19 de septiembre de 2007

Mi visita al médico.

Por normal general voy de rambo por la vida y aunque esté hecha un guiñapo humano no voy al médico hasta que no sea estrictamente necesario (cuando estoy a punto de entrar en coma, más o menos), lo que suele acarrear que el constipado (mi "enfermedad" favorita) dure más tiempo de lo esperado o que esté peor de lo que debería por la ausencia de drogas, y es que eso de que en las farmacias ya no te den nada "porque sí" aunque les pongas carita de "estoy malita" no mola nada. Pero esta vez, y sin que sirva de precedente, fui al médico el primer día (¡¡oooohhhh!!).
Lo chungo de todo esto es que sí, te dan drogas, pero te obligan a volver al de un par días porque sino se te acaba el tratamiento (a eso le llamo yo tortura psicotrópica: te demuestran lo "bien" que estás con el augmentine (o lo que sea) y te amenazan con no darte más si no pasas por tu médico de cabecera... ¡¡qué crueldad!!). Y hoy ha sido el día en el que he vuelto al médico para decirle que me sabía todo a perro muerto y que quería más augmentine de ese, que mola mogollón.
Pero no estoy aquí por eso, sino por la vivencia sobrenatural de la sala de espera.
Y es que existe una especie de humanos (si es que son de este planeta...) que van a esos sitios a pasar el rato; son como los viejecillos que se tiran horas esperando en las paradas del bus, pero estos encima amenazan con contagiarte algo. Y yo tengo un imán para ellos. No sé por qué. Igual que para los testigos de jehová o para las ancianitas que van por ahí con la estampita de la virgen de turno y la biblia para convencerte de que todos los jóvenes somos producto del pecado... pero esa es otra historia.
La cuestión es que he cometido el gravísimo error de entrar en contacto visual con uno de ellos... ¡¡pero ha sido sin querer!!
Estaba sentada haciendo un crucigrama (bueno, una sopa de letras, pero lo del crucigrama parece más intelectual y me hacía ilusión ponerlo) y ha llegado una señora con una pinta bastante normal, si no fuera por el pelo rubio platino con un pedazo de mechón azul pitufo y que olía como si se hubiese fumado la tabacalera y alguna fábrica de papel.
Yo estaba concentrada en mi pasatiempo (no la mires, no la mires, no la mires) pero ha pegado un alarido ("¿sabes qué?") y del susto he pegado un bote y he levantado la mirada (grave error). Entonces ella me ha mandado sus ondas capturantes (se llaman así, no me lo he inventado), han hecho que la mire a los ojos... y ha empezado a hablar (cada vez que yo ponga puntos suspensivos significa que la señora entraba en trance y se quedaba callada durante unos 15 segundo, mirándome a mí pero viendo el infinito y yo creo que algún que otro elefante con tutú bailando un vals o algo así):
"Al lado de mi casa hay un stop... (¿y?) el otro día lo fui a cruzar pero no veía nada porque era de noche y llevaba las gafas de sol puestas... (repito, ¿y?)... vino un coche rápido y me dio... (aaahhhh... eso explica que esté zumbada)... ... ... menos mal que puse los brazos "asina" (se ha cruzado los brazos delante de la cara) porque sino me atropella (más ¿y?)... ... ... ... ... pero no puedo hacer nada porque no apunté la matrícula... (¿¡¡¡¡¡y!!!!!?)".
Gracias a dios en ese preciso instante me ha llamado la doctora, que con su dulce voz ha conseguido arrancarme de la mirada hipnótica de la loca semi atropellada y con ello ha roto el encantamiento. Me he metido a la consulta, le he dicho que había una señora muy rara fuera ("¿la rubia con un mechón azul?"... ¿¡si la conocen por qué no la encierran!?), me ha metido el palito ese por la garganta hasta tocarme el higadillo, ha simulado ver algo (estoy convencida de que es imposible que vean a los bichitos esos, fijo que mienten) y me ha dado más drogas (¡¡guay!!).
Al salir he descubierto a la mujer tratando de entrar en contacto visual con otra chica, que se ocultaba aterrorizada tras la hoja de un periódico.
Y yo me pregunto, ¿esa gente por qué se aburre tanto?, ¿son así de verdad o lo hacen para que alguien les haga caso?, ¿no se dan cuenta de que sólo les "prestas atención" porque te miran con cara de "o me escuchas o te persigo por la calle... sé donde vives..." y te dan miedo?, ¿alguien les ha dicho todo esto alguna vez?, y si lo ha hecho, ¿ha sobrevivido?
Y lo peor de todo... ¿¡¡POR QUÉ SIEMPRE ME PASAN ESTAS COSAS A MÍ!!?

P.D. Acabo de recordar lo que me pasó una vez en el metro con un tío disfrazado de payaso... os juro que si lo cuento no me creéis...

1 comentario:

Antonio Teixeira dijo...

Algunas veces te las encuentras en la guagua, se te sientan al lado y ya no tienes escapatorio. Tienes que aguanterles el rollo , da igual lo que hagas, te pones los cacos , miras a otra parte ... nada puedes hacer.