27 de octubre de 2008

Buscando casa (capítulo 3).

* Casa 6: "los vecinos me dan miedo".

Segundo piso sin ascensor... uuuffff... Pero vamos a darle una oportunidad, que no están las cosas para ponerse tontos. La casa era enorme: cocina gigantesca, dormitorios muy grandes, una pequeña despensa, un baño grande... sólo tenía dos inconvenientes: la zona (excesivamente cercana a una de las peores calles de Bilbao) y el desconcertante cartel que había en el portal y las escaleras: “prohibido tirar basura por la ventana o dejarla en los pasillos”... malo, muy malo. Porque sé por experiencia que, para cuando pones ese tipo de cartel, es que estás hasta las narices de que lo hagan.
Veredicto: si no fuera por los vecinos... Siguiente casa, por favor.

* Casa 7: "¿el gato entra en el precio?".

Ver una casa sin luz es complicado, por mucho que lleves una linterna... y más cuando uno de los dormitorios no tiene ventana (según el subnormal de la inmobiliaria, en una habitación de bebé no es necesaria la ventilación... ¿qué clase de padre es este tío?). Y si a eso le sumas que dentro vive, abandonado, un pobre gato al que llevan unos 3 meses sin cambiarle las piedras, todo empeora. Casi no recuerdo la casa y soy totalmente incapaz de hablar de la distribución, pero recuerdo claramente que estaba llena de mierda hasta límites insospechados y que se me partía el alma al ver al pobre animal, tratando de llamar nuestra atención de todas las maneras habidas y por haber, siguiéndonos y ronroneando como si le fuese la vida en ello. Le puse agua fría, para que al menos no se deshidratase... y estuve a puntito de dejarle una ventana abierta, para que pudiese escaparse. No se le puede hacer eso a un animal. Si no llega a ser porque ahora mismo no puedo tener gato, me lo llevo. Me da igual que en teoría tenga dueño. Tenía que haber llamado a la asociación protectora de animales para que lo rescaten.
Veredicto: “sin palabras... sólo algunas lágrimas por el pobre animal”. Siguiente casa, por favor.

* Casa 8: "la cienciología".

Desconcertante. Creo que es el mejor adjetivo aplicable... a la dueña. Una casa reformada, pequeña, sin ascensor (¡qué raro!) y en un barrio un poco “especial”. Pero lo mejor de todo, sin duda alguna, era la señora que estaba esperándonos. Supuestamente utilizaban la casa como oficina, lo que explica que no le importase que los dormitorios fuesen la cosa más pequeña que te puedas imaginar. Según el de la inmobiliaria (el mismo capullo que dijo lo de que un dormitorio de bebé no necesita ventilación) la entrada era el sitio ideal “para que jueguen los niños”. Desde luego, en el cuarto no entraba ni una caja de legos... pero de ahí a meter a mi niña en un hall como si fuese un paragüero... en fin. La casa estaba llena de libros sobre la cienciología (estuve buscando a Tom Cruise dentro de los cajones... pero no estaba) y la señora, que no paraba de vigilarnos, nos explicó claramente por qué tenía una alarma instalada y cajas fuertes repartidas por toda la casa “tengo un negocio de ropa y lo llevamos desde aquí, de ahí lo de la seguridad... no vayáis a pensar que es un barrio peligroso, ¿eh? Que los vecinos son muy legales... vamos, ¡que son todos vascos!” Toma castaña. No sabía si llorar o echarme a reír. Impresionante.
Veredicto: va a ser que no. Siguiente casa, por favor.

Buscando casa (capítulo 2).

* Casa número 2: "para reformarla así, mejor no hagas nada".

No tenía mala pinta: sexto piso con ascensor, reformada, zona céntrica (cerca de donde he vivido toda mi vida) y cerca del metro. Vamos a ello. El dueño (bueno, el padre del dueño) estaba esperándonos en el portal, como si no se fiase del de la inmobiliaria. Era el típico edificio del año tres antes de cristo al que le han plantado un ascensor en lo que antiguamente era un patio: cumple su función, pero es diminutísimo. El piso resultó ser... indescriptible. La primera impresión (antes de atravesar la puerta de entrada) no era mala: paredes enlucidas pintadas de azul clarito y suelo de madera. Pero repito, eso era sólo la primera impresión. Al entrar descubrías que la cocina estaba en el pasillo, prácticamente no tenía encimera y el fregadero sobresalía de una manera sospechosa... no tardamos demasiado en descubrir la razón... cumplía doble función: también era el lavabo del baño. Y no, no estoy de broma. En pleno siglo XXI, hay gente que tiene la poca vergüenza de pedir una barbaridad por un piso que no tiene lavabo en el baño. Y es que eso no era todo: para entrar en la ducha (por llamarla del alguna manera) había que subirse a la taza del water. Y repito que no estoy de broma. El señor tuvo el detalle de decirme que la anterior dueña, “era “más grande que tú” y cabía perfectamente”... sutíl manera de llamar gorda a una supuesta posible compradora. A parte de eso, el piso tenía unos 25 metros cuadrados, era abuhardillado (algunas ventanas estaban a 5 centímetros del suelo) y, aunque el pobre hombre de la inmobiliaria trató de razonar con él y decirle que si pretendía venderlo tená que bajarle el precio en unos 8 millones (mínimo), el se indignó e insinuó que de 3.000 euros no lo bajaba, y eso si le pillábamos en un buen día.
Veredicto: me tienen que estar vacilando. Siguiente casa, por favor.

