25 de agosto de 2008

Esos momentos.

Todos padecemos más de lo que nos gustaría esos momentos en los que la situación es tan violenta que te quieres morir o por lo menos que te abduzcan los marcianos y te devuelvan a la tierra 50 años más tarde (aunque creo que caerte al suelo de bruces, a un charco, en un día lluvioso, delante del chico que tú consideras más guapo del mundo y que por supuesto te gusta y no sabe que tú existes sólo me pasa a mí, ¿verdad?) y yo pensaba hasta hace un par de años que subir en el ascensor con el vecino al que no entiendes cuando te habla y al que siempre respondes con monosílabos y movimientos de cejas suplicando dar la respuesta acertada era una de las peores situaciones... hasta que vine a a vivir a un segundo piso sin ascensor... y con una señora mayor de vecina.
Cabe decir que desde que se ha echado novio parece que ha rejuvenecido unos 20 años y que a veces me parece tener más vitalidad que yo, pero aún así cuando llegamos a casa al mismo tiempo siempre te dice "sube tú primero, que vas más rápido"... ya...
Puedes tener los pies llenos ampollas, llevar 7 horas fuera de casa y desear que venga un perro rabioso para que te los devore o incluso venir cargada del súper con 800 bolsas que pesan unos 2.000 kilos cada una... pero ella supone que vas a ser más rápida. Cómo no.
Y claro, eso no es lo peor... nooooo... lo peor es que, como va detrás de ti, eres plenamente consciente de que te está mirando el culo. Es lógico, es lo que tiene ir delante, pero no resulta nada agradable saberlo. Entonces empiezas a intentar ir más rápido sin resoplar (no vaya a parecer que no puedes ni respirar), al tiempo que tienes que contestar a frases chorras del tipo "estas escaleras cada día cuestan más, ¿eh?" y sonreír, porque aunque vaya tras de ti, como buena viejecilla que es, te está viendo la cara (debe de ser un poder que se adquiere con la edad) y vigila cada uno de tus gestos para contárselos a las vecinas.
Y hoy, para no variar, lo he sufrido con 30 grados en la calle, una tripa de 5 meses, dos bolsas del súper... y la vieja detrás, metiendo prisa y midiendo mentalmente mi culo... ¡qué horror!!

24 de agosto de 2008

Busco casa adoptiva.

No, no es para mí. Y no, tampoco me he vuelto loca. Lo cierto es que la casa adoptiva es... para mis peces.
Dentro de poco más de un mes me mudo (ya os contaré... ¡¡cuando se acerque más la fecha!!) y no me los puedo llevar conmigo porque, aunque me gustaría, dudo mucho que aguanten 3 horas metidos en un avión (más el tiempo que pasas en el aeropuerto en este tipo de viajes, claro).
Así que busco soluciones. Se me ha ocurrido echarlos en un diminuto estanque que hay en un parque relativamente cercano a casa porque allí hay Guppies y supongo que los míos sobrevivirían, al menos la inmensa mayoría pero... ¿qué hago con los dos arlequines?, ¿y con mi querido comepiedras? No los puedo soltar allí porque se morirían fijo (sobre todo el comepiedras, que se asusta con nada y lo mismo le da un infarto en cuanto se cruce con una rana 10 veces más grande que él)... me da dolor de corazón sólo de pensarlo.
Así que pasé por la tienda de peces a la que solemos ir habitualmente y les propuse una adopción... la chica me miró muy raro y yo creo que no me echó de la tienda porque al verme embarazada pensó que serían las hormonas... sea como sea, y cuando se lo expliqué todo, no le pareció una idea demasiado descabellada acogerlos en la tienda y meterlos en los acuarios enormes en los que tienen las plantas que venden. De todos modos, me dijo que tenía que hablar con la encargada... cosa que no he hecho aún.
Y es que, aunque no me parece una mala solución (es mejor que tirarlos a la taza del water, eso seguro), me da como cosa que se queden allí... pobrecillos... es como cuando un señor mayor dejaba a su gata en el veterinario cuando se iba de vacaciones... vale que no parecía pasárselo demasiado mal (le hago eso a la mía y no me habla nunca más por maltrato gatuno... y razón no le faltaría), pero dejarla con la persona que la "torturaba" con cierta asiduidad no me parecía demasiado humano... pero bueno, volvamos al tema.
Mis peces no han visto "Buscando a Nemo" (gran película, todo sea dicho), no vaya a ser que cojan ideas y bastante tengo con que uno de los Guppies siempre se meta en el tubo cuando le cambio el agua, pero creo que puede ser duro para ellos ver a su alrededor un montón de peceras llenas de parientes lejanos apiñados y que desaparecen en bolsitas... ¿y si recuerdan la traumática infancia que tuvieron hasta que los adopté y les di un hogar?, ¿y si se deprimen por no tenerme ahí para incordiarles de vez en cuando?, ¿y si se vuelven locos y saltan del acuario a las 4 de la mañana y como la tienda está cerrada nadie se entera y se mueren ahí solitos, en el suelo, dando saltitos desesperados por volver al agua?
Por eso busco una casa adoptiva que los quiera y los cuide; son pequeñitos, casi no comen (con un par de escamas para todos llega de sobra) y los Guppies tienen crías... ¿alguien que viva en Las Palmas les quiere dar un hogar?

19 de agosto de 2008

Pagando la deuda.

