".
El primer paso fue localizar el Ayuntamiento, tarea a simple vista sencilla pero que se complica si no has ido desde hace cinco años al dichoso edificio y si encima ahora tienes que ir en coche... uuffff... hay días en los que me gustaría tener un GPS de esos que te van diciendo cosas ("gire a la derecha en la próxima intersección, aunque haya un boquete tamaño trolebús y sea dirección prohibida").
Como preguntando se llega a Roma (bueno, desde aquí sería complicado porque que yo sepa mi coche no tiene flotador... ¡¡igual le compro uno con forma de patito si aprueba la próxima I.T.V.!!), decidí interrogar a un señor en mitad de la calle (aprovechando que el semáforo estaba en rojo, ¿eh? no vaya a ser que me pongan otra multa por parar en mitad de la nada)... y las indicaciones que me dio no me sirvieron de mucho, la verdad, porque como comenté un día, hay tantas maneras de explicar cómo se llega a un sitio como humanos en el planeta, es algo incomprensible.
Así que cuando pensé que estaba a punto de llegar a la otra punta de la isla volví a preguntar, esta vez a un señor fosforito (léase, barrendero), que me dijo exactamente cómo llegar.
Una cosa es llegar al Ayuntamiento... y otra cosa es saber a qué ventanilla tienes que ir en concreto (¿por qué hay tantas?, ¿no saben que la gente se vuelve loca?, ¿lo hacen queriendo y así utilizan las imágenes de las cámaras de seguridad para reírse de nuestras caras de despiste?) así que volví a preguntar, esta vez a un señor vestido de azul que había en la entrada... y la respuesta me dejó totalmente apabullada:

- Buenos días, ¿para pagar una multa de tráfico a dónde tengo que ir? (posiblemente no pasó, pero yo sentí cómo se giraba todo el mundo y me miraba con cara de odio pensando "mira, una infractora"... ¡¡¡lo sientoooooo!!!)
- ¿Quieres pagar una multa? (esa pregunta vino acompañada de cara de susto).
- Ehhh... sí... puedo, ¿verdad? (¡¡con lo que me ha costado llegar hasta aquí!!).
- Sí, claro (la cara de susto ahora era de espanto), vete a aquella puerta y pregunta al señor que está allí sentado.

El señor resultó ser un policía, al que volví a preguntar.

- Buenos días, ¿para pagar una multa de tráfico a dónde tengo que ir?
- ¿Quieres pagarla? (¡¡¡¡aaaaahhhhh!!!!, ¿pero me están tomando el pelo?)
- Ummm... sí...
- Vale. ¿Quién te la ha puesto?
- (Ya la hemos liado... ¿y yo que sé? un poli que estaba aburrido y que fijo que tiene moto) No lo sé... es mi primera vez, estoy muy perdida en este asunto...
- Bueno, enséñamela y ya te digo yo...

Parece ser que la multa te la puede poner la Policía o la Guardia Civil... aaaahhhh... en mi caso era la Policía, así que fui a la ventanilla 8, esperé a que el señor de delante pagase las 6 multas que llevaba en la mano (debería plantearse ir en bici a los sitios), pagué mi castigo (me sentí como si hubiese cometido el mayor de los pecados, lo juro) y me marché, habiendo recibido la lección... ¡¡¡no volverá a pasar!!!
****
P.D. Me han puesto una multa... ¡¡¡jolinnnnnnnn!!!
2ª P.D. Gracias aita por hacer que cunda el pánico al decir que igual me habían quitado puntos... ¡¡ha sido un detalle por tu parte!! jejejejeje Pero mi carnet de conducir sigue intacto...
3ª P.D. Al lado del parking encontré una tienda super chula y me agencié unas pegatinas de ositos preciosas... ¡no hay mal que por bien no venga!!

17 de abril de 2008

Mi primera (y espero que última) multa.

Me han puesto una multa. Quería suavizar la noticia, pero es que no hay otra manera de decirlo. Hoy ha llegado una carta del Ayuntamiento a casa en la que me indican amablemente que tengo que pagar 90 euros (¡¡¡90 euros!!!) por haber aparcado en una plaza para motos...
Y no tengo perdón, ni excusa, porque soy la primera en reconocer que lo hice mal y que me la merezco pero... ¡¡¡¡jolinnnnnn!!!!!
Fue un día que fui a buscar a alguien al aeropuerto (mantengo su identidad en secreto por posibles traumas y represalias) y llegamos a casa a la 1 de la madrugada con una maleta de más de 20 kilos. Di un millón de vueltas buscando aparcamiento, juro que busqué en todas partes... y aparqué en el "parking de motos", porque nunca aparca ninguna (y nunca es nunca, porque siempre aparcan en cualquier otro sitio, incluso en paralelo a la acera para ocupar más) y pensé que, como iba a moverlo a la mañana siguiente, no pasaría nada.
Pero al día siguiente no salí de casa... y ese fue mi error. ¿Me acordé del coche? Sí. ¿Era consciente de que estaba mal aparcado? También.
Y por eso me siento tan idiota, porque es la primera vez en mi vida que aparco en un sitio en el que no se puede (y no lo digo por decir, los que me conocéis sabéis que sigo al pie de la letra todas las normas que aprendí en la autoescuela). No odio al guardia porque estaba haciendo su trabajo... pero tengo que reconocer que me repatea que haya sido justo ahí, cuando siempre está vacío.
Así que mañana iré a pagarla (parece ser que si eres formal y vas rápido te hacen un descuento) a un sitio que se llama "Recaudación Voluntario Municipal"... que también es mala leche ponerle ese nombre, porque "voluntario, voluntario" no es, pero bueno.
Sólo me queda una cosa que decir... ¡¡¡¡jolinnnnnnn!!!!

