30 de octubre de 2007

El coche vuelve al médico... ¡¡pero sólo de visita!!

Ayer llevé el coche a la Renault... otra vez; pero que no cunda el pánico: está bien.
Cierto es que a pesar de los 700 euros en reparaciones de la vez anterior sigue haciendo un ruidillo extraño y le sigue vibrando levemente el pedal (cosa de la que sigo siendo la única que se percata, yo creo que es porque es tímido y sólo lo hace conmigo, que tiene confianza) pero he llegado a la conclusión de que es un achaque de la edad... como cuando nosotros hacemos ruidos al sentarnos en el sofá o nos crujen las rodillas al levantarnos... pero en versión coche... y como el "médico" dijo que estaba todo bien, pues nada, a escuchar el ruidillo y a quererle igual, que para algo es mi primer coche y espero que lo siga siendo, como mínimo, durante los próximos 5 años (aunque si alguien quiere regalarme un Beetle nuevo de color verde y con el seguro pagado para siempre... pues tampoco le iba a decir que no).
La cuestión es que lo llevé porque hace un par de semanas se rompió la pieza de plástico que sujeta la funda que cubre la palanca de cambios (dios, qué complicado es explicar qué pieza es) y, aunque intenté hacerle un apaño con velcro y pegamento, se sigue soltando. Pregunté en tiendas y todo el mundo me dijo que no la tenían (la funda sí, pero la pieza que va grapada a la funda no, y es la que yo necesito) y que preguntase en la casa oficial.
Pues ahí que fuimos el coche y yo, dispuestos a dar un millón de vueltas para poder aparcarlo y con la esperanza de encontrar lo que buscábamos.
Tuve que dejarlo en doble fila, dentro del "aparcamiento" que hay frente a la tienda de recambios y que, en teoría, es sólo para trabajadores (razón por la que un par de ellos me miraron muy mal... ¡¡pero es que no había más sitio!!, ¡¡y sólo iba a tardar un minuto!!... lo sé, no es excusa... ¡¡lo siento!!). Entré y pregunté:

- Hola, buenos días -ante todo educación-, ¿tenéis la pieza que blablablabla...? (no voy a volver a escribirlo todo, ya sabéis de lo que hablo).
- Sí, pero tienes que comprarla entera, es decir, con funda y todo... y como es un de cuero, sale un poco cara -me mira desafiante, en plan "no la vas a comprar ni de palo cuando te diga el precio"-...
- Ya... -en realidad estoy pensando "j**** qué caro es todo aquí", pero como soy de Bilbo y por consiguiente más chula que un ocho, pues no se lo voy a demostrar- ¿y qué significa "un poco cara"?
- Bueno, pues dependiendo del modelo del coche, entre 60 y 80 euros...

¿¡¡Pero se han vuelto todos los locos!!?, ¿80 euros?, ¿pretenden decirme que un coche nuevo cuesta lo mismo que 100 fundas para la palanca de cambios?, ¿en qué tipo de mundo extraño y cruel vivimos?
En definitiva, el chico y yo llegamos a la conclusión de que lo mejor que podía hacer era pegarlo con el pegamento más fuerte que encuentre y rezar porque nunca haga falta separarlo, porque entonces habrá que embadurnar el coche en disolvente o pegarle una paliza hasta que lo suelte, y tampoco es plan.
Ya os contaré si logro un pegamento que me sirva... (lo duuuudoooo)...

29 de octubre de 2007

¡¡Me encanta!!


Este es el último anuncio de Ikea, que actualmente se puede ver en casi todos los canales de televisión.
No me preguntéis por qué, pero me encanta; la primera vez tan sólo escuché la canción sin ver las imágenes (estaba en otra habitación) y lo cierto es que me reí un rato... cuando conseguí ver el anuncio completo, me reí aún más.
Cierto es que no soy objetiva porque adoro Ikea (me conquistó el día que entré en esa enorme tienda por primera vez y me llevé mi primer lápiz), pero me reconoceréis que el tipo de casa que aparece en sus anuncios (tanto de la tele como de las revistas) es mucho más cercana que las que se ven en el resto de tiendas de decoración.
Y es que éstas últimas suelen ser casas sin alma, bonitas en apariencia pero vacías en sentimiento. Alguna vez he estado en sitios así y realmente da miedo sentarse en el sofá por si "deformas" los cojines, o pisar la alfombra por si se mancha. Una vez, incluso estuve en una que tenía un marco de fotos... ¡¡sin foto!!
Quizá mi casa sea como la casita de "PinyPon" (eso dice mi ama) y sé que hay cosas con ojos por todas partes (incluso en la alfombra del baño, que es un pez) porque siempre me lo dice una amiga pero, ¿qué queréis que os diga? Me parece acogedora, creo que la gente se siente bien en ella y, aunque hay tantas cosas de Ikea que casi se podría hacer el catálogo completo... ¡¡¡yo me encargo de darle un toque más personal!!
Bienvenidos a la república independiente de mi casa.