* Casas 3 y 4: "las hermanas de la escalera cutre".

Segundo y cuarto piso del mismo edificio... sin ascensor. Las escaleras eran... madre de dios del amor hermoso, qué miedo. Fuera aparte de que eran bastante incómodas de subir (mucho escalón bajo) estaban hechas un cuadro. Los pisos no estaban mal del todo, y menos después de lo que habíamos visto... pero tenían un “yo que sé” que no nos convencía.
Veredicto: Se quedan en la reserva, para un caso de emergencia. Siguiente casa, por favor.

* Casa 5: "el buen feeling".

La casa te tiene que gustar, fuera aparte de las condiciones en las que esté. Y con esta pasó eso exactamente. Un edificio antiguo, el piso hecho polvo (a reformar totalmente)... pero me inspiraba, y mucho. Tenía todas las posibilidades del mundo... si conseguíamos que la dueña entrase en razón y negociase el precio (en teoría estaba dispuesta). Incluso llegué a ir con gente para que me calculase lo que me podía costar reformarlo (una pasta, cómo no). Pero la vieja amargada no entró en razón... y se pasaba de mi presupuesto. Una pena, un chasco... ojalá se le queme y se quede sin poder venderlo.
Veredicto: qué se le va a hacer. Siguiente casa, por favor.

Buscando casa (capítulo 1).

Había oído muchas leyendas sobre la búsqueda de casas... pero no te lo crees hasta que lo vives. Todos los tópicos imaginables sobre el tema se quedan pequeños cuando te pones a ello, es impresionante. Y es que a lo largo de este mes he visto casas (por llamarlas de alguna manera) dignas de ser el telón de fondo de películas de terror con zombies, criaturas salvajes y asesinos en serie que usan la motosierra como cepillo de dientes.
Aquí va un pequeño resumen de las mejores, sin entrar en detalles escabrosos como la cantidad ingente de dinero que piden por ellas, para que os hagáis una idea:

* Casa número 1: "¡¡no quepo!!".

Segundo piso sin ascensor. Mal empezamos. Y más cuando descubro que mis pedazo de pies (un 43, ni más ni menos) no caben en los escalones del portal... y no es broma. El baño... en fin, mi tripa y yo no cabíamos por la puerta (y tampoco es broma), inconveniente que se agravará en los próximos 3 meses, por descontado. La cocina estaba reformada... me parto. Cierto es que los muebles eran nuevos y que había hasta lavavajillas, pero alguna mente enferma había decidido quitarle como medio metro al baño para ampliar la cocina... lo que no sería un mal plan si el baño fuese grande y no hubiesen metido en ese medio metro una encimera con el fregadero... ¡¡¡era imposible acceder hasta él!!! Al menos si tienes carne sobre los huesos, y yo de eso tengo un poco. El dormitorio tenía terraza... buen detalle... si pudieses acceder a ella, claro. El espacio entre la cama y la pared era, nuevamente, demasiado pequeño para que cupiesen mis pies (estoy empezando a plantearme seriamente cortarme los dedos), de modo que tenías que pasar con el culo pegado a la pared y los tobillos girados unos 45 grados, postura de lo más cómoda y práctica, sobre todo si tienes prisa. Pero mi detalle favorito fue, sin duda alguna... ¡¡que para colgar la ropa había que mover el sofá!! Y hablo de un sofá de 2 plazas, de esos que tiene todo le mundo en casa y que, aunque no pesan tonelada y media, tampoco son precisamente ligeros.
Veredicto: se han vuelto todos locos. Siguiente casa, por favor.

10 de octubre de 2008

La vecina.

