Hace un par de meses me compré una botella de cristal en un chino. Fue un arrebato sin demasiado sentido porque la verdad es que nunca utilizo botellas de cristal (las que uso para enfriar agua en la nevera son de plástico... es que tengo cierta tendencia a tirar las cosas al suelo y esas aguantan mejor la caída), pero tenía una vaca dibujada en un prado, con su hierba, su casita y su valla de madera y no pude resistirme.
La traje a casa, le presenté al resto de cosas que hay en la cocina y estuvo ahí, encima del frigorífico y mandándome mensajes telepáticos que decían "no me quieres... no me usas..."... hasta ayer. Pero creo hubiera sido mejor no tener que darle utilidad.
Estoy convencida de que hubiese sido mucho más feliz si la lleno de cola-cao o de cualquier otra cosa rica... y no de una asquerosa mezcla de agua, zumo de limón y azúcar, mucho azúcar.
Sé que no me lo va a perdonar jamás. Quizá antes no tenía una utilidad clara, pero al menos era decorativa; ahora, cada vez que la cojo, acabo con la misma cara que el fary chupando un limón podrido.
Y lo peor de todo es que, aunque la lave, siempre quedará un regustillo a limón. Quizá no sea perceptible para el resto de la gente, pero yo lo notaré. Y aunque no lo haga, escucharé su vocecilla diciéndome "¿por qué yo?, ¿por qué no elegiste a la jarra de plástico de Ikea?... yo pensé que me querías...".
No sé si algún día podré superarlo.
La traje a casa, le presenté al resto de cosas que hay en la cocina y estuvo ahí, encima del frigorífico y mandándome mensajes telepáticos que decían "no me quieres... no me usas..."... hasta ayer. Pero creo hubiera sido mejor no tener que darle utilidad.
Estoy convencida de que hubiese sido mucho más feliz si la lleno de cola-cao o de cualquier otra cosa rica... y no de una asquerosa mezcla de agua, zumo de limón y azúcar, mucho azúcar.
Sé que no me lo va a perdonar jamás. Quizá antes no tenía una utilidad clara, pero al menos era decorativa; ahora, cada vez que la cojo, acabo con la misma cara que el fary chupando un limón podrido.
Y lo peor de todo es que, aunque la lave, siempre quedará un regustillo a limón. Quizá no sea perceptible para el resto de la gente, pero yo lo notaré. Y aunque no lo haga, escucharé su vocecilla diciéndome "¿por qué yo?, ¿por qué no elegiste a la jarra de plástico de Ikea?... yo pensé que me querías...".
No sé si algún día podré superarlo.
2 comentarios:
Estás muy confundida, seguro que la botella está hinchada de satisfaccíon pensando : ¡A mí, me ha elegido a mí para ser portadora de un líquido que le va a curar la tripita!... ¡Que orgullosa me siento!...¡Y eso que tiene a mis primas (las de plástico) antes que a mí!...
Si la miras ahora, después de leer ésto, ya verás como la ves sonreir.
Estoy de acuerdo, algunas botellas de plastico no se pueden o no deberian rellenar y esta te curara, lo de sonreir cuamdo la veas y sientas lo mal que los as pasado Saindu eta sendatu , Gauen ondoren eguzkia irtentxen da, ilifarrez moduz.
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