26 de octubre de 2007

El huevo doble.


Ayer fue uno de esos días en los que estaba en casa y lo único que tenía en la nevera eran huevos y poco más, y viendo que tenía que comer y que mi espalda torcida no estaba por la labor de ponerse a recolectar pelusas de debajo de la cama para hacer una sopa, hice huevos a la cubana (arroz blanco y huevos a la plancha, para los que no entráis mucho en la cocina).
Saqué dos huevos del frigorífico y, tras comprobar que uno de ellos era notablemente más grande que el otro (de hecho, hasta le saqué una foto con el móvil por lo llamativo que era), me puse a cocinar... y cual fue mi sorpresa cuando lo casco, lo echo en la sartén... ¡¡y descubro que tiene dos yemas!!, ¡¡cómo mola!!, ¡¡más para untar!!
Estuve tentada de pintarle una sonrisa con un poco de ketchup, pero como me conozco sabía que si lo hacía iba a ser incapaz de comérmelo (tengo un molde para bizcochos con forma de oso que no utilizo porque se me parte el corazón cuando tengo que partirlo en trozos), así que lo dejé como estaba y me lo zampé.
Pero ahora ha llegado el momento de reflexionar (es que soy muy profunda): ¿por qué tenía dos yemas?, ¿hubiesen nacido dos pollitos sino llega a ser porque un granjero malvado secuestró el huevo?, ¿o hubiese sido un pollo con dos cabezas?, la gallina que puso ese pedazo de huevo... ¿tuvo asistencia sanitaria?, ¿le pusieron la epidural?, ¿ya se habrá recuperado?, ¿estará traumatizada porque no hace más que poner huevos y no consigue tener ni un pollito al que educar y cuidar con amor?, ¿por qué me dan grimas los huevos naranjas y diminutos de los peces y los de las gallinas no?, ¿acaso tuve algún tipo de problema con ellas en otra vida y por eso no me inspiran ternura?, ¿qué pasó realmente con aquel pollo morado que tenían mis primos cuando éramos pequeños?, ¿de verdad piensan que me creí que se escapó volando por la ventana?, ¿por qué no vuelan si tienen alas?, ¿será que son compresas glamurosas y por eso tienen plumas?, ¿los huevos kinder salen de gallinas de chocolate?, ¿qué pasaría si las gallinas tuviesen muñequitos en vez de pollitos?, ¿sabrían montarlos?, ¿les querrían igual? qué fue primero, ¿el huevo o la gallina?
Tantas dudas me inquietan.
P.D. Siento haber repetido tantas veces la palabra huevo pero... ¿cómo se puede decir huevo sin decir huevo?

¡¡Yo quiero una!!

Aquí os presento a las "Unazukin", el último invento creado por las increíbles mentes japonesas. Son unas diminutas muñequitas que contestan "sí" o "no" a cualquier pregunta y, aunque obviamente no creo que sea buena idea dejar decisiones transcendentales en sus manos, son una monada y un auténtico puntazo.
Hay un montón de vídeos sobre ellas en el "you tube", pero éste es el más... ¿impactante?
Por cierto, ¿he dicho ya que ¡¡QUIERO UNA!!? :)

24 de octubre de 2007

Mi vida horizontal.

Menuda racha llevo: pillo anginas, me como un helado malvado que me hace un boquete en el estómago y ahora me descuajeringado la espalda... si es que estoy para el arrastre... ¿será la edad?
Llevo desde el jueves torcida (tanto que parezco la versión distorsionada de la "Z" del zorro) y aún no me he acostumbrado a mi nueva vida horizontal (del sofá a la cama y de la cama la sofá).
Los primeros días aguantaba sentada y aproveché para coser cosas como si me fuera la vida en ello, pero cuando todo empezaba a normalizarse mi espalda decidió crujir de nuevo y todos los adelantos se fueron para atrás, como los cangrejos.
Y esta situación me ha generado inquietantes dudas: ¿por qué no ponemos la tele en el techo?, ¿por qué nadie inventa una tele en la que las imágenes se inclinen para que tú la puedas ver bien aún estando tumbada?, ¿alguien es capaz de leer los subtítulos estando en esa postura? , ¿por qué cuesta tanto beber agua (o cualquier otro líquido) estando acostada?, ¿por qué te aburres tanto en 10 minutos que llevas en el sofá, cuando aguantas horas tirada en la playa tomando el sol (aunque en mi caso no son muchas, la verdad)?, ¿por qué no inventan bolis que escriban hacia arriba?, ¿será un complot de los creadores de los lápices?, ¿por qué mi espalda me hace esto ahora que estaba enfrascada en la tarea de hacer los regalos navideños?, ¿por qué no hay una ley que obligue a los médicos a venir a casa a darme drogas y huevos kinder cuando estoy malita?, ¿cuándo voy a dejar de ver el mundo como si midiera 1´50?, ¿sería capaz de darle al último botón del ascensor del edificio más alto del mundo?, ¿por qué levanto un pie y otro no cuando intento ponerme recta?...
Se me ocurren más, pero los latigazos de la espalda me indican que vuelva al sofá, así que tendré que dejarlo para otro día...

