21 de diciembre de 2007

¡Somos elfos!

¡¡FeLiZ NaViDaD!!
UrTe BeRRi On!!


17 de diciembre de 2007

Lotería y cía.

Esta mañana he ido a una administración de lotería que hay debajo de mi casa a comprar un décimo para el sorteo de Navidad y... ¡¡había cola!!
Me he quedado a cuadros.
Casi toda la gente superaba los 60 años (menos yo, que bajaba la edad media de los allí presentes de manera salvaje) y se han gastado una pasta en lotería, bonoloto, quinielas, euromillón y todo tipo de cosas (incluidas un par de las que no había oído hablar en mi vida).
Un señor de unos 157 millones de años, con un gorro gris, bufanda blanca (a pesar de que estamos a 25 grados a la sombra) y gafas fucsias de pasta (impresionantes) había ganado 36 euros en no se qué... ¡¡y se ha gastado otros 150!!
Yo flipo.
Estaba allí, atónita, viendo cómo un par de viejecillas casi se tiran de los pelos porque querían el mismo número de lotería de Navidad (al final no lo ha comprado ninguna porque resulta que era "del niño"), observando a un señor rellenar miles de quinielas y bonolotos diferentes y tratando de contar la de boletos (todos sin premio) que tenía en las manos la mujer que había delante de mi... y me estaban dando ganas de salir corriendo y gritar "¡¡yo no soy así!!".
Cierto es que la lotería de Navidad es como el Suchard, las bombillas y los puestos de castañas (sin todos esos ingredientes la Navidad no sería lo mismo) y tengo que reconocer que me hace gracia poner la tele el día del sorteo y oír a los niños desgañitándose y diciendo más números de los que han visto escritos en los libros de matemáticas durante toda su vida junta pero... ¿de verdad creen que les va a tocar?
Sé que si no participas no puedes ganar pero, ¿cómo es posible que la gente se gaste semejantes cantidades de dinero en eso una y otra vez? Pero si las pocas veces que he comprado un cupón de la ONCE y me ha tocado "dinero atrás" me he considerado de lo más afortunada y me lo he gastado en churros para celebrarlo... ¡¡me tocan 36 euros y los invierto en bolsa!!
Pero bueno, volvamos al lío.
Estaba ahí, un poco acomplejada por hacer cola y tratando de convencerme a mi misma de que comprar un décimo de lotería no es malo, cuando lo he visto: una sarta de números, apartada del resto, con carita de "nadie me quiere" y con un humillante cartel agarrado con un clip en el que podía leerse: "el feo".
¿Hace falta ser tan cruel?, ¿acaso los feos no se merecen que los quieran?, ¿temen que contagien al resto de números y por eso los apartan? Es un número como otro cualquiera, con la misma probabilidad de ganar (y perder) y con una notable falta de cariño... pobrecillo.
Así que cuando he llegado a la ventanilla y le he dicho a la señora (que tenía cara de "os voy a matar a todos a base de haceros cortes en las muñecas con los billetes de lotería") "deme dos del que acaba en 71", he sentido cómo un silencio salvaje se apoderaba de la estancia y unos 10 pares de ojos se clavaban en mi nuca. "¿El 71? ese es el feo...".
¿¿¿¡¡¡¡Y!!!!???
Lo he comprado y, aunque no toque, yo le querré igual. Va a tener un lugar de honor en la pizarra de corcho donde pongo las cosas de papel que no quiero que se pierdan y, si no fuera porque no se le puede hacer nada (que luego toca y como está tuneado no lo dan por válido) hasta le pondría una pegatina chula para que se sienta guapo.
Y si os lo estáis preguntando... es el 01.171.
A mi me gusta. Me parece simpático.
Y si toca, me forro, invierto en bolsa y me forro aún más y acabo siendo la mujer más rica del mundo, crearé clínicas de antibelleza donde la gente se operará para ponerse orejas de soplillo, ojeras, narices gigantescas, labios finos y agrietados y arrugas en la frente.
¡¡Viva los feos!!

Piratas de Ikea.

El otro día, para mi sorpresa, una chica encantadora me invitó a participar activamente en su blog... ¡¡qué ilusión!!
Trata de muebles y cosas de Ikea que la gente modifica o utiliza con otro fin del que tenían en principio.
Descubrió mis fotos del flickr y, como le gustaron, quería publicarlas junto a comentarios que haga yo sobre el trabajo que me ha llevado hacer cada cosa.
Quizá pueda pareceros una tontería, pero para mí ha sido muy importante ver que mis trabajos tienen éxito y que a la gente le gustan.
Por eso, y para que cojáis alguna idea si queréis, os invito a visitar el blog "piratasdeikea".

12 de diciembre de 2007

Soy como soy... no puedo evitarlo.