Todos tenemos vecinos a los que nos gustaría asesinar de la manera más cruel imaginada por la mente del hombre más psicópata del mundo... y a pesar de estar exiliada no me he librado de ella.
Imaginaos que tenéis una casa grande, preciosa, luminosa, con terraza, garaje, trastero y todo lo que pudieseis desear... menos sitio para colgar la ropa. ¿Por qué? Porque tu vecina, esa a la que te gustaría arrancarle los dedos para hacer pinzas para la ropa con ellos y dejarle las dos manos en plan muñón, decidió en algún momento de su vida que quería fastidiarte a ti personalmente y te impidió poner más cuerdas (de esas que van de ventana a ventana).
La razón la desconozco, pero supongo que será algún trauma de la infancia relacionado con que su madre la colgase patas abajo de un árbol.
Así que cada vez que pones una lavadora tienes que colgarlo todo hecho una pasa para que las pobres cuerdas den de sí... y a pesar de todo siempre queda por ahí algún pobre calcetín, triste porque lo has alejado de su familia, y que se vengará de ti poniéndose rígido y raspándote toda la suela del pie, para que sepas lo que es sufrir.
Y esta mañana la he visto. He abierto la ventana y ahí estaba ella recogiendo la ropa de sus dos solitarias cuerdas. Juro que me han dado ganas de tirarle la cesta de las pinzas a la cabeza y decir que ha sido un accidente. Pero como puedo llegar a ser más falsa que Judas he puesto la mejor de mis sonrisas (confiando en tener algún diente manchado de cola-cao para que pensase que soy una bruja mala malísima que crea pócimas de esas super chungas de mal de ojo... o algo peor) y la he saludado cortesmente... lo que no impide que haya tenido todo tipo de pensamientos malvados y que mi plan de hacer que su ropa se caiga al patio misteriosamente siga adelante. Porque yo soy buena (en general), pero mis calcetines tienen derecho a poder secarse con tranquilidad... ¡¡lucharé para defenderles ya que ellos no pueden!!

9 de octubre de 2008

Desde el exilio.

Después de sobrevivir a la mudanza (no sé cómo, porque todavía tengo pesadillas en las que se confunden y me meten a mí dentro de una de las cajas) y a pesar de estar en mitad de la búsqueda de una casa (tema del que prometo hablaros porque no tiene desperdicio), he decidido que ya era hora de volver, retomar el blog y, aunque sea desde el portátil y sentada en la cocina, seguiros contando pequeñas partes de mi vida, bastante ajetreada últimamente.
Espero que sigáis ahí y que no os hayáis aburrido de esperar... ¡¡he vuelto!!

28 de septiembre de 2008

Cerrado por mudanza.


Muchos de vosotros ya sabéis que la semana que viene nos mudamos a Bilbo (¡¡¡vuelvo a mi tierra!!!)... y creo que una de las consecuencias más inmediatas es que voy a estar desaparecida un tiempo.
Mañana vienen a ayudarnos a empaquetar las cosas (madre de dios del amor hermoso... ¿cómo es posible tener tantas "porquerías" en casa?) y a embalar los muebles... ¡va ser muy divertido! Esperemos que salga todo bien y no rompan nada... ¡les estaré vigilando!
Y dicho esto... sed buenos, pasadlo bien y ¡no os olvidéis de mí!
Volveré en cuanto pueda.

25 de septiembre de 2008

¿Podrías contar tu vida en 6 palabras?

Curioseando por el menéame (¡qué raro!), he encontrado esta entrada y me ha gustado tanto que os animo a participar. La idea es sencilla: "describe tu vida en 6 palabras". Las que he visto hasta ahora son frases de seis palabras, pero supongo que también pueden ser sueltas.
Yo estoy pensando en la mía... prometo ponerla en cuanto la medite.
¿Te animas?

El diluvio universal.

Está lloviendo. Poco, al menos a mí me parece poco, pero llueve. Y vivo en Canarias, lo que hace que sea un acontecimiento bastante más especial... y catastrófico.
A pesar de llevar más de cinco años viviendo aquí no me acostumbro a que la gente se encierre en su casa como si las gotas que caen del cielo fuesen ácido sulfúrico y te griten como posesos para que te metas en algún lugar "a salvo" al verte andar por la calle como si nada... ¡¡no voy a encoger por mojarme!! Es posible que me mate, porque el suelo resbala que te mueres en condiciones normales y si está mojado ya es el colmo, pero no me da miedo entrar en contacto directo con la lluvia... aún a riesgo de desteñir.
Pero lo que más me desconcierta de todo es que la gente se abriga. Hace un bochorno de esos pegajosos que hacen que se te meta el calor hasta el tuétano y no te deje respirar, pero como el día está gris (¡me encanta!) la gente se pone camisetas de manga larga y jerseys, como si el hecho de que llueva fuese motivo más que suficiente para vestirse como para ir al Polo Norte y no tiritar ni una vez.
Así que claro, me ven a mí en manga corta, andando como si nada por la acera, con cara de felicidad y piensan que me he vuelto loca... eso, o que soy rara, cosa que no les voy a discutir.
Tampoco pretendo que los paraguas dejen de existir o que nos importe un carajo mojarnos pero, ¿de verdad hay que ponerse así de catastrófico por cuatro gotas? ¡¡¡Sólo es agua!!

11 de septiembre de 2008

Las bolsas del super.