22 de octubre de 2007

Ponte buena, ¿vale?

Sé que estás malita y que yo no estoy allí contigo para darte mimos, pero amatxu te va a cuidar tan bien o mejor que yo, y eso hace que esté más tranquila.
Sé que estás enfadada porque me marché y, aunque intenté explicarte mis razones, tú sólo entendiste que ya no iba a estar allí contigo, que ya no volvería a contarte el cuento del caramelito de menta y que ya no volveríamos a cantar la canción de "Pocahontas" de camino al médico para que te tranquilizaras.
Entiendo que las pocas veces que me ves al año te escondas y tardes en venir a saludarme, porque nunca olvidaré la carita que tenías aquel día que salí de casa a las 5 de la mañana llevándome dos grandes maletas conmigo.
Perdóname por no ir a visitarte la última vez que estuve en Bilbo, por estar demasiado ocupada con los preparativos de la boda como para pasarme un minuto por casa y decirte que te quiero y que siempre te querré.
Y sobre todo, siento no estar a tu lado en ese sofá azul que ocupa el lugar de mi cama, abrazándote y diciéndote que te vas a poner bien, que el médico te va a curar , que todo esto sólo va a ser un susto...
Te quiero.

21 de octubre de 2007

¡¡Primer premio!!

Como supongo que ya sabréis, tengo una cuenta de flickr con un montón de fotos y pertenezco también a bastantes grupos, sobre todo de manualidades, en los que se ponen en común conocimientos, trucos e ideas. Entre ellos hay uno llamado reciclarte que, como su propio nombre indica, está dedicado a manualidades hechas con materiales reciclados.
Bueno, pues el otro día me invitaron a un concurso en el que se premiaría el mejor trabajo hecho con esas condiciones y yo participé en las 4 categorías: plástico, papel, vidrio y metal.
Y hoy estoy aquí para contar que ¡¡mi bichito y yo hemos ganado!! Primer premio en la categoría metal, sobre todo por su originalidad.

¡¡Qué ilusión!!

Perdidos.

El otro día sufrimos una especie de estado de locura transitoria y, aunque éramos perfectamente conscientes de que lo estaban dando por la tele y que era un capricho, nos compramos la 3ª temporada de "Perdidos".
Intentamos convencernos de que la íbamos a ver los lunes (dos capítulos por semana) para ir al mismo ritmo que en la tele... ya... nos la hemos pulido en 5 días... jejejeje...
Y es que tener la caja ahí, mirándonos desafiante desde la balda e ignorarla era imposible. Cada vez que veíamos un capítulo y nos quedábamos con cara de idiotas por lo que había pasado, no podíamos evitar pensar "quiero ver más... ¡¡puedo ver más!!" Y es lo que tiene: el viernes vimos 4 de golpe y ayer los últimos tres.
Vale, lo reconozco: me llamo Naiara y soy adicta a "Perdidos".
Y ahora llegan las preguntas qué me corroen: ¿alguien duda que sea la mejor serie de la televisión de la historia?, ¿qué comen los guionistas para inventarse semejantes capítulos?, ¿cómo es posible que a le gente no le guste?, ¿siempre nos quedaremos con la mandíbula desencajada al ver los capítulos?, ¿incluso cuando termine?, ¿cuánto tiempo van a tardar en estrenar la 4ª temporada?, ¿de verdad están en una isla?, ¿o es que están todos muertos y es la peor versión del cielo que se haya interpretado jamás?, ¿o será que están en el infierno?, ¿por qué cada vez que crees entender algo te trastocan todo?, ¿¿¿¿CUÁNDO VAMOS A PODER VER EL FINAL????, ¿quien nos va a pagar al psicoterapeuta que nos ayude a superar todo esto?
P.D. No mola nada que ésta isla no sea tan "divertida".
2ª P.D. Aday, ¿en serio crees que esta temporada ha estado floja?, ¡¡pero si yo he estado al borde del infarto todo el rato!!
3ª P.D. A todos los que no hayáis cometido la locura de compraros la temporada en DVD... ¡¡tenéis que verla por la tele!!