El otro día hice algo que llevaba años pensando hacer pero que siempre dejaba para otro día: fotografié mis peluches. Todos. Bueno, todos lo que tengo aquí.
Y eso me hizo pensar que quizá algún día debería empezar a hacerme mayor porque, a fin de cuentas, tengo 27 años y me sigue encantando entrar en jugueterías y hacer el tonto en los columpios.
¿Por qué? No lo sé.
Alguna vez he intentado crecer, olvidar mi pasión por esos muñecos suaves y regordetes que tanto me gustan y tratar de fijarme en collares y maquillaje (cosas de chicas) en vez de en pegatinas (resulta un poco traumático ver que las personitas que se interesan por las mismas cosas que tú tienen unos 5 años)... pero aguanto muy poco tiempo en mi ramalazo adulto.
Cada vez que paso por las zonas de perfumería y maquillaje de los grandes centros comerciales y veo lo que cuestan esas cosas pienso: "con eso me compro un millón de pegatinas y un oso gigante de peluche"... no puedo evitarlo.
Sé que soy carne de psicólogo y que seguro que me daría algún tipo de explicación en plan "no has superado tu infancia", "no quieres madurar", "estás anclada en el pasado" pero... ¿y qué? Sé que para muchas cosas soy una cría, pero para otras muchas he demostrado tener un par de ***... a fin de cuentas, estoy escribiendo esto desde Canarias, ¿no? (aunque seguro que más de uno opina que lo que hice no fue ser valiente, sino estar como una cabra).
Pero hay días en los que te planteas cosas (y más en estas extrañas fechas en las que todos nos proponemos objetivos, casi siempre imposibles, para el año que viene) como querer cambiar... aunque no sabes muy bien en qué (o quién) te quieres convertir.
¿Sería más "mayor" si no me gustasen las cosas con ojos?, ¿si no hubiese una pequeñísima parte de mí que piense que los peluches y los muñecos tienen sentimientos?, ¿si dejase de poner el felpudo de la vecina en su sitio cada vez que lo veo torcido?, ¿si fuese capaz de pasar por delante de la tienda de Disney sin entrar y toquetear todo a pesar de los carteles de "prohibido tocar"?, ¿si dejase de sacarles la lengua a los niños pequeños en la cola del supermercado? Quizá... pero no sé si quiero ser así.
Tengo muchos años por delante para crecer... aunque creo que jamás dejarán de gustarme los peluches, por mucho que lo intente.

8 de diciembre de 2007

Los juguetes ya no son lo que eran.

Cada año por esta época me dedico a recolectar los catálogos de juguetes de todas los sitios que encuentro y, por supuesto, el rey es el de el corte inglés (suelo coger más de uno... por si se estropea de tanto manosearlo... jejejeje...). Es enorme, tiene todos los juegos, muñecos y juguetes que se te puedan pasar por la imaginación (no como Toys`R´us, que por mucho que anuncie "si existe: lo tenemos" me ha demostrado más de una vez que no es cierto... aunque no por ello deja de ser una de mi jugueterías favoritas) y huele a Navidad (la gente dice que huele a petróleo... todo depende de cómo se mire).
Tengo mi ritual particular para no perder detalle de las novedades: miro cada página detenidamente, marco las que considero "interesantes" y, en muchos casos, incluso llamo a mis primas para comentar algo que me ha desconcertado... y este año no ha sido la excepción... las nuevas Barriguitas me han creado un trauma (de hecho ellas me llamaron a mi porque consiguieron el mega catálogo antes que yo).
¿Por qué les han hecho eso?, ¿ya no queda inocencia en el mundo?, ¿qué tipo de niños estamos criando?
Por si alguien está despistado, aclararé que las barriguitas eran unas muñecas de unos 12 centímetros con las que crecimos los de mi generación. Eran bebés regordetes, con piececitos y manitas adorables y totalmente asexuales (en lo que a entrepierna se refiere). Los niños no tenían pelo y las niñas tenían melenita, ya está. Fueran sacando versiones en plan "barriguitas sirena y neptuno", "barriguita mulata", "barriguitas del mundo"... ¡¡pero siempre fueron bebés adorables!!
Yo tenía el armario, el coche de capota y un montón de ropitas con esos minúsculos zapatitos que siempre se perdían... y era feliz con ellos.
Hace un par de años sacaron la versión peluche, que creo que fue un fiasco. Supuestamente estaban dirigidas a bebés (de ahí que fuesen blanditas), pero no debieron venderse demasiado bien porque prácticamente han desaparecido del mapa.
Pero lo de este año es un insulto a la infancia de todos los que nacimos en los 80 y alrededores... ¡¡las barriguitas son abuelos!!
Aquellos bebecitos que tanto quisimos, arropamos y pintamos con rotulador... ¡¡se han convertido en una familia del siglo XXI!! Por amor de dios, pero si el padre parece metrosexual... qué trauma. No quiero ni saber si siguen haciéndolas asexuales o tienen tanto detalle que... ¡¡¡aaaahhhh!!!
Sé que las cosas evolucionan y que con los juguetes pasa lo mismo, pero duele verlo. A la Nancy la destrozaron y la están volviendo a reinventar (gracias al cielo), la Barbie sigue en su línea porque siempre ha sido repelente (para mi gusto claro... sólo tuve una y acabó amputada, pintada con rotulador negro y con el pelo recortado... pobre criatura...) y los Pin&Pon... esa es otra larga historia... ¡¡ahora tienen la camisa y el pantalón de diferente color!! Los que tenía yo eran monocromáticos: si eran rosas, tenían todo rosa. Y punto. Pantalón, camisa, zapatos... todo. Y ni tan siquiera tenían brazos móviles, eran como un tronco de color con cabeza... pero los adoraba (de hecho, y si nadie ha hecho algo de lo que se arrepentirá el resto de su vida, en casa de mi ama sigue estando la casa maletín de Pin&Pon, uno de los juguetes que más me gustaron de toda mi infancia).
Cómo olvidar la casa seta de "Blancanieves y los siete enanitos" (versión sofisticada de las Barriguitas), el Nenuco que hacía pis (todavía no he superado el shock de averiguar que hacía pis por simple gravedad: el agua que entraba por arriba salía por abajo), las muñecas de olores que salían de un huevo, el cinexin y tantos otros juguetes con los que crecimos y que hoy en día han derivado... no sé en qué.
Por eso quiero hacer un llamamiento desde aquí a todos los fabricantes de muñecos del mundo: si queréis a vuestros hijos y/o nietos, dejad de inventar muñecos que crecen, hablan, eructan, caminan y te llaman "mamá" en plan satánico... ¡¡¡los de nuestra época eran mejores!!! (y no dejaban de ser guays cuando se les acababan las pilas).