Hay cosas en esta vida que me inquietan y para las que no encuentro explicación: como el amor que sienten algunas personas por las bolsas del supermercado... y es que he visto gente que se abalanza sobre ellas como si en ello les fuese la vida.
Vale, yo también las uso como bolsa de basura (como casi todo el mundo), pero eso no justifica que me lleve 150 bolsas cada vez que compro algo. Hace un par de horas he ido al Mercadona a comprar, literalmente, pan de molde, una barra de pan, un paquete de lomo y un litro de leche... ¡¡¡y he vuelto con 4 bolsas!!!, ¿nos hemos vuelto todos locos?
No he sido yo la causante de semejante aberración ecológica (a ver cuándo empezamos a pensar en las pobres focas que se están quedando sin hielo en el que vivir), sino la dulce cajera que ha visto una embarazada con una cicatriz espantosa en el brazo y se ha ofrecido muy amablemente a meterme las cosas en las bolsa... todo un detalle por su parte, no se lo voy a negar pero... ¿¡¡cuatro bolsas!!?
Puedo entender que separen, por ejemplo, el pescado y los congelados del resto de la compra porque, como todos los humanos sabemos, si un langostino congelado entra en contacto con una naranja, esta última estalla y eso trae consigo una catástrofe nuclear de dimensiones inimaginables, es pura lógica... pero, ¿y el pan Bimbo y la barra de pan?, ¿acaso no son compatibles?, ¿no son familiares cercanos?, ¿por qué hay que separalos entonces?
Separamos las cosas de limpieza de la comida como si en el maletero de nuestro coche se fuese a llevar a cabo una batalla campal entre los objetos de una misma bolsa y nos diese miedo acabar comiéndonos la pasta de dientes y usando el starlux como exfoliante para la cara.
Y es que hay unos supermercados que se jactan de ser ecológicos y que, para demostrarlo, han creado bolsas de plástico transparentes (bastante desagradables para suarlas como bolsa de basura, la verdad... y es que, a mí al menos, no me apetece que mi vecino sepa si chupo bien los huesos del pollo o qué marca de yogur prefiero... pero igual es que yo soy rara)... pero sus amables cajeras meten las cosas de UNA EN UNA en ellas... vamos, que llegas a casa con tantas bolsas que necesitas un armario entero para guardarlas... y eso sin contar con las que hayas ido acumulando hasta el momento.
Quizá la solución sería empezar a cobrarlas (recuerdo que cuando era pequeña, en la panadería, tenías que pagar 3 pesetas por cada una)... o, sencillamente, que la gente nos concienciásemos de que, aunque sean gratis... ¡¡¡no hace falta que nos llevemos todas!!!

3 de septiembre de 2008

Tipos de recuerdos.

Comencemos esta entrada diciendo que el otro día me quedé pasmada ante dos descubrimientos: 1) he estado en la plaza de toros de Bilbo (esa que no sé ni situar en el mapa) y 2) ¡¡he estado en un concierto de Mecano!! Actividades que parece ser llevé a cabo al unísono... vamos, que les vi en concierto en la plaza de toros.
No es que me avergüence de este último hecho, para nada, siempre he considerado que es un gran grupo y ahora entiendo por qué en su momento pedí que me regalaran una cinta (que seguro que todavía está en algún rincón de la casa de mi ama); pero resulta desconcertante que alguien te hable de cosas que has vivido y a las que eres totalmente ajeno... vamos, que te las crees porque no te quema más remedio y porque quien te lo cuenta es de confianza.
Y todo ello (eso y que tengo mucho tiempo libre) me ha hecho reflexionar sobre el tipo de recuerdos que existen en el mundo (independientemente de que sean buenos o malos).

* TIPO 1: Los de verdad.

Son esos recuerdos reales de los que nos acordamos sin tener que recurrir a terapias intensivas con psicólogos en potencian que tratan de desbloquear algún tipo de trauma para creer que se han ganado su sueldo.

* TIPO 2: Los de mentira.

También conocidos como películas mentales. Son más recurrentes durante la infancia ("el año pasado, estando de vacaciones, vi un dragón bañándose en la playa y nos hicimos amigos") y la adolescencia ("que sí tía, que el año pasado me lié con el tío super bueno de clase... osea te lo juro por Snoopy...").

* TIPO 3: Los de "¿¿¡¡¡pero cómo no te vas a acordar!!!??".

En estos mi ama tiene un master. Creo que lo más sencillo es recurrir a un ejemplo para explicar en qué consisten.

- Ama: ¿Te acuerdas de cuando estuvimos en Granada?
- Yo: ... eeeehhhhhh... No.
- Ama: Que sí mujer, que lo pasaste muy bien.
- Yo: Ya, ¿ eso en qué año fue?
- Ama: Déjame pensar... pues en el verano del 81.
- Yo: Ama, nací en el 80... estuve en Granada con año y medio...
- Ama: ¡¡¡Pero cómo no te vas a acordar con la buena memoria que tú tienes!!!

En estos casos lo mejor es recurrir al siempre útil "oye, pues ahora que lo dices sí que me acuerdo", porque si lo niegas te bombardean con más datos que por supuesto tienes que tener grabados a fuego vivo en tu cerebro... aunque pasaran cuando todavía ibas dentro del cochecito de capota.

* TIPO 4 (los peores de todos): Los que son reales pero como sólo tú los recuerdas, se empeñan en decirte que son mentira.