16 de abril de 2008

La Renta y yo.

Supongo que esta entrada sólo puede empezar así: lo que no me pase a mí, no le pasa a nadie.
Es una historia un poco larga, pero allá voy.
Como muchos de vosotros sabréis, yo soy de Bilbo pero llevo casi 5 años viviendo en Canarias. Cuando me mudé hice todos los papeles (al menos eso pensé): cambie el médico, me empadroné aquí, cerré las cuentas de los bancos... todo lo que se me ocurrió; pero, por alguna extraña razón, cada año me mandaban un borrador de la declaración de la Renta... de Bizkaia. La carta llegaba a casa de mi ama, diciendo que me tenían que devolver unos 6 euros y que el ingreso se haría en una cuenta... que ya no existía. Bueno, pues a pesar de eso (y aunque nunca llegaron a ingresar el dinero), me activaban la cuenta y con ello las tarjetas, el banco empezaba a cobrarme comisiones y, hace unos 3 años, me mandaron una carta diciéndome que era una morosa porque debía 4 euros de intereses y que me iban embargar todo lo que tuviese si no los pagaba (como no se lleven mis pegatinas y mis peluches....).
Ese tema se solucionó gracias a que tengo una tía trabajando en la BBk y cuando se lo conté, aparte de entrarle un ataque de risa, borró la deuda.
Pero este año, una vez más, ha llegado el borrador a casa de mi ama... esta vez diciendo que me debían 168´28 euros... ¿por qué?, ni idea.
Así que ayer me decidí a llamar a un teléfono de atención para intentar aclarar la situación de una vez por todas. Me cogió una chica estúpida (por no llamarle algo peor) que me echó la bronca por querer cobrar el dinero (¿?), por no haber aclarado la situación antes (por mucho que le dije que no sabía que tenía que hacerlo) y por molestarla (¿es cosa mía o atender a la gente es su trabajo?). En resumen: canceló el borrador pero no me dio ningún tipo de explicación, ni me dijo qué tenía que hacer ni por qué se empeñaban en pagarme si yo ya no vivo allí.
Así que esta mañana (una es muy cabezota) he llamado al teléfono de atención... pero el que es a nivel nacional. Y, sorpresa sorpresa, resulta que aunque mi domicilio fiscal está actualizado (no sé qué es eso de domicilio fiscal, pero da igual), el foral es el antiguo, y como son todos idiotas y no cotejan la información, nadie se había dado cuenta de que yo no puedo estar viviendo en dos sitios al mismo tiempo. También me ha dicho que no tenía sentido que me estuviesen devolviendo dinero si yo no tengo ingresos (en realidad ha dicho "qué generosos son, ¿no?") y que tenía que volver a llamar al teléfono del día anterior (a donde mi amiga la estúpida) para aclarar el asunto de una vez por todas... o al menos intentarlo.
He vuelto a llamar, he vuelto a explicar la situación (y puedo asegurar que no es nada fácil)... y me han vuelto a echar la bronca.
La chica era bastante más maja que la de ayer, pero en resumidas cuentas me ha dicho que todo era culpa mía, que la hacienda foral lo hace todo perfecto y que nunca se equivoca (textualmente: "confío plenamente en nuestra hacienda foral"), que tenía que mandar una carta diciendo que ya no vivo en Bilbo sino en Canarias, y que dejasen de hacerme el borrador (por supuesto, que me olvide de los 168´28 euros, faltaría más) y que era imposible que el banco me reactivase la cuenta y que me lo estaba inventando.
Pero al menos ha servido para averiguar que tengo que mandar un documento llamado F-1 relleno y la fotocopia de mi DNI para solicitar un cambio de domicilio... y estaba yo pensando en meterles una nota en plan "pandilla de inútiles, ya no vivo allí así que dejadme tranquila".
Después de dar muchas vueltas por la página web tratando de buscar el dichoso documento (¿por qué es tan complicado encontrar estas cosas?) y de tener que imprimirlo 3 veces porque mi pedazo de letra no entra en esas casillas tan requeteminúsculas, ya tengo el sobre preparado... ¡¡a ver si por fin termino con todo esto!!
Aunque supongo que nadie me explicará nunca de dónde salieron esos euros que en teoría me iban a devolver y por qué algunas personas que te atienden en "atención telefónica" son tan imbéciles.

