31 de julio de 2008

¿Qué pasaría si fuese rica?

Ayer por la tarde estábamos dando una vuelta cuando al pasar por delante de una administración de lotería vimos un cartel en el que ponía: "bote: 17 millones de euros"... ¡¡eso son muchos millones!! Entonces, como es habitual en los humanos, nos pusimos a divagar sobre qué haríamos con ese dinero.
Fuera aparte de lo típico de "me compraría una casa enorme con piscina" (¿una?, con esa pasta me compro tres o cuatro), intentamos ir más allá: ¿cambiaríamos?, ¿seguiríamos teniendo los mismos gustos?, ¿o nos convertiríamos en esa gente rica que sale en la tele y que tiene hasta los tapones de la bañera de oro?
Yo sé que me montaría un taller de manualidades del copón (no descarto contratar a alguien para que lije las cosas... ¡¡es una lata!!) y que les compraría una casita a mis peluches donde estuviesen protegidos del polvo y no existiesen esos carteles estúpidos que hay en las jugueterías en los que pone "prohibido tocar" (¿cómo se puede comprar alguien un peluche sin achucharlo primero? es absurdo...). Pero la duda es, ¿seguiría buscando tiendas baratas de pegatinas?, ¿me compraría todos los peluches que me gusten sin tener que sacrificar darles un hogar por falta de sitio y dinero, que es lo que me pasa ahora?, ¿seguiría comprando los DVD de Disney en el "Media Market" porque son más baratos que en la "Disney Store"? Hacer todas esas cosas son parte de mí, al igual que tener un Clio que no puede correr mucho (nunca he superado los 100 km/h y no necesito más... aunque quizá me gustaría uno con aire acondicionado), un reloj de pulsera sin diamantes rosas incrustados en las manillas, y un móvil que no puede viajar al espacio él solo, contactar con los marcianos y volver a contarnos qué le han dicho.
Es fácil decir "yo seguiría siendo como ahora" pero... ¿de verdad nos gustaría seguir siendo pobres... pudiendo ser ricos?

30 de julio de 2008

Confesión.

Ayer me salté un semáforo en rojo. Sin querer, por supuesto.
Iba toda feliz conduciendo por una carretera relativamente conocida (hacía tiempo que no pasaba por allí) y, al salir de la rotonda vi el paso de cebra... pero no vi el semáforo. Cuando estaba atravesándolo descubrí la luz roja por el rabillo del ojo, mirándome inquisitiva, y escuche un "te acabas de saltar un semáforo"... ¡¡¡¡¡¡lo sientooooooooo!!!!!!
Hacía tiempo que no me sentía tan mal, de verdad. Creo que hubiese sido capaz de dar marcha atrás para pararme allí a esperar que se pusiese en verde... pero hubiese sido peor el remedio que la enfermedad.
Cierto es que no hubo ninguno peligro porque no regulaba ningún cruce, era uno de esos que "sólo" sirven para que los peatones crucen (y no había nadie, eso puedo asegurarlo)... ¡¡¡¡pero me lo salté!!!! Me auto-impuse un castigo (no me comí el helado italiano rico que íbamos a tomar con unos amigos) y pasé los siguientes 5 minutos diciendo en alto "perdón, perdón, perdón"... pero desde aquí reconozco mi error y prometo fustigarme con un látigo de cuero rosa y echarme vinagre con sal sobre la herida, para aprender la lección.
¡MEA CULPAAAAAAAAA!

25 de julio de 2008

Buscando el sol... que más quema.