17 de octubre de 2007

La charcutería... ese extraño lugar.

La charcutería es un sitio al que me gusta ir (qué remedio, normalmente tengo que esperar unos 40 números como mínimo), quizá porque estoy fascinada por los individuos que en ella trabajan: los charcuteros y/o charcuteras.
Cuando empiezan a trabajar ahí, ¿hacen un curso especial en el que les borran de la mente sus conocimientos matemáticos?, ¿son conscientes de que si pides una cosa es porque quieres esa cosa y no algo que según ellos se le parece?, ¿alguien les ha dicho que el pañuelo de la cabeza les queda muy mal?, ¿odian a su jefe por obligarles a llevarlo? Son dudas que me corroen las entrañas.
Cuando vine aquí solía ir a un super cercano a casa y comprar jamón de york (o similares) era todo un suplicio. Casi siempre me atendía un chico y era la batalla interminable:

- Buenos días, ¿me das 100gr. de jamón?
- Sí, claro - me los pone -... ¿algo más?
- No, gracias.
-¿Estás segura*?, ¿no quieres chorizo?, ¿o mortadela?, ¿o salchichón? tengo un queso muy rico... y un jamón serrano en oferta que sólo cuesta 329.785 euros el kilo...

Pero vamos a ver, ¿tengo cara de pasar hambre?, ¿o de tener menos memoria que un pez y no recordar lo que quiero? Porque que te lo haga una vez vale (de hecho, la primera vez pensé "qué majo"), pero siempre...
Y luego está el fascinante tema de las cantidades: nunca te dan la que quieres. De hecho, las poquísimas veces que te cortan los gr. que has pedido se quedan mirando como fascinados las balanza y, si ven que estás despistado, cortan 50 gr. más y te los echan de estrangis. ¿Por qué lo hacen? sí, vale, para cobrarte más pero... ¿la gente no tiene conciencia? El otro día pedí 100gr. de mortadela y me dieron ¡¡178!!, ¡¡eso es un 78% más!!, y de mortadela... ¡¡qué se pone mala casi antes de llevarla a casa!!
La charcutera en cuestión ni se inmutó; de hecho, ni se molestó en mirar cuánto me había dado... podía haber sido medio kilo y se hubiese quedado tan tranquila.
Pero es que lo peor de todo es que como te atrevas a decir "mira, no quiero tanto, quítame lo que sobra" (y hay que ser muy valiente para hacerlo), te miran con cara de "con la de niños que hay en el mundo muertos de hambre, ¿vas a hacer que te quite la mortadela sobrante y la tire a la basura?" Si es que te hacen sentir tan culpable que te dan ganas de llevarte el fiambre entero a casa...
Pero seamos valientes, unámonos y dejemos de pedir 50 gr. menos de lo queremos para ver si así conseguimos llevarnos la cantidad justa... ¡¡algún día conseguiremos que ir a la charcutería deje de ser una aventura!! (aunque entonces será menos divertido).

****

* "¿Estás segura?"

Esta pregunta, ¿por qué se hace? Es como cuando te llaman por teléfono a casa preguntado por Rita o por la compañía del gas y contestas "se ha equivocado" (educadamente, porque sabes que cuando te pasa a ti te da mucho palo) y te saltan "¿estás segura?" Pues sí, estoy segura.
Nunca lo entenderé.

15 de octubre de 2007

Correos.

¿Por qué correos funciona tan mal?, ¿lo hacen queriendo para que la gente se harte de ellos y deje de mandar cartas?, ¿los trabajadores no tienen una conciencia que les implora que entreguen los paquetes a los destinatarios bajo amenaza de no dejarles dormir?, ¿por qué no hay ninguna empresa privada que les haga competencia para hacer que se pongan las pilas?
No lo entiendo.
Utilizo mucho ese servicio, y más desde que vivo en Canarias, lo que ha hecho que me conozca casi todos los tipos de envíos comunes que son dignos de mención...

* Envío ordinario: es el sistema más barato y comprende cartas y paquetes de hasta los 2 kg, aunque en la gran mayoría de las oficinas intenten convencerte de que ningún paquete (da igual el peso) puede enviarse de esa manera... ¿he dicho ya que es el más barato? En teoría tarda unos 4 días en llegar... pero reitero lo de "en teoría", porque depende muchísimo de su lugar de origen y de destino (aunque no debería de ser así).
* Envío certificado: este es igual que el anterior, pero más caro y tarda bastante más tiempo en llegar (aunque te digan lo contrario). Lo mejor de todo es preguntar cual es la ventaja de ese envío... la respuesta es aplastante: "te garantizamos que llega" ¿¿¡¡CÓMO!!??, ¿pretenden decirme que el ordinario quizá no llegue a su destino? Muy fuerte.
* Envío urgente: casi no lo he utilizado porque es una vergüenza... ¿qué sentido tiene que sea urgente y tardes 4 días en recibirlo? Inexplicable.
* envíos tipo paquete azul, paquete express... : estos son de traca... a veces te hacen llenar un papel para la aduana, otras veces no; en teoría te dicen que tarda 15 días pero muchas veces llega antes; el paquete express es carísimo y casi nunca cumple las fechas de entrega (y encima una vez tuve que pagar por recibirlo tarde)... una vergüenza.