4 de diciembre de 2007

Villancicos.

Ya dije hace tiempo que Luis Piedrahita era mi ídolo y lo seguirá siendo hasta el fin de los días.
Aquí tenéis su particular visión de los villancicos.

Más sobre Correos.

Lo sé, hace poco hablé de Correos y me despaché a gusto, pero es que no paran de sorprenderme.
El otro día me llamaron al timbre de casa y cuando fui a abrir el cartero se quedó sorprendido: "¿estás en casa?... vaya..." (hay que decir que ese hombre no me conoce de nada y creía que no conocía tampoco mi rutina... pero parece ser que estoy vigilada).
La explicación vino cuando me confesó que tenía un paquete para mi pero que como era grande y él había supuesto que yo no iba a estar (¿?), no lo había traído para no cargar con él... qué fuerte... y encima tuvo la poca vergüenza de preguntarme si quería que me lo trajera: ¡¡sííí!!
Y ayer estuve en una oficina de Correos: fui a llevar dos cajas enormes llenas de regalos de Navidad. Cada caja pesaba más de 15 y para no dejarme el sueldo del mes en enviarlas, quería hacerlo por paquete azul (es el más barato y el que más tarda en llegar)... pero eso lo sabía yo.
Después de estar una media hora esperando (había bastante gente y las dos chicas que atendían no tenían ninguna prisa), entregué las dos cajas y los papeles que había rellenado en mi casa para ahorrar tiempo. Bueno, pues sin decirme nada (lo lógico es que te regunten cómo lo quieres mandar: normal, urgente, certificado... digo yo que cada cual podrá elegir la manera... ¿o no?) preparó el envío como ella quiso y ni tan siquiera me dio a rellenar los formularios necesarios para ese tipo de paquete (temas de aduana). Yo alucino.
Ya sé que la que trabaja en Correos es ella y no yo y que, por lo tanto, debo asumir que sus conocimientos sobre el tema son mayores que lo míos pero... ¿por qué no tuve que rellenar el papel de siempre?, ¿por qué no me dio opción de enviarlo como yo quiera, aunque sea más caro? No entiendo nada.
Y encima,. cuando le pregunté cuánto tardaría más o menos en llegar (sé que es entre 15 y 20 días, pero me parto de risa al ver que cada uno dice una cosa diferente y por eso pregunto siempre... soy mala...), va y me dice que unos 20 días como mínimo... ¡¡pero laborables!! Que no cuente ni fines de semana ni festivos... ¿pero estamos todos locos?, ¿pretenden decirme que una mosca coja, tuerta y con un ala amputada puede darle dos vueltas a la tierra antes de que un miserable paquete recorra 3.000km?, ¿cómo es posible?, ¿lo tiran al mar y esperan a que lo arrastre la marea hasta su destino?
Yo, de verdad... me dejan a cuadros. "es que en Naviad tenemos muchos paquetes que repartir"... ¿?¿?¿?¿?... ¡¡PUES CONTRATAD A PAPA NOEL!! Tiene mogollón de callo en entregar un millón de cosas en una sola noche.
Así que visto lo visto sólo me queda decir dos cosas:
* mi cumpleaños es en abril: todos los que queráis mandarme regalitos enmpezad a enviarlos ya, que sino no llegan a tiempo.
* a mis familiares y amigos: si llega la Navidad y no tenéis regalos... lo siento, vale que este año he andado muy tarde pero juro que mandé los paquetes el día 3 para que, aunque tardasen lo máximo llegasen para el 24... ya no está en mi mano hacer nada para que los recibáis a tiempo.