Empecemos haciendo dos aclaraciones:
1ª A pesar de ser de Bilbo, y tal y como muchos de vosotros sabéis, vivo en Canarias.
2ª ¡¡No es verdad que no me gusta la playa!!
Ahora es cuando me explico.
Soy blanca... muy blanca. De hecho, me atrevería a decir que soy transparente (tanto que brillo en la oscuridad, como las pegatinas con forma de estrellita que tenía en el techo de mi antigua habitación). Y me quemo con nada. Da igual que me eche cremas de alta protección (incluso extrema), me esconda en las sombras de las palmeras o me entierre en la arena; la primera vez que estuve en esta isla acabé como un langostino a la parrilla... ¡¡y sólo por dar un paseo en la playa!! Y eso explica, entre otras razones, que la gente piense que no me gusta la playa... ¡¡porque nunca estoy dispuesta a ir a las horas que quieren ir!!
Mi marido y yo solemos ir al sur, a eso de las 5 de la tarde y a una playa enorme en la que no hay un paseo cerca donde se ponga la gente a mirar cómo se te marca el michelín (¿por qué nos da vergüenza que nos vean en ropa interior y tenemos que estar a gusto en bañador?, ¡¡¡pero si son más indiscretos todavía!!). Las cosas como son: para cuando llegamos la gente está levantando el campamento y ya no sientes que el sol te arranca la piel a tiras, pero es la única manera de no acabar como un camarón cocido. Si por mí fuera, me tiraría la vida metida en el agua o haciendo castillos de arena, en contra de lo que cualquier persona que me conoce diría. ¿Y la piscina? La última vez que estuve en un hotel con piscina salía del agua porque Antonio me "obligaba" para echarme crema, que sino podía estar todo el día dentro... y no estoy exagerando.
Así que no entiendo cómo la gente va a achicharrarse al sol a las 2 de la tarde y luego te ponen carita de pena cuando se abrasan... ¡yo se lo advertí! Una amiga mía, que según ella no se había quemado nunca, acabó con un bote de aftersun como mejor aliado... ¡pero sigue "enfadándose" conmigo porque no voy con ella a la playa a esas horas!
Hay cosas incomprensibles, y esta es una de ellas.
Así que, que quede claro: me gusta la playa, me encanta la piscina, mi capacidad para estar tumbada al sol sin hacer nada ronda los 15 minutos (como máximo)... ¡¡¡y nunca iré con vosotros a la playa!!! Mis michelines me lo prohíben.

16 de julio de 2008

Uno de esos días.

Hay días en los que te despiertas y cuando sacas un pie de la cama quisieras poder desaparecer. Sin embargo hay otros días en los que lo ves todo diferente; posiblemente no haya cambiado nada, ni tan siquiera el tiempo, pero la forma de ver las cosas pasa de ser negro azabache a gris... oscuro, pero gris.
Y hoy es uno de esos días. ¿Por qué? No lo sé. Quizá por la fuerza que me da mi pequeña Ixone o porque la gente que me quiere me demuestra que podré conseguirlo, sea como sea. Hace algo más de 5 años me aventuré en el mayor viaje de mi vida y fue un riesgo. Sabía que iba a salir bien. Lo sentía. Y así fue.
5 años más tarde voy a cometer una locura aún mayor... pero sé que va a salir bien. ¿Por qué? Por la gente que me quiere. Por la gente que me necesita (y a la que necesito). Por el futuro de mi niña. Y porque hay cosas que se saben. Sin razón aparente. Sin motivo alguno.
Mi vida va a cambiar. Y va a cambiar a mejor. Eso seguro.
Eskerrik asko, desde lo más profundo de mi corazón, a todos los que me estáis a ayudando a dar este paso. No podría hacerlo sin vosotros.

12 de julio de 2008

Sigo viva.

No me he ido de vacaciones.
No me han abducido los marcianos.
No me han secuestrados los carritos del supermercado.
Si estoy desaparecida es porque me están pasando muchas cosas a nivel personal y, tristemente, no son precisamente la alegría de la huerta.
Sé que los que leéis este blog lo hacéis para estar un rato entretenidos y, como hay situaciones a las que no se les puede buscar el lado cómico, últimamente no me siento con fuerzas (ni ganas) de ponerme frente al teclado y contaros nada.
Pero volveré. Prometido. No os olvidéis de mi, ¿vale?