Pero lo peor de todo, sin duda alguna, es lo poco capaces que son de recibir quejas por parte de lo clientes. He ido un millón de veces a reclamar paquetes que tenían que haberme llegado hace tiempo (como postales de navidad enviadas a principios de diciembre... y que recibí el 20 de enero y porque estuve tocándoles las narices un par de días) y siempre se escudan en lo mismo "es que Canarias está muy lejos"... ya... ¿se creen que soy idiota? Nunca se me dio bien la geografía, pero que yo sepa hay los mismos km. de aquí a Bilbo, que de Bilbo a Gran Canaria... entonces, ¿por qué tardo 3 veces más en recibir las cosas? Pues, sencillamente, porque no las reparten (y esto me lo ha confesado un cartero, al que su jefe le echó el marrón de lidiar con una clienta indignada y cabreada... osea, yo).
¿Falta de empleados? Que contraten más; hay mucha gente en el paro deseando trabajar.
¿Poca vergüenza? Quizá eso sea culpa nuestra, por no reclamar lo suficiente (aunque está visto que no sirve de nada).

13 de octubre de 2007

Bus turístico... ¿para qué?

No entiendo qué les pasa a los autobuses en esta ciudad (aunque creo que en todas es igual): ¿por qué dan tanta vuelta?, ¿acaso intentan traumatizarnos de por vida?, ¿o es que quieren deprimir a los buses turísticos para que desaparezcan y tratan de conseguirlo haciéndoles una competencia salvaje?
Y es que lo del otro día no fue ni media normal. Después de patearme una cuarta parte de la ciudad buscando una parada que me sirviese (pregunté unas cinco veces y quitando el último señor que, encima de "ligar" conmigo, me dio unas indicaciones adecuadas, el resto me mandó a donde le dio la real gana), logré subirme a uno que iba hacia donde yo quería... o al menos eso me dijeron.
Estaba a reventar, fui todo el viaje acompañada por el sobaco de un señor que no debe de saber lo que es la ducha... y conocí calles de la ciudad que en estos 4 años ni tan siquiera había imaginado que existían.
¿Tanto les cuesta ir rectos?... o por lo menos ¿¡no pasearnos por toda la ciudad!?
Yo quería ir a la plaza Santa Catalina y juro por dios que desde que la vi (estaba a un km. en línea recta, más o menos) hasta que llegamos ¡¡pasaron mínimo 15 minutos!! Empezó a recorrer callecitas, callejones, avenidas... pasamos unas 4 veces al lado de la playa, recorrimos todos los hoteles de la zona, volvimos a ir hacia atrás a pasar por el "corte inglés"... todo esto acompañado por un millón de paradas en las que subía y bajaba gente y 22.395.698.765 millones de semáforos... todos en rojo, por supuesto.
Y encima no paró en Santa Catalina, sino 2 calles más atrás... que como no sepas dónde estás (y con tantas vueltas es bastante fácil despistarse) no te bajas y acabas dando la vuelta ora vez, pero esta vez en dirección contraria.
Y yo pregunto, ¿qué clase de individuo se dedica a hacer las rutas de los autobuses?, ¿en qué se basa? porque da la sensación de que coge el mapa, le pega un rotulador en el culo a una rata y la suelta para que haga rayas... y ¡hala! ya tiene la ruta fijada.
Alguien debería explicarles que el trasbordo se inventó hace muchos años y que sirve precisamente para evitar que cada bus tenga que recorrer toda la ciudad.
P.D. ¡¡Echo en falta el metro!!
2ª P.D. ¡¡Y el tranvía!!
3ª P.D. Ya que esto es una isla... ¿no se podría hacer una línea de submarinos? Estaría guay...

10 de octubre de 2007

Miedo.