14 de abril de 2008

And the winner is...

Bueno, lo prometido es deuda y hoy desvelaré quien es el ganador de mi particular sorteo para celebrar el añito del blog.
Gracias a todos los que habéis puesto comentarios, particularmente estos días... ¡¡es genial saber que estáis ahí!!
He hecho una lista con los nombres de las 11 personas que habéis hecho comentarios en esta última semana, les he puesto un número aleatorio a cada uno (del 1 al 11, lógicamente) y mi marido ha elegido uno... ¡¡prometo que no ha habido tongo!!
Y el ganador es... ¡¡VALIKIRIA08!!
¡¡Felicidades guapa!! Prometo ponerme en contacto contigo en breve para ultimar detalles.
A todos los demás: gracias pro visitar mi blog... ¡¡espero que sigáis haciéndolo!!

12 de abril de 2008

Adicción.

No es fácil hablar de este tipo de cosas, y mucho menos públicamente, pero siempre he oído que lo mejor para solucionar un problema es reconocerlo, así que allá voy... soy adicta al agua.
Siempre lo he sospechado y creo que la confirmación definitiva la tuve cuando me operaron del codo: pedía tantas botellas de agua a las enfermeras que terminaron por preguntar a mi marido (que por aquella época era mi novio) si era diabética... ese día me dije a mi misma "tengo un problema".
Y no es fácil, porque la gente no te cree. Cada vez que voy al médico con un constipado (o lo que sea) siempre pasa lo mismo:

Médico: Tómate este mejunje asqueroso (que sabe a rata muerta y que en realidad no te va a hacer nada pero con el que vas a sentirte mucho mejor) cada ocho horas y bebe mucha agua.
Yo misma: Ya bebo mucha agua.
Médico: ¿Cuánta consideras tú mucha?
Yo misma: Uuummmm... ¿unos 4 litros al día?

Entonces el médico me mira, se va quedando de todos los colores del arco iris y me dice: "vale, es suficiente".
¿Por qué me pasa? Supongo que porque está rica... y porque cada vez que me acuerdo de ella me entra sed: cuando veo a un perro chupando de un charco, cuando llueve, cuando veo el mar, cuando hago pis (es por el ruido... ¡¡estoy enfermaaaa!!), cuando alguien dice la palabra "agua", cuando veo un anuncio en la tele en el que alguien está bebiendo... ¡¡¡aaaahhhhh!!!, ¡¡qué sed!! Ahora vuelvo...

Tres tragos más tarde...

Tengo que salir a la calle con una botella en el bolso porque mi lengua se va poniendo estropajosa por segundos, y cuando se me acaba el agua es peor porque mi cerebro no para de mandarme mensajes en Morse (con el consiguiente dolor de cabeza) en plan "vas a morir de sed", "si no bebes agua ahora mismo vendrá una manada de ñues y te deborarán", "el 75% del cuerpo de los humanos es agua... y en tu caso es el 95%... pero como no te hidrates ahora mismo te vas a arrugar como una pasa y vendrán unos científicos locos y te encerrarán en un laboratorio para analizarte y no volverás a ver a tu familia, ni a tener peluches ni a comprarte pegatinas"... y entonces me entra más sed, cunde el pánico y soy capaz de matar por conseguir un sorbito...
Y encima hay que aguantar a esas personas que te dicen "qué sed tengo" y beben un poquito, lo justo para que se les moje la lengua... ¿eso es sed?, ¡¡yo de un sorbo me bebo casi medio litro!! Lo que explicaría por qué paso 12 horas al día en el baño...
Así que desde aquí reivindico mi derecho a llevar una garrafa de cinco litro atada a la espalda y con un pajita gigante desde la que poder chupar... ¿acaso le hago daño a alguien?

Voy a beber agua... otra vez...

8 de abril de 2008

Cosas que odio (primera parte).