No sé si lo recordaréis, porque ha pasado tanto tiempo que a poco más y se une con el siguiente aniversario, pero cuando mi blog cumplió un añito hice un sorteo entre todos los que pusisteis comentarios y ganó Valkiria.
Y ayer, por fin, después de muchos meses de correos electrónicos y tras envolver su regalo, nos conocimos.
Fue un auténtico placer Ana, de verdad. Un millón y medio de disculpas por haberte hecho esperar más de media hora (¿te puedes creer que aún no me he recuperado del sofocón?... jejejeje...), espero que pienses que mereció la pena no fugarte del restaurante y dejarme en la estacada... ¡aunque casi me lo merecía!
Prometo que nos veremos muchas veces de aquí a octubre porque, entre otras... ¡¡te debo un batido de helado!!
Espero que disfrutes el regalo :)

13 de agosto de 2008

El dedo que no se cura.

Tengo un dedo que no se me cura. Yo no sé si es que el pobre es gafe o es que es la prueba viviente de que soy un poco torpe... pero creo que va a ser la segunda opción...
Es el dedo corazón de la mano derecha... vamos, que más en medio no puede estar. Creo recordar que lo primero que le pasó fue que me lo corté con una tijera (o un cuchillo, no estoy muy segura) y estuvo una temporada cubierto por un tirita. Cuando decidí descubrirlo y enseñarle mundo aún estaba sensible y yo, que soy más bruta que un arado y no me acordaba, me puse a lijar una caja de madera y conseguí una ampolla preciosa justo en la yema del dedo, en la parte que estaba en periodo de recuperación.
Tras muchos días con la bendita ampolla incordiando, y cuando parecía que empezaba a curarse del todo, me lo quemé sacando la bandeja del horno... y vuelta a empezar...
Y por si eso fuera poco, el otro día me corté de nuevo al limarme las uñas... ¡¡¡pero qué me pasaaaaaaa!!!, ¿por qué lo torturo de semejante manera?
Ahora mismo tiene la piel tiesa, como las caras de las viejecillas ricas que salen en los programas sobre familias con pasta de Beverly Hills. A simple vista puede parecer un dedo normal pero yo, que vivo con él, sé que está psicológicamente trastornado y que tiene tendencias suicidas (hace cinco minutos estaba preparando la comida y ha saltado como un loco al filo del cuchillo... eso no es sensato hombre...).
Sé que lo normal sería asumir mi culpa y reconocer que la causante de todos sus males soy yo pero... ¿y si en realidad es un dedo mártir?, ¿y si su meta vital es suicidarse en pro de la evolución para que mis hijos nazcan sólo con 4 dedos, funden una fábrica de guantes con 4 dedos y se hagan multimillonarios?, ¿y si yo, al intentar protegerlo de su instinto amputador, estoy guiando a mi familia a la pobreza más absoluta... y encima con un dedo más que alimentar?, ¿y si soy el eslabón perdido entre los humanos y los Simpsons?
Dios, cuanta responsabilidad...

10 de agosto de 2008

¡Por fin conozco a Wall-e!


Hace tiempo os hablé de Wall-e, incluso puse el trailer en el blog... y hoy vuelvo a hablaros de él porque... ¡¡¡es una ricura!!!
Ayer fui al cine a ver la peli (dos entradas, palomitas, un litro de agua y gominolas... soy un poco más pobre, pero no importa) y sólo puedo decir una cosa... ¡¡¡me encantaaaaaaa!!!
No es sólo altamente recomendable, sino que creo que todos deberíamos estar obligados a verla... un par de veces, mínimo.
Soy fan incondicional de Disney y, por extensión, de Pixar... y creo que puedo asegurar que Wall-e es uno de los personajes más entrañables y adorables que han creado hasta el momento... ¡¡yo quiero uno!!!
Un último consejo: intentad ir al cine sin saber el argumento de la peli, así se disfruta más... ¡¡LARGA VIDA A WALL-E!!

6 de agosto de 2008

He visto uno...

Todavía no me he recuperado de la impresión, pero puedo afirmar que... ¡¡los billetes de 200 euros existen!! He visto uno en el supermercado esta mañana... ooooohhhhh...
He ido ha comprar una barra de pan y algo para comer y, en la cola, delante de mí, había una pareja de unos 70 años (aunque a saber qué edad tendrían en realidad, porque siempre he sido malísima calculando años) con un carro repleto de cosas. Después de pasar todo por la caja y de tirarse como siete años y medio metiéndolo en bolsas, la cajera les ha dicho que eran 17o euros (algo más, creo), con lo que la señora se ha puesto a rebuscar en su cartera y monedero, tratando de reunir toda esa pasta y, como está visto que no lo lograba, le ha dicho a su marido (o lo que fuese): "¿tienes 20 euros?".
El señor se ha quedado mirándolo en plan "creo que no voy a tener, pero voy a mirar por si acaso" y, bajo la atenta mirada de la cajera (y la mía, que soy un poco cotilla y necesito nutrirme de historias que alimenten este blog)... ¡¡¡ha sacado un billete de 200 euros!!! Qué fuerte. Yo pensaba que su existencia era parte de una historia urbana.
Me he quedado atónita, sin poder apartar la visión del amarillo billete y el hombrecillo poseedor del tesoro me ha sonreído, así que supongo que la sensación de tener la mandíbula desencajada y de estar sudando a mares por la sorpresa era real...
La cajera ha disimulado mejor que yo, todo hay que decirlo, pero la he visto un poco apurada intentando localizar el sitio correcto donde meterlo en la caja registradora (que como mucho tenía billetes de 50 euros)... tanto que al final lo ha doblado y lo ha escondido debajo de un fajo, a buen recaudo.
Han pagado, se han ido... y me han dejado a mí, con el corazón en un puño y pagando los 3´51 euros con la tarjeta de crédito... ¡es lo que tiene ser pobre!