4 de abril de 2008

Mi instinto homicida.

Soy una mala persona; peor aún... soy una mala madre. Yo quiero a mis peces, lo juro. He visto nacer a casi todos en el acuario (si llego a saber que los Guppys son tan "activos" me compro un conejo... ¡¡seguro que tendría menos crías!!), y los que adopté llevan tanto tiempo en casa que son como de la familia. Les alimento (cuando me acuerdo), les limpio el acuario, intento exterminar la plaga de caracoles que están en plan okupa... pero a veces tengo pensamientos malvados...
Cuando hago manualidades uso un vaso de plástico para ir dejando los pinceles en agua o en disolvente, depende del caso, y cuando el líquido en cuestión está muy sucio (o me quedo sin pinceles) voy a la cocina a limpiarlo todo. Recorro el pasillo con el bote, los pinceles y el colocón por culpa del olor del disolvente y entonces, al final del pasillo... veo el acuario. Grande. Luminoso. Lleno de pececillos que rebolotean de un lado a otro. Criaturitas multicolor que me hacen la ola cuando me acerco con el bote de comida y que me dan besitos cuando meto mi manaza en su mundo para quitar las algas de los cristales. Y entonces la crueldad se apodera de mí y pienso "¿qué pasaría si hecho una gotita de pintura ahí dentro?, ¿o si meto la puntita de un pincel?".
Jamás lo haría. Antes tiraría el líquido por la ventana y me enfrentaría a la furia de la vecina al descubrir su ropa destrozada que torturar a mis animalillos pero... ¿por qué pienso eso?, ¿acaso habita en mi un ente malvado que odia el pescado y trata de obligarme a ser su cómplice en su terrorífico plan de exterminio?, ¿o es parte de la curiosidad humana, como cuando pienso qué pasaría si un virus exterminase a toda la humanidad y me salvase sólo yo, pudiendo acceder de manera gratuita a todas las tiendas de pegatinas y de peluches del mundo?
La cuestión es que siempre que pasa eso me siento culpable y acabo pegada al cristal del acuario, mirando con carita de "yo no quería" a mis diminutas mascotas y sabiendo que jamás podré trabajar en una tienda de peces porque mi instinto asesino se multiplicaría por mil, no podría controlarlo, acabaría asesinándolos a todos, me meterían a las cárcel y ahí dentro no podría tener pegatinas, que sería el peor de los castigos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Naiara,

Aunque he leído bastantes veces tu blog (¡Muchas felicidades por el cumple-blog!), nunca te había dejado un comentario. Y me he animado esta vez porque me he sentido identificada con lo que cuentas en esta entrada.

Verás, cuando yo era pequeña tuve un pensamiento parecido al tuyo con los peces. Yo estaba jugando en mi habitación, tan entretenida, y de pronto me entró sed. Cuando me disponía a acercarme a la cocina, me fijé en la pared del pasillo, tan blanca, tan enorme. Y sentí un deseo enorme de dibujar allí una granja. Me lo pensé, estaba mal, me iban a reñir y seguro que me ganaba un cachete pero... Corrí a mi habitación, cogí mi lápiz y dibujé, y dibujé. Cuando mi padre llegó del trabajo y abrió la puerta se encontró con un casa, una huertecita, unas montañas, un bosque, un rebañito de ovejas... Ni que decir tiene que me la cargué, y un montón además, porque mi madre que estaba en casa necesitaba justificarse por el hecho de que a una niña de 5 años le hubiera dado tiempo a pintar todo aquello, ya que podía haber hecho eso como cualquier otra cosa peor, así que me castigaron "a todo" (yo diría "a menos todo": no tele, no música, no cuentos, no juguetes...), una semana.

El caso es que nunca antes había tenido esos pensamientos pero desde entonces... Me dan cada poco y, aunque no les hago caso, me llaman mucho la atención. Un día se lo comenté a una amiga y ella me confesó que también le había pasado a ella y que se debía a la curiosidad infantil. Es decir, en teoría con la edad se cura.

Ya ves, no sé por qué no se nos curaría a nosotras. ¡Yo ya me dejé llevar por mi curiosidad! :-(

Un besito.

Rebeca Herrero 6F dijo...

Vale yo pense que esas cosas colo me pasaban ami jajajaja
Ahora pido uan cosa, foto del acuario!!!!! me encantan los acuarios