Odio hacer la cama. Con todas mis fuerzas. De hecho, si fuese por mí creo que dormiría a diario en un saco de dormir para no tener que hacerlo al día siguiente... es más, cada día estrenaría uno para no tener ni que doblarlo cada mañana.
¿Por qué me pasa esto? No lo sé... quizá es algún tipo de trauma infantil, o que en otra vida fui colchón, o sábana... o, sencillamente, que me siento idiota yendo de un lado para otro para meter la sábana por un lado, y por el otro y luego la otra esquina, y después el edredón, y luego la almohada... ¡¡¡¡aaaaaahhhhhhh!!!! Si es que me canso sólo de pensarlo.
Por eso no la hago nunca... bueno, sólo cuando cambio las sábanas, y teniendo en cuenta que es cada 3 ó 4 días no es un gran consuelo.
Pero como dice uno de esos refranes que nadie sabe quien se inventó pero que todos nos creemos a pies juntillas, "dentro de lo bueno, siempre hay algo malo; dentro de lo malo, siempre hay algo bueno"... existen los días especiales que hacen que dejarte los riñones haciendo la cama merezca la pena. Son esas noches en las que te duchas por la tarde, cuando ya está oscureciendo, y cuando te metes a la cama estás esponjoso, oliendo a cremita... y la cama está recién hecha, con la sábanas estiradas y con ese "no sé qué" especial que tiene cuando no has dormido en ella el día anterior.
Probablemente pensaréis: "si tanto te gusta esa sensación, repítela más a menudo"... pero es que entonces dejaría de ser tan especial.
Hoy no es uno de esos días... pero mañana lo será...

6 de abril de 2008

Misterio desvelado...

Sé, porque muchos de vosotros me lo habéis dicho, que estáis intrigados con este día y con lo que puede pasar... bueno, pues aquí va la respuesta...
¡¡¡hoy mi blog cumple un añito!!!
Han sido 185 entradas, más de 6.000 visitas (¡qué fuerte!) y muchísimas horas delante del ordenador, escribiendo sobre mi mundo interior y tratando de haceros reír (y pensar) con mi "peculiar" manera de ver las cosas.
Porque habéis estado ahí, porque me habéis animado a seguir con este proyecto y porque me llevo una alegría cada vez que descubro un comentario nuevo, quiero celebrarlo de una manera especial.
Lo he pensado mucho y esto es lo que se me ha ocurrido: todos los que pongáis algún comentario (en cualquier entrada), a lo largo de esta semana (desde hoy hasta el día 13, ambos inclusive), entraréis en un sorteo que celebraré el LUNES, DÍA 14... y al que gane le enviaré un regalito personalizado. No puedo decir qué sera porque dependerá de quien salga ganador (de ahí que sea personalizado), pero sí que no será ni una casa ni un coche, porque mi economía no está para esos trotes.
¡Espero que os guste la idea y que os animéis a participar!

4 de abril de 2008

Ya falta menos...

El domingo se desvelará el misterio...

Mi instinto homicida.

Soy una mala persona; peor aún... soy una mala madre. Yo quiero a mis peces, lo juro. He visto nacer a casi todos en el acuario (si llego a saber que los Guppys son tan "activos" me compro un conejo... ¡¡seguro que tendría menos crías!!), y los que adopté llevan tanto tiempo en casa que son como de la familia. Les alimento (cuando me acuerdo), les limpio el acuario, intento exterminar la plaga de caracoles que están en plan okupa... pero a veces tengo pensamientos malvados...
Cuando hago manualidades uso un vaso de plástico para ir dejando los pinceles en agua o en disolvente, depende del caso, y cuando el líquido en cuestión está muy sucio (o me quedo sin pinceles) voy a la cocina a limpiarlo todo. Recorro el pasillo con el bote, los pinceles y el colocón por culpa del olor del disolvente y entonces, al final del pasillo... veo el acuario. Grande. Luminoso. Lleno de pececillos que rebolotean de un lado a otro. Criaturitas multicolor que me hacen la ola cuando me acerco con el bote de comida y que me dan besitos cuando meto mi manaza en su mundo para quitar las algas de los cristales. Y entonces la crueldad se apodera de mí y pienso "¿qué pasaría si hecho una gotita de pintura ahí dentro?, ¿o si meto la puntita de un pincel?".
Jamás lo haría. Antes tiraría el líquido por la ventana y me enfrentaría a la furia de la vecina al descubrir su ropa destrozada que torturar a mis animalillos pero... ¿por qué pienso eso?, ¿acaso habita en mi un ente malvado que odia el pescado y trata de obligarme a ser su cómplice en su terrorífico plan de exterminio?, ¿o es parte de la curiosidad humana, como cuando pienso qué pasaría si un virus exterminase a toda la humanidad y me salvase sólo yo, pudiendo acceder de manera gratuita a todas las tiendas de pegatinas y de peluches del mundo?
La cuestión es que siempre que pasa eso me siento culpable y acabo pegada al cristal del acuario, mirando con carita de "yo no quería" a mis diminutas mascotas y sabiendo que jamás podré trabajar en una tienda de peces porque mi instinto asesino se multiplicaría por mil, no podría controlarlo, acabaría asesinándolos a todos, me meterían a las cárcel y ahí dentro no podría tener pegatinas, que sería el peor de los castigos.