Estos me tienen totalmente traumatizada. Yo tengo buena memoria (a veces me doy miedo a mí misma de lo precisa que puedo llegar a ser), así que cuando sé que algo pasó y me lo niegan... ¡¡¡me cabreo mucho!!! Una vez más, recurramos a un ejemplo (un trauma infantil que me acompañó hasta los 17 años).
Resulta que cuando era pequeña me quedé encerrada con una amiga en la habitación de mi hermano. Posiblemente no fue nada grabe, pero yo lo recuerdo con todo lujo de detalles: la puerta blanca, a mi amiga y a mí sentadas en la cama esperando que alguien la tirase abajo y a la gente al otro lado diciéndonos que no pasaba nada y que en poco tiempo nos iban a sacar.
Bueno, pues eso, QUE ES ABSOLUTAMENTE CIERTO, me lo estuvieron negando hasta los 17 años. Siempre me decían que no lo recordaban y, por tanto, que no había pasado (¡cómo no!); hasta que un día, el año que cumplí 16+1 (no me preguntéis por qué, pero no me gustaba decir 17... tonterías adolescentes), me reencontré con la amiga que había estado conmigo en esa situación... ¡¡¡y ella también se acordaba!!! Siempre le habían dicho que no... ¡¡¡pero por fin teníamos la prueba definitiva!!! De modo que me armé de paciencia y, sentada frente a mi madre, la interrogué hasta que lo reconoció. Fue como ganar una gran batalla, me sentí la reina del mundo. No me había vuelto loca. No me inventaba cosas (parece ser que era la habitación de mi hermano pero en una casa de veraneo... detalles insignificantes). Los que tenían mala memoria eran ellos.
Como este ejemplo, hay muchos más. Y es que los adultos (yo no seré uno de ellos hasta que cumpla... no sé, 120 años) son malos y tratan de borrar los recuerdos ajenos intentando ocultar que su memoria falla.
Por eso quiero hacer un llamamiento desde aquí a todos los recuerdos frustrados, semiolvidados y negados del mundo... ¡¡uníos y mostraos al mundo!!

2 de septiembre de 2008

Hoy soy un poquito más feliz...

... ¡¡¡porque ya tengo el nuevo catálogo de Ikea!!!
Es como en Navidad, cuando abres los regalitos, comes bombones Ferrero como un animal y engordas 7 kilos de golpe a base de langostinos, jamón y Suchard... ¡¡pero sin tener que ponerte a dieta después!!
Y es un catálogo más especial aún (si cabe) porque es mi último catálogo canario... ¡a partir de ahora tendré uno de Bilbo! (por cierto, querré mucho muchísimo al primero que me lo consiga... y más aún si me lo lleva al aeropuerto el día 1, para que nos vayamos conociendo).
Todavía no lo he abierto, tan sólo lo tengo a mi lado, junto al teclado, mientras trato de prepararme psicológicamente para todas las novedades que descubriré dentro y que, por supuesto, querré comprar... ¡¡qué emoción!!
Y es que sólo hay una revista equiparable a esta: el catálogo navideño de juguetes de "El Corte Inglés"... ¡y para ese todavía falta tiempo!
A disfrutar se ha dicho :)

25 de agosto de 2008

Esos momentos.

Todos padecemos más de lo que nos gustaría esos momentos en los que la situación es tan violenta que te quieres morir o por lo menos que te abduzcan los marcianos y te devuelvan a la tierra 50 años más tarde (aunque creo que caerte al suelo de bruces, a un charco, en un día lluvioso, delante del chico que tú consideras más guapo del mundo y que por supuesto te gusta y no sabe que tú existes sólo me pasa a mí, ¿verdad?) y yo pensaba hasta hace un par de años que subir en el ascensor con el vecino al que no entiendes cuando te habla y al que siempre respondes con monosílabos y movimientos de cejas suplicando dar la respuesta acertada era una de las peores situaciones... hasta que vine a a vivir a un segundo piso sin ascensor... y con una señora mayor de vecina.
Cabe decir que desde que se ha echado novio parece que ha rejuvenecido unos 20 años y que a veces me parece tener más vitalidad que yo, pero aún así cuando llegamos a casa al mismo tiempo siempre te dice "sube tú primero, que vas más rápido"... ya...
Puedes tener los pies llenos ampollas, llevar 7 horas fuera de casa y desear que venga un perro rabioso para que te los devore o incluso venir cargada del súper con 800 bolsas que pesan unos 2.000 kilos cada una... pero ella supone que vas a ser más rápida. Cómo no.
Y claro, eso no es lo peor... nooooo... lo peor es que, como va detrás de ti, eres plenamente consciente de que te está mirando el culo. Es lógico, es lo que tiene ir delante, pero no resulta nada agradable saberlo. Entonces empiezas a intentar ir más rápido sin resoplar (no vaya a parecer que no puedes ni respirar), al tiempo que tienes que contestar a frases chorras del tipo "estas escaleras cada día cuestan más, ¿eh?" y sonreír, porque aunque vaya tras de ti, como buena viejecilla que es, te está viendo la cara (debe de ser un poder que se adquiere con la edad) y vigila cada uno de tus gestos para contárselos a las vecinas.
Y hoy, para no variar, lo he sufrido con 30 grados en la calle, una tripa de 5 meses, dos bolsas del súper... y la vieja detrás, metiendo prisa y midiendo mentalmente mi culo... ¡qué horror!!

