10 de enero de 2008

La personalidad de los coches.

Los coches tienen personalidad propia, cada día estoy más convencida. Pero lo más extraño del asunto es que los humanos que los conducimos nos la apropiamos de tal manera que llegamos a hacerla nuestra cuando estamos en su interior.
No, no me he vuelto loca... y tampoco he visto "Cars" demasiadas veces (de hecho, y a pesar de que la tengo, no es para nada una de mis pelis favoritas).
Siempre he tenido la sensación de que cada coche es un individuo con su propia historia, y desde que conduzco, más aún.
Yo tengo un Clio pequeñito, de esos de andar por casa. Cuando voy por la carretera y veo el resto de coches me hago un película mental de cada uno de ellos, como si fuesen individuos capaces de tomar sus propias decisiones y no simples máquinas conducidas por personas exactamente iguales que yo... y lo curioso es que suelo acertar.
Si veo un coche grande (y con grande me refiero a coche caro... aunque claro, tampoco es que el mío fuese regalado... pero ya me entendéis) sé que me va a adelantar, da igual en qué situación estemos. Los que están tuneados hacen siempre lo que quieren, independientemente de las normas y las señales. Las furgonetas viejas siempre molestan, ya sea porque van muy despacio, porque sueltan un humo negro que tiene que ser tóxico por obligación o porque da la sensación de que en cualquier momento se les va a caer un trozo y eso hace que dé miedo ir detrás de ellas. Los autobuses siempre ganan la partida porque, ¿quien es el valiente que se enfrenta a un bicho tan grande? ¿Y qué pasa con los camiones? Son enormes, tanto que sus ruedas suelen ser mas altas que tu propio coche, da la sensación de que son muy torpes y en las cuestas casi siempre ponen las luces de emergencia, como si tuviesen complejo de árbol de Navidad. Y los todoterrenos... esos son los peores: se creen los reyes de la carretera porque son capaces de atravesar un río y parece que siempre van con prisa, dispuesto a pitar por cualquier motivo, por nimio que sea.
En serio, todas esas normas no fallan. Da igual que dentro de cada coche (o similar) vaya una mujer, un hombre, una persona mayor o alguien con la "L"... siempre es igual.
Los coches vienen con personalidad de serie (de hecho, y si los miras de frente, muchos de ellos tienen cara... como un modelo del Alfa Romeo, que tiene el ceño fruncido como si estuviese de mala leche) y no podemos evitarlo.

1 comentario:

Antonio Teixeira dijo...

Eso es racismo automovilístico!!