¿Por qué les tenemos miedo a las cosas?, ¿por qué nos avergüenza reconocerlo?, ¿acaso tememos que la gente se haga una idea sobre nosotros que no es la adecuada?
Y es peor aún cuando esa cosa que nos hace temblar y que se nos erice cada pelo del cuerpo es absolutamente inofensiva. A nadie le importa reconocer "tengo miedo a las arañas" porque sabe que el resto del mundo lo va a comprender, aún cuando no lo compartan: son bichos, tienen patas, parece que te miran mal y tienen la manía persecutoria de meterse por cualquier agujerito... es lógico temerlas. La gente te da una palmadita en la espalda y aunque te dicen "no te preocupes, no te van a hacer nada", con la mirada te transmiten un "te comprendo" que, aunque no te consuele, evita que te sientas idiota.
Pero, ¿y si le tienes miedo, por ejemplo, a un osito de peluche?, ¿con qué cara lo dices?, ¿cómo explicas que sabes perfectamente que es un sentimiento totalmente irracional pero que no puedes evitar que se te empañen los ojos cuando piensas que vas a tener que coger uno entre las manos? Es una sensación indescriptible; intentas convencerte de que no te va a hacer daño, de que hasta los niños de chupete pueden soportarlo... y tratas de ocultar las ganas de echar a correr que tienes por no tener que soportar esas miradas de incomprensión que conlleva tener que reconocer la verdad. Y encima te sientes idiota, porque sabes que más que miedo es una fobia que, por alguna extraña razón has ido alimentando a lo largo de tu vida... pero, ¿y qué?, ¿no tenemos derecho a tener nuestros propios monstruos? quizá ellos son los responsables de que, hasta cierto punto, seamos lo que somos.
Tal vez algún día deje de temer a los ositos de peluche, quizá tener que abrazar muchos por la mejor causa del mundo convierta ese miedo paralizador en una simple mueca de disgusto... pero, mientras tanto, tendré que vivir con ello. Y la gente que me rodea y que me quiere también... aunque sé que muchas de esas personas no llegarán nunca a comprenderlo.
P.D. ¿Hace falta decir que no es un osito de peluche lo que temo? Es un secreto...

9 de octubre de 2007

Ordenador o desordenar... esa es la cuestión.

Siempre he tenido una duda existencial en la cabeza... ¿por qué cuesta tanto ordenar y tan poco desordenar?
Sé que la respuesta lógica es "porque vas desordenando poco a poco", pero esa no me sirve... Tengo una mesa de trabajo rodeada de un millón de cosas (botes, cajones, cajas, cajitas, paneles metálicos con cajas imantadas, estuches...) que me sirve para mantener cada cosa en su sitio y saber dónde encontrarla cuando la necesito (de hecho, a veces tengo que revisar todo porque tengo tantas cosas que ni las recuerdo... como unas bolas de madera que he localizado esta mañana y que el otro día me hubiesen venido de perlas...), y que se llena de cosas cuando estoy trabajando (como es natural): pinceles, pinturas, papel de aluminio, un rollo de cocina, la caja o lo que sea que esté haciendo en ese momento... pero yo soy ordenada (a veces creo que demasiado, y sino que alguien mire el cajón de los calcetines) y procuro mantener un caos controlado... pero a veces la situación me supera.
Hay días en los que parece que ha pasado un huracán por "mi zona" de la habitación ¡¡y no sé cómo ha pasado!! ¿Cuándo he usado yo esa caja?, ¿en qué momento he necesitado la plancha?, ¿cómo ha llegado hasta aquí esa extraña fórmula que cientos de científicos suecos están buscando para hacernos aún más adictos a Ikea?, ¿y ese cd sin nada escrito y que va a hacer que tenga que volver a encender el ordenador para mirar lo que tiene grabado, porque en su momento me dio pereza escribirlo?
¡¡NO LO SÉ!!
Yo creo que por las noches salen todas las cosas que tengo y montan un fiestón del copón, y las que se quedan sobre la mesa y me lo desordenan todo son las que tienen semejante resaca que no han podido volver a esconderse. Es la única explicación factible... porque si lo he sacado yo... ¿por qué a veces ni siquiera sé dónde estaba guardado?

8 de octubre de 2007

Estrés.

Todos los años me pasa lo mismo en esta época: me estreso. Más o menos a principios de septiembre empiezo a pensar en los regalos de navidad (y de cumpleaños, porque gran parte de mi familia tiene la manía persecutoria de cumplir años por esa época... ¡¡ya os vale!!) que tengo que hacer para que el tiempo no se me eche encima... pero casi siempre espero demasiado.
Sé que más de uno estará pensando que no es verdad porque nunca lo dejo para el último día (aunque más de una vez me han hecho encargos el 23 de diciembre... que manda leches también), pero a mí siempre me parece que es tarde.
Ayer estaba tirada en el sofá haciendo la lista (cada año es más difícil pensar qué regalar a cada persona) y me estaba frustrando a cada minuto: es cierto que este año son menos cosas (gran idea lo del amigo invisible), pero aún así me da la sensación de que necesitaría mucho más tiempo para hacerlas.
Hace un par de navidades decidí hacer los regalos yo misma porque, aunque realmente no salen más baratos (el material es bastante caro, como ya he dicho alguna vez), considero que son más especiales... pero claro, eso complica más las cosas.
Y luego están las tarjetas de navidad... también dejé de mandarlas hace tiempo para enviar detalles hechos por mí (un arbolito de cartón, una bola de madera, un muñeco de nieve de guata...), pero claro... ¿qué mandar esta vez?
El mes pasado hice un par de pruebas de cosas probables y me decidí por una porque me parecía que quedaba bonita y que no era demasiado trabajosa... ¡¡hasta que ayer me puse a hacer 10 iguales!! Qué estrés...
Pero bueno, todo compensa pensando que ya llega la navidad, las luces de las calles, la elección de un papel de regalo bonito para envolver los paquetes y el retorno del Suchard... ¡¡llevo un año esperándolo!!