24 de agosto de 2008

Busco casa adoptiva.

No, no es para mí. Y no, tampoco me he vuelto loca. Lo cierto es que la casa adoptiva es... para mis peces.
Dentro de poco más de un mes me mudo (ya os contaré... ¡¡cuando se acerque más la fecha!!) y no me los puedo llevar conmigo porque, aunque me gustaría, dudo mucho que aguanten 3 horas metidos en un avión (más el tiempo que pasas en el aeropuerto en este tipo de viajes, claro).
Así que busco soluciones. Se me ha ocurrido echarlos en un diminuto estanque que hay en un parque relativamente cercano a casa porque allí hay Guppies y supongo que los míos sobrevivirían, al menos la inmensa mayoría pero... ¿qué hago con los dos arlequines?, ¿y con mi querido comepiedras? No los puedo soltar allí porque se morirían fijo (sobre todo el comepiedras, que se asusta con nada y lo mismo le da un infarto en cuanto se cruce con una rana 10 veces más grande que él)... me da dolor de corazón sólo de pensarlo.
Así que pasé por la tienda de peces a la que solemos ir habitualmente y les propuse una adopción... la chica me miró muy raro y yo creo que no me echó de la tienda porque al verme embarazada pensó que serían las hormonas... sea como sea, y cuando se lo expliqué todo, no le pareció una idea demasiado descabellada acogerlos en la tienda y meterlos en los acuarios enormes en los que tienen las plantas que venden. De todos modos, me dijo que tenía que hablar con la encargada... cosa que no he hecho aún.
Y es que, aunque no me parece una mala solución (es mejor que tirarlos a la taza del water, eso seguro), me da como cosa que se queden allí... pobrecillos... es como cuando un señor mayor dejaba a su gata en el veterinario cuando se iba de vacaciones... vale que no parecía pasárselo demasiado mal (le hago eso a la mía y no me habla nunca más por maltrato gatuno... y razón no le faltaría), pero dejarla con la persona que la "torturaba" con cierta asiduidad no me parecía demasiado humano... pero bueno, volvamos al tema.
Mis peces no han visto "Buscando a Nemo" (gran película, todo sea dicho), no vaya a ser que cojan ideas y bastante tengo con que uno de los Guppies siempre se meta en el tubo cuando le cambio el agua, pero creo que puede ser duro para ellos ver a su alrededor un montón de peceras llenas de parientes lejanos apiñados y que desaparecen en bolsitas... ¿y si recuerdan la traumática infancia que tuvieron hasta que los adopté y les di un hogar?, ¿y si se deprimen por no tenerme ahí para incordiarles de vez en cuando?, ¿y si se vuelven locos y saltan del acuario a las 4 de la mañana y como la tienda está cerrada nadie se entera y se mueren ahí solitos, en el suelo, dando saltitos desesperados por volver al agua?
Por eso busco una casa adoptiva que los quiera y los cuide; son pequeñitos, casi no comen (con un par de escamas para todos llega de sobra) y los Guppies tienen crías... ¿alguien que viva en Las Palmas les quiere dar un hogar?

19 de agosto de 2008

Pagando la deuda.

No sé si lo recordaréis, porque ha pasado tanto tiempo que a poco más y se une con el siguiente aniversario, pero cuando mi blog cumplió un añito hice un sorteo entre todos los que pusisteis comentarios y ganó Valkiria.
Y ayer, por fin, después de muchos meses de correos electrónicos y tras envolver su regalo, nos conocimos.
Fue un auténtico placer Ana, de verdad. Un millón y medio de disculpas por haberte hecho esperar más de media hora (¿te puedes creer que aún no me he recuperado del sofocón?... jejejeje...), espero que pienses que mereció la pena no fugarte del restaurante y dejarme en la estacada... ¡aunque casi me lo merecía!
Prometo que nos veremos muchas veces de aquí a octubre porque, entre otras... ¡¡te debo un batido de helado!!
Espero que disfrutes el regalo :)

13 de agosto de 2008

El dedo que no se cura.

