María y Paco empezaron a salir juntos y un día Paco le dijo: "cariño, esta noche ponte guapa que te voy a llegar a un sitio muy especial".
María se puso sus mejores galas, trató de maquillarse lo mejor posible (cosa que nunca hacía), se plantó unas botas de tacón alto y la ropa más sexy que tenía. "Seguro que me lleva a un restaurante romántico, de esos con velas y comidas exóticas" pensaba.
Paco fue a buscarla, le dijo que estaba muy guapa (después de mirarla de arriba abajo y de ponerle una cara un poco rara)... y la llevó a un partido de baloncesto. "Es la final", dijo el hombre sonriente, tratando de interpretar la mandíbula desencajada y la mirada de espanto de su elegante novia.
María se enfadó, se desquició y empezó a odiar a su recién estrenado novio, aun sabiendo que no conocía bien sus gustos y que lo había hecho con la mejor de sus intenciones. Y él acabó enfadándose también porque no entendía que su novia se hubiese mosqueado con lo que le había costado a él conseguir las entradas.
Esta pequeña historia (fruto de mi imaginación... ¿o no?) demuestra que las intenciones no siempre bastan, por muy buenas que sean.
María se puso sus mejores galas, trató de maquillarse lo mejor posible (cosa que nunca hacía), se plantó unas botas de tacón alto y la ropa más sexy que tenía. "Seguro que me lleva a un restaurante romántico, de esos con velas y comidas exóticas" pensaba.
Paco fue a buscarla, le dijo que estaba muy guapa (después de mirarla de arriba abajo y de ponerle una cara un poco rara)... y la llevó a un partido de baloncesto. "Es la final", dijo el hombre sonriente, tratando de interpretar la mandíbula desencajada y la mirada de espanto de su elegante novia.
María se enfadó, se desquició y empezó a odiar a su recién estrenado novio, aun sabiendo que no conocía bien sus gustos y que lo había hecho con la mejor de sus intenciones. Y él acabó enfadándose también porque no entendía que su novia se hubiese mosqueado con lo que le había costado a él conseguir las entradas.
Esta pequeña historia (fruto de mi imaginación... ¿o no?) demuestra que las intenciones no siempre bastan, por muy buenas que sean.
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