6 de octubre de 2007

¿Nadie nos echa en falta?

Suele pasar al volver de vacaciones o cuando has estado enfermo en casa y llevas unos cuantos días sin salir. Vuelves a recorrer las calles que son tan conocidas para ti esperando encontrar novedades, que la gente te dé la bienvenida emocionada o que el mundo se haya parado durante tu ausencia... pero nunca es así.
Esta mañana he salido de casa después de casi una semana "encerrada" y, tras comprobar que no había ningún virus en la puerta del portal esperando para subirse a mi chepa y volver a ponerme malita, he cruzado el umbral de la puerta... y nada... ni confetis, ni serpentinas, ni "¡¡cuánto tiempo!!"... ¡qué chasco!
El coche seguía estando en el mismo lugar, los centros comerciales tan llenos como siempre y las tiendas con las mismas cosas (menos en dos, a las que ¡¡ya ha llegado la navidad!!).
Yo esperaba que alguien se hubiese dado cuenta de mi ausencia... jooo... :(

Intenciones.

Anoche vi una cosa en el flickr que me hizo pensar.
En uno de los grupos en los que estoy apuntada (uno de manualidades) había un debate sobre una chica que había "copiado" una idea de otra y había colgado la foto sin matizar que el diseño no era suyo, causando el enfado de la primera que alegaba que nadie tenía derecho a copiar sus diseños sin ni tan siquiera decirlo.
Bueno, estoy de acuerdo con las dos partes hasta cierto punto.
Entiendo que tiene que resultar frustrante ver algo que tú has pensado y llevado a cabo en otra cuenta pero, ¿acaso no lo hace todo el mundo? Quizá no de una manera tan descarada, pero yo creo que todos nos inspiramos en el trabajo de otros de vez en cuando, incluso de manera inconsciente. Porque pensándolo fríamente, ¿para qué colgamos a la vista de todos las fotos de nuestros trabajos? No es lógico hacerlo y pretender que absolutamente nadie los imite. Para eso no los cuelgues.
Bien es cierto que los trabajos manuales son muy complicados de plagiar porque dependen de un montón de materiales que, por norma general, es complicado que las dos personas tengan (la misma caja, el mismo dibujo, las mismas pinturas...), pero con el fieltro (era un muñequito de fieltro con forma de rana el culpable de toda esta discusión) eso se evita, puesto que es relativamente fácil de conseguir en casi todos lo colores. Entonces, ¿no puedo inspirarme en los trabajos que veo? Eso limita mucho las posibilidades, porque cada día tengo más la sensación de que todo ha sido realizado con anterioridad por alguien.
Estoy de acuerdo en que cada uno debe de hacer lo suyo, pero recordemos nuestros inicios y seguro que, en algún momento, cogimos la idea de alguien y la hicimos propia. Con el tiempo se aprende a personalizar los objetos y a darles ese "algo especial" que los hace tuyos, pero siempre habrá gente que necesite un empujón... ¿vamos a impedírselo?

4 de octubre de 2007

Que alguien acabe con esta tortura.

Sé que cuando estás malo te parece que lo tuyo es lo peor pero, en serio, no hay nada más desagradable que tener mal las tripas.
Los últimos tres días los he pasado prácticamente sin comer nada (a este paso me quedo como una sílfide), de hecho, sólo de pensar que tenía que tragar algo me ponía mala... pero hoy no, hoy todo me huele bien: la vecina ha hecho algo para comer y huele de maravilla, no hago más que ver anuncios en la tele de cosas ricas, me imagino donuts y patatas fritas haciéndome el baile de los siete velos... ¡¡pero si hasta me ha parecido apetitosa una pelusa del suelo!!
Pero tengo que conformarme con comer galletas maría... están buenas, ¡¡pero yo quiero un chuletón!!
Y claro, me da miedo comer cualquier cosa porque recuerdo el dolor de estos últimos días y no me apetece volver a sentir una manada de ñues escalando por mi estomago, la verdad.
¿Cuándo va a acabar mi tortura?, ¿por qué el helado ha sido tan cruel conmigo?, ¿que he hecho yo para merecer esto? Si yo soy muy buena... ¡¡¡TENGO HAMBRE!!!