Tengo un dedo que no se me cura. Yo no sé si es que el pobre es gafe o es que es la prueba viviente de que soy un poco torpe... pero creo que va a ser la segunda opción...
Es el dedo corazón de la mano derecha... vamos, que más en medio no puede estar. Creo recordar que lo primero que le pasó fue que me lo corté con una tijera (o un cuchillo, no estoy muy segura) y estuvo una temporada cubierto por un tirita. Cuando decidí descubrirlo y enseñarle mundo aún estaba sensible y yo, que soy más bruta que un arado y no me acordaba, me puse a lijar una caja de madera y conseguí una ampolla preciosa justo en la yema del dedo, en la parte que estaba en periodo de recuperación.
Tras muchos días con la bendita ampolla incordiando, y cuando parecía que empezaba a curarse del todo, me lo quemé sacando la bandeja del horno... y vuelta a empezar...
Y por si eso fuera poco, el otro día me corté de nuevo al limarme las uñas... ¡¡¡pero qué me pasaaaaaaa!!!, ¿por qué lo torturo de semejante manera?
Ahora mismo tiene la piel tiesa, como las caras de las viejecillas ricas que salen en los programas sobre familias con pasta de Beverly Hills. A simple vista puede parecer un dedo normal pero yo, que vivo con él, sé que está psicológicamente trastornado y que tiene tendencias suicidas (hace cinco minutos estaba preparando la comida y ha saltado como un loco al filo del cuchillo... eso no es sensato hombre...).
Sé que lo normal sería asumir mi culpa y reconocer que la causante de todos sus males soy yo pero... ¿y si en realidad es un dedo mártir?, ¿y si su meta vital es suicidarse en pro de la evolución para que mis hijos nazcan sólo con 4 dedos, funden una fábrica de guantes con 4 dedos y se hagan multimillonarios?, ¿y si yo, al intentar protegerlo de su instinto amputador, estoy guiando a mi familia a la pobreza más absoluta... y encima con un dedo más que alimentar?, ¿y si soy el eslabón perdido entre los humanos y los Simpsons?
Dios, cuanta responsabilidad...

10 de agosto de 2008

¡Por fin conozco a Wall-e!


Hace tiempo os hablé de Wall-e, incluso puse el trailer en el blog... y hoy vuelvo a hablaros de él porque... ¡¡¡es una ricura!!!
Ayer fui al cine a ver la peli (dos entradas, palomitas, un litro de agua y gominolas... soy un poco más pobre, pero no importa) y sólo puedo decir una cosa... ¡¡¡me encantaaaaaaa!!!
No es sólo altamente recomendable, sino que creo que todos deberíamos estar obligados a verla... un par de veces, mínimo.
Soy fan incondicional de Disney y, por extensión, de Pixar... y creo que puedo asegurar que Wall-e es uno de los personajes más entrañables y adorables que han creado hasta el momento... ¡¡yo quiero uno!!!
Un último consejo: intentad ir al cine sin saber el argumento de la peli, así se disfruta más... ¡¡LARGA VIDA A WALL-E!!

6 de agosto de 2008

He visto uno...

Todavía no me he recuperado de la impresión, pero puedo afirmar que... ¡¡los billetes de 200 euros existen!! He visto uno en el supermercado esta mañana... ooooohhhhh...
He ido ha comprar una barra de pan y algo para comer y, en la cola, delante de mí, había una pareja de unos 70 años (aunque a saber qué edad tendrían en realidad, porque siempre he sido malísima calculando años) con un carro repleto de cosas. Después de pasar todo por la caja y de tirarse como siete años y medio metiéndolo en bolsas, la cajera les ha dicho que eran 17o euros (algo más, creo), con lo que la señora se ha puesto a rebuscar en su cartera y monedero, tratando de reunir toda esa pasta y, como está visto que no lo lograba, le ha dicho a su marido (o lo que fuese): "¿tienes 20 euros?".
El señor se ha quedado mirándolo en plan "creo que no voy a tener, pero voy a mirar por si acaso" y, bajo la atenta mirada de la cajera (y la mía, que soy un poco cotilla y necesito nutrirme de historias que alimenten este blog)... ¡¡¡ha sacado un billete de 200 euros!!! Qué fuerte. Yo pensaba que su existencia era parte de una historia urbana.
Me he quedado atónita, sin poder apartar la visión del amarillo billete y el hombrecillo poseedor del tesoro me ha sonreído, así que supongo que la sensación de tener la mandíbula desencajada y de estar sudando a mares por la sorpresa era real...
La cajera ha disimulado mejor que yo, todo hay que decirlo, pero la he visto un poco apurada intentando localizar el sitio correcto donde meterlo en la caja registradora (que como mucho tenía billetes de 50 euros)... tanto que al final lo ha doblado y lo ha escondido debajo de un fajo, a buen recaudo.
Han pagado, se han ido... y me han dejado a mí, con el corazón en un puño y pagando los 3´51 euros con la tarjeta de crédito... ¡es lo que tiene ser pobre!

31 de julio de 2008

¿Qué pasaría si fuese rica?

Ayer por la tarde estábamos dando una vuelta cuando al pasar por delante de una administración de lotería vimos un cartel en el que ponía: "bote: 17 millones de euros"... ¡¡eso son muchos millones!! Entonces, como es habitual en los humanos, nos pusimos a divagar sobre qué haríamos con ese dinero.
Fuera aparte de lo típico de "me compraría una casa enorme con piscina" (¿una?, con esa pasta me compro tres o cuatro), intentamos ir más allá: ¿cambiaríamos?, ¿seguiríamos teniendo los mismos gustos?, ¿o nos convertiríamos en esa gente rica que sale en la tele y que tiene hasta los tapones de la bañera de oro?
Yo sé que me montaría un taller de manualidades del copón (no descarto contratar a alguien para que lije las cosas... ¡¡es una lata!!) y que les compraría una casita a mis peluches donde estuviesen protegidos del polvo y no existiesen esos carteles estúpidos que hay en las jugueterías en los que pone "prohibido tocar" (¿cómo se puede comprar alguien un peluche sin achucharlo primero? es absurdo...). Pero la duda es, ¿seguiría buscando tiendas baratas de pegatinas?, ¿me compraría todos los peluches que me gusten sin tener que sacrificar darles un hogar por falta de sitio y dinero, que es lo que me pasa ahora?, ¿seguiría comprando los DVD de Disney en el "Media Market" porque son más baratos que en la "Disney Store"? Hacer todas esas cosas son parte de mí, al igual que tener un Clio que no puede correr mucho (nunca he superado los 100 km/h y no necesito más... aunque quizá me gustaría uno con aire acondicionado), un reloj de pulsera sin diamantes rosas incrustados en las manillas, y un móvil que no puede viajar al espacio él solo, contactar con los marcianos y volver a contarnos qué le han dicho.
Es fácil decir "yo seguiría siendo como ahora" pero... ¿de verdad nos gustaría seguir siendo pobres... pudiendo ser ricos?

30 de julio de 2008

Confesión.

Ayer me salté un semáforo en rojo. Sin querer, por supuesto.
Iba toda feliz conduciendo por una carretera relativamente conocida (hacía tiempo que no pasaba por allí) y, al salir de la rotonda vi el paso de cebra... pero no vi el semáforo. Cuando estaba atravesándolo descubrí la luz roja por el rabillo del ojo, mirándome inquisitiva, y escuche un "te acabas de saltar un semáforo"... ¡¡¡¡¡¡lo sientooooooooo!!!!!!
Hacía tiempo que no me sentía tan mal, de verdad. Creo que hubiese sido capaz de dar marcha atrás para pararme allí a esperar que se pusiese en verde... pero hubiese sido peor el remedio que la enfermedad.
Cierto es que no hubo ninguno peligro porque no regulaba ningún cruce, era uno de esos que "sólo" sirven para que los peatones crucen (y no había nadie, eso puedo asegurarlo)... ¡¡¡¡pero me lo salté!!!! Me auto-impuse un castigo (no me comí el helado italiano rico que íbamos a tomar con unos amigos) y pasé los siguientes 5 minutos diciendo en alto "perdón, perdón, perdón"... pero desde aquí reconozco mi error y prometo fustigarme con un látigo de cuero rosa y echarme vinagre con sal sobre la herida, para aprender la lección.
¡MEA CULPAAAAAAAAA!

25 de julio de 2008

Buscando el sol... que más quema.

Empecemos haciendo dos aclaraciones:
1ª A pesar de ser de Bilbo, y tal y como muchos de vosotros sabéis, vivo en Canarias.
2ª ¡¡No es verdad que no me gusta la playa!!
Ahora es cuando me explico.
Soy blanca... muy blanca. De hecho, me atrevería a decir que soy transparente (tanto que brillo en la oscuridad, como las pegatinas con forma de estrellita que tenía en el techo de mi antigua habitación). Y me quemo con nada. Da igual que me eche cremas de alta protección (incluso extrema), me esconda en las sombras de las palmeras o me entierre en la arena; la primera vez que estuve en esta isla acabé como un langostino a la parrilla... ¡¡y sólo por dar un paseo en la playa!! Y eso explica, entre otras razones, que la gente piense que no me gusta la playa... ¡¡porque nunca estoy dispuesta a ir a las horas que quieren ir!!
Mi marido y yo solemos ir al sur, a eso de las 5 de la tarde y a una playa enorme en la que no hay un paseo cerca donde se ponga la gente a mirar cómo se te marca el michelín (¿por qué nos da vergüenza que nos vean en ropa interior y tenemos que estar a gusto en bañador?, ¡¡¡pero si son más indiscretos todavía!!). Las cosas como son: para cuando llegamos la gente está levantando el campamento y ya no sientes que el sol te arranca la piel a tiras, pero es la única manera de no acabar como un camarón cocido. Si por mí fuera, me tiraría la vida metida en el agua o haciendo castillos de arena, en contra de lo que cualquier persona que me conoce diría. ¿Y la piscina? La última vez que estuve en un hotel con piscina salía del agua porque Antonio me "obligaba" para echarme crema, que sino podía estar todo el día dentro... y no estoy exagerando.
Así que no entiendo cómo la gente va a achicharrarse al sol a las 2 de la tarde y luego te ponen carita de pena cuando se abrasan... ¡yo se lo advertí! Una amiga mía, que según ella no se había quemado nunca, acabó con un bote de aftersun como mejor aliado... ¡pero sigue "enfadándose" conmigo porque no voy con ella a la playa a esas horas!
Hay cosas incomprensibles, y esta es una de ellas.
Así que, que quede claro: me gusta la playa, me encanta la piscina, mi capacidad para estar tumbada al sol sin hacer nada ronda los 15 minutos (como máximo)... ¡¡¡y nunca iré con vosotros a la playa!!! Mis michelines me lo prohíben.