24 de junio de 2007

El pegamento... ese invento del demonio.

Los pegamentos son criaturas crueles que disfrutan haciéndonos sufrir. Da igual de qué tipo, marca o precio sean... nunca pegan lo que tienen que pegar. Eso sí, lo que tú quieres que se quede separado, lo unen hasta el final de los días.
Cuando yo era pequeña sólo había un par de tipos:
* la cola blanca: esa que se le da a los niños porque, en teoría, no es tóxica... y menos mal, porque yo creo que todos hemos comido un poco alguna vez, pero que ha destruido miles de sueños con forma de manualidades de papel, porque las moja, las arruga y las destruye... qué drama.
* el pegamento de barra: supuesto sustituto de la cola blanca cuando quieres pegar papel, pero que en realidad nunca es permanente, siempre acaba soltándose, sobre todo cuando estás confiado y crees que ya no lo hará.
* el loctite: el pegamento para los adultos, porque cuando eres un niño no te dejan usarlo... y con razón. Ese pegamento sólo hace tres cosas: pegar tus propios dedos entre sí, destruir cualquier superficie que pretendas pegar con él (no importa de qué material sea, se la come; es como si estuviese lleno de bichitos hambrientos... como los que hay en los yogures bio, pero malos) y hacer que, una vez hayas abierto el bote, sea imposible volver a utilizarlo... da igual que lo limpies, lo metas en el frigorífico para que se mantenga mejor (ni que sean huevos), jamás volverás a ser capaz de quitarle el tapón.
* el pegamento universal: sin duda alguna, la gran estafa a la que han sometido a la humanidad... ese pegamento nunca pega. Quizá algún material desconocido por el hombre, de esos que hay en otros planetas... pero desde luego, los que hay en la tierra, no. Entonces, ¿por qué le llaman universal? Si es que son ganas de j...
Pero eso era cuando yo era pequeña. Hoy en día hay millones de pegamentos... que siguen sin pegar. En las ferreterías más elegantes incluso hay una máquina que te somete a un test (¿qué material desea pegar?, ¿interior o exterior?, ¿se ha roto o está nuevo?, ¿aprecia mucho sus dedos?) para decirte cuál es el pegamento idóneo... y ten por seguro que será el más caro de la tienda y el que no tengas en casa, aunque tengas un millón de tipos.
Y tú te fías de la máquina. Piensas "no le he hecho nada, no tiene por qué darme un pegamento inútil"... pero lo hace, está diseñada para ello, para destruir tu ilusión y hacer que tengas que ir al psiquiatra... yo creo que es porque los creadores de los pegamentos están compinchados con los psiquiatras... como los conductores de bus, que está compinchados con los traumatólogos... pero peor.
Así que, si se os rompe algo, tiradlo. O pegadlo con celo. Con grapas, si es necesario. Pero no confiéis en los pegamentos, porque os harán sufrir. Creédme, tengo mucha experiencia en el tema.

3 comentarios:

Antonio Teixeira dijo...

Te queda por comentar los métodos clásicos del pegamento saliva y del engrudo de harina y agua.

Anónimo dijo...

hay uno mejor que creía no olvidarías: cola blaca + agua + kilos de papel= a un castillo.

Silvia dijo...

Y el chicle?? Yo he salido de algún apuro con un chicle bien mascadito.... ;-)