3 de octubre de 2007

El triste destino de una botella.

Hace un par de meses me compré una botella de cristal en un chino. Fue un arrebato sin demasiado sentido porque la verdad es que nunca utilizo botellas de cristal (las que uso para enfriar agua en la nevera son de plástico... es que tengo cierta tendencia a tirar las cosas al suelo y esas aguantan mejor la caída), pero tenía una vaca dibujada en un prado, con su hierba, su casita y su valla de madera y no pude resistirme.
La traje a casa, le presenté al resto de cosas que hay en la cocina y estuvo ahí, encima del frigorífico y mandándome mensajes telepáticos que decían "no me quieres... no me usas..."... hasta ayer. Pero creo hubiera sido mejor no tener que darle utilidad.
Estoy convencida de que hubiese sido mucho más feliz si la lleno de cola-cao o de cualquier otra cosa rica... y no de una asquerosa mezcla de agua, zumo de limón y azúcar, mucho azúcar.
Sé que no me lo va a perdonar jamás. Quizá antes no tenía una utilidad clara, pero al menos era decorativa; ahora, cada vez que la cojo, acabo con la misma cara que el fary chupando un limón podrido.
Y lo peor de todo es que, aunque la lave, siempre quedará un regustillo a limón. Quizá no sea perceptible para el resto de la gente, pero yo lo notaré. Y aunque no lo haga, escucharé su vocecilla diciéndome "¿por qué yo?, ¿por qué no elegiste a la jarra de plástico de Ikea?... yo pensé que me querías...".
No sé si algún día podré superarlo.

1 de octubre de 2007

El helado maquiavélico y su pérfido plan.

Estas cosas me pasan por comer helado.
Ya os conté hace un par de semanas que estaba mala y, aunque no quise entrar en detalles, os informé de que era mi garganta la que se había transformado en una especie de estropajo con mala leche. El médico me dio un antibiótico que, en teoría, hizo que mis tripas se revolucionasen... y es que han tenido que pasar dos semanas para averiguar que aquellos polvos con sabor a gominola no eran los culpables de mi malestar... sino el helado de chocolate.
¿Cómo pasó desapercibido su cruel ataque? Pues porque como tenía la garganta llena de viruses variados todo me sabía a alcantarilla, así que me comí el helado con sabor a hámster disecado pensando que en realidad estaba bueno y que era yo la que malinterpretaba su sabor. Por eso.
Pero ha vuelto a atacar y, como esta vez no estaba rellena de bichitos, he sido consciente de que efectivamente estaba malo.
Y aquí estoy, con una especie de alien cabreado en el estómago y analizando las consecuencias de la dichosa intoxicación (menos mal que sólo me comí un trocito, que sino me tienen que ingresar en la u.c.i. y hacerme un lavado de estómago).

* No puedo comer nada aunque sienta un agujero más grande que el de la capa de ozono en las tripas, porque si lo hago mi pequeño monstruo empieza a rugir y termino hecha una pelota encima del sofá y soltando barbaridades por la boca.
* Tengo que beber el agua a temperatura ambiente y poquito a poquito... y teniendo en cuenta que mis tragos de agua se traducen en unos 250 ml de tacada, me resulta bastante frustrante.
* Cierta enfermera me tortura intentando convencerme de que debería tomar manzanilla (¡¡¡aaaaaggggghhhhhh!!!) o té (¡¡¡aaaarrrrrrrrggggggggghhhhhhhhhhhhhhhh!!!), líquidos que siempre he tenido en baja estima y que, según mi modesta opinión, habría que meter en una cápsula y lanzar al espacio dirección al sol para que se desintegren y dejen de molestar en la tierra, porque encima de ser verdes (razón más que suficiente para no tomarlos) saben a jugos gástricos de algún bicho muerto.
* Los alimentos que me esperan en los próximos días son arroz blanco (¡¡ooohhh!!), el agua que sobre de cocer el arroz blanco (aagghh) y pescado hervido, comida que dice alto y claro "¡¡estoy malita!!" y que es la cosa más insípida de la tierra (que nadie intente convencerme de lo contrario, no lo va a lograr), con permiso de la pechuga de pollo hervida, que tampoco se queda atrás.

Así que si me muero de hambre, de sed, o me da un jamacuco, me caigo al suelo y me parto la crisma, que quede claro que ¡¡LA CULPA ES DEL HELADO!!.

P.D. El helado con sabor a Ferrero Rocher no cuenta, ese es muy bueno para la salud y necesario para la subsistencia humana.