...es no salir de casa. Nunca. Jamás.
Esta mañana he ido al super "a por un par de cosas". No era un día de esos en los que eres consciente de que vas a llenar el carrito hasta los topes y te vas a dejar una pasta... no, sólo era uno de esos días en los que vas a comprar unas cuantas cosas que se te han acabado... y me he dejado 130 euros... ¡¡130!! Supongo que la cara de gilipollas que se me ha quedado ha sido peor de lo que yo creía porque la cajera me ha mirado con cara de "¿estás bien?".
No, no estoy bien. ¿En qué c*** me he gastado 130 euros? Vale que el carro estaba bastante lleno, pero parte de la culpa eran las 6 garrafas de 5 litros de agua y el paquete mega-maxi-grande de papel higiénico (no, no os riáis que vosotros también usáis cosas de esas) que he tenido que comprar, porque parece ser que ya no venden paquetes que tengan menos de 200 millones de rollos, todos extra-grandes, mega-absorbentes y super-acolchados. Pero 130... esos son muchos euros. Demasiados para una sola visita a un supermercado.
Así que he estado pensando y he llegado a la conclusión de que lo mejor es no salir de casa. Para nada. Ni aunque te pongas de parto. Ni aunque se te caiga el frigorífico encima, te parta la crisma y creas que vas a morir desangrado si nadie te hace un torniquete en el cuello para detener el caudal de sangre que te sale de la viscosa y pegajosa herida que te ha hecho en la cabeza la esquina de la nevera. Total, todo eso fijo que se cura con un poquito de agua oxigenada y una tirita bien colocada.
De modo que ese es el plan: convertirme en ermitaña, no coger nunca el teléfono (no vaya a ser que me vendan una enciclopedia audiovisual remasterizada y actualizada en polaco, lengua que, sin duda alguna "hoy en día hay que saber", sólo porque llevo 7 meses sin contacto humano y necesito que alguien me escuche) y gruñir tras la puerta de mi casa cada vez que alguien toque el timbre, por si vienen a hablarme de la nueva super oferta que ha sacado alguna de esas compañías telefónicas, lo maravilloso que es algún colchón hecho a base de materiales extraterrestres o pretendan meterme en alguna secta en la que adoren a Paco Porras como dios todopoderoso.
Seguro que así ahorro.
Esta mañana he ido al super "a por un par de cosas". No era un día de esos en los que eres consciente de que vas a llenar el carrito hasta los topes y te vas a dejar una pasta... no, sólo era uno de esos días en los que vas a comprar unas cuantas cosas que se te han acabado... y me he dejado 130 euros... ¡¡130!! Supongo que la cara de gilipollas que se me ha quedado ha sido peor de lo que yo creía porque la cajera me ha mirado con cara de "¿estás bien?".
No, no estoy bien. ¿En qué c*** me he gastado 130 euros? Vale que el carro estaba bastante lleno, pero parte de la culpa eran las 6 garrafas de 5 litros de agua y el paquete mega-maxi-grande de papel higiénico (no, no os riáis que vosotros también usáis cosas de esas) que he tenido que comprar, porque parece ser que ya no venden paquetes que tengan menos de 200 millones de rollos, todos extra-grandes, mega-absorbentes y super-acolchados. Pero 130... esos son muchos euros. Demasiados para una sola visita a un supermercado.
Así que he estado pensando y he llegado a la conclusión de que lo mejor es no salir de casa. Para nada. Ni aunque te pongas de parto. Ni aunque se te caiga el frigorífico encima, te parta la crisma y creas que vas a morir desangrado si nadie te hace un torniquete en el cuello para detener el caudal de sangre que te sale de la viscosa y pegajosa herida que te ha hecho en la cabeza la esquina de la nevera. Total, todo eso fijo que se cura con un poquito de agua oxigenada y una tirita bien colocada.
De modo que ese es el plan: convertirme en ermitaña, no coger nunca el teléfono (no vaya a ser que me vendan una enciclopedia audiovisual remasterizada y actualizada en polaco, lengua que, sin duda alguna "hoy en día hay que saber", sólo porque llevo 7 meses sin contacto humano y necesito que alguien me escuche) y gruñir tras la puerta de mi casa cada vez que alguien toque el timbre, por si vienen a hablarme de la nueva super oferta que ha sacado alguna de esas compañías telefónicas, lo maravilloso que es algún colchón hecho a base de materiales extraterrestres o pretendan meterme en alguna secta en la que adoren a Paco Porras como dios todopoderoso.
Seguro que así ahorro.
1 comentario:
El método de quedarse en casa para ver TopChef da buenos resultados. Por ver el programa no se sale de casa y por lo tanto no